Fotos AFP
Hasta 100 yuanes (unos 12 euros, 15 dólares) es lo que tiene que pagar todo aquel que quiera acercarse al pato errante, de unos 18 metros de altura, y que permanecerá en estos jardines de Pekín desde hoy hasta el día 26. Luego “volará” hasta el famoso Palacio de Verano de la capital y en su lago Kunming se posará hasta finales de octubre.
En esta segunda parada, también el ciudadano tendrá que pagar entrada para disfrutar de la creación de Hofman, que desde su “nacimiento” en 2007 ha pasado por Francia, Australia o la isla de Hong Kong, entre otros lugares. No obstante, el coste de la segunda parada del ave será menor: 40 yuanes (unos 5 euros; 6,5 dólares).
Sin embargo, la locura por ver de cerca al pato amarillo ha podido con el inconveniente de tener que pagar y con la lejanía del Beijing Expo Garden Park, a más de 40 minutos en coche desde el centro de Pekín, un tiempo que aumenta considerablemente si se acude en transporte público.
“Está un poco lejos, pero he oído hablar mucho del pato. Lo he visto por la tele en muchas ocasiones y quería ser una de las primeras en fotografiarme con él en Pekín”, comentó a Efe Ma Xiao, una mujer de unos 30 años, después de que su marido inmortalizara a su esposa apoyada en una barandilla y con el ave de fondo.
“La mayoría de visitantes que hemos recibido esta mañana superaban los 40 años. Atrae a personas de todas las edades”, afirmó a Efe Xu Jie, uno de los voluntarios contratados para recibir la llegada del nuevo ave, que flota en el lago de estos parques y cuya imagen está grabada en su ropa.
Desde gorras a camisetas y hasta peluches podían verse entre los empleados del parque y los visitantes, que se rindieron a la creación del artista holandés, quien ya fue admirado por unas ocho millones de personas en su anterior destino, Hong Kong.
La creación de Hofman, como él propio autor explicó en varias entrevistas, pretende evocar la infancia de la gente al basarse en un juguete compartido por el imaginario colectivo. Ese objetivo, en China continental, ya lo ha conseguido.
“Al verlo, siento como si volviera a mi niñez; cuando éramos niños en la bañera también teníamos patos como éste, pero en pequeñito”, comentó Zhang Bin, un joven de 23 años quien, junto a sus amigos, acudió hoy al Beijing Expo Garden Park para “verlo de cerca”.
Ésa es una de las claves para que la población china adore al pato: la mayoría comparte la experiencia de compartir baño con uno de estos famosos juguetes de plástico en miniatura.
Como es el caso de Wang, una joven situada en la misma plataforma que Zhang y que, cautivada por el amarillo intenso del ave, no deja de hacer fotos con su móvil de última generación.
“Sabemos todo de él y de su creador. Pienso que tuvo una idea muy buena para que gustara a todo el mundo. Por un lado, es mono y por otro, ha sido hecho en China y ¡eso es genial!”, explica Wang, quien llevaba “mucho” esperando este día.
Y es que esa es otra de las apuestas de Hofman: la fabricación de cada pato, hecho de plástico y que se hincha y se deshincha con facilidad, recae sobre el país que lo acoge, dando oportunidad a que cada nación forme parte del proceso y sienta que la creación es también “local”. EFE