Las horribles imágenes revelan filas de muertos, muchos de ellos niños, envueltos en mortajas fúnebres y sobrevivientes tratando de respirar, con sus cuerpos contorsionados y espuma saliendo de las bocas.
La escena es diferente de cualquier otra en la brutal guerra civil en Siria, donde bombas y balas han matado y mutilado a decenas de miles en los últimos dos años y medio.
El ataque del 21 de agosto contra suburbios rebeldes de Damasco fue lanzado con armas químicas, afirman Estados Unidos y otros aliados. Eso cruzaría lo que el presidente Barack Obama llama una “línea roja” y, él dice, demanda una respuesta militar contra el gobierno del presidente sirio Bashar Assad.
Sin embargo, en una guerra en la que apenas una mínima fracción de los más de 100.000 muertos ha sido causada por gas venenoso — el gobierno de Obama dice que más de 1.400 murieron en el ataque — ¿qué hace que las armas químicas tengan una distinción especial en política y percepción?
Algunos expertos dicen que las armas químicas pertenecen a una categoría especial. Ellos señalan los tabús morales y legales que datan de la Primera Guerra Mundial, cuando las muertes de miles de soldados por gases venenosos llevaron a un tratado mundial de prohibición del uso de esas armas. Los expertos dicen que estas armas químicas no solamente son repugnantes, sino que además representan un riesgo de seguridad nacional.
“El uso de gas nervioso u otros tipos de agentes químicos letales claramente viola normas establecidas de la comunidad internacional”, dijo David Kimball, director ejecutivo de la Asociación de Control de Armas, un grupo independiente de estudios con sede en Washington.
“Cada vez que son violadas esas normas y no hay una respuesta adecuada, va a aumentar el riesgo de que algunas de las armas más peligrosas en el mundo sean usadas en atrocidades aún mayores”, añadió.
Otros dicen que no hay distinción y que Estados Unidos debería concentrarse en proteger a los civiles sirios, no en prevenir el uso de un arma específica contra ellos.
“El régimen sirio comete crímenes contra la humanidad todos los días”, dijo Rami Abdel-Rahman, del Observatorio Sirio de Derechos Humanos. “Un crimen de guerra es un crimen de guerra”. El observatorio, con sede en Gran Bretaña, dice que ha estado compilando una lista de los muertos en el ataque del 21 de agosto y que su saldo ha llegado a 502.
La cifra exacta de los muertos no se conoce. El gobierno de Obama, citando reportes de inteligencia, dijo que 1.429 personas murieron, incluyendo 426 niños. Otros proveen cifras más bajas. El régimen de Assad culpa a los rebeldes.
Los llamados de Obama a un ataque de respuesta han encontrado resistencia y escepticismo, tanto en el Congreso como en el resto del país, donde el público está hastiado por una década de guerras en Afganistán e Irak.
AP