El Papa sigue sorprendiendo seis meses después de su elección

El Papa sigue sorprendiendo seis meses después de su elección

(Foto AFP)

Seis meses después de su elección, el papa telefonea a cualquiera, envía muchas cartas, incluso a desconocidos, y se comunica a toda costa, un ejercicio no exento de riesgos, pero Francisco asegura que prefiere el riesgo a encerrarse en una torre de marfil.

Tras haber sido elegido el 13 de marzo, el jefe de la Iglesia católica no sólo descolgó el teléfono por razones familiares o prácticas sino que también llamó a cientos de personas, amigos o desconocidos, creyentes o no, para tener noticias suyas o hacerles llegar mensajes de apoyo. A menudo, también responde personalmente a los emails o a las cartas.

Algunos de sus interlocutores dan a conocer sus conversaciones como una mujer que fue violada por un policía, un hombre en silla de ruedas que perdió a su único hermano en un atraco, una mujer embarazada abandonada por su novio o una abuela cuyo nieto de 14 años murió de un paro cardíaco.





Benedicto XVI no telefoneaba de esta manera y las llamadas pasaban por la Secretaría de Estado, que actualmente no tiene ningún control sobre ellas.

Francisco también cogió papel y lápiz para responder al fundador del diario de izquierda italiano La Repubblica, Eugenio Scalfari, un ateo confeso que le planteó sus razones para no creer.

“Me siento a gusto escuchando sus preguntas y buscando con usted las vías por las cuales puede que podamos comenzar a hacer un tramo de camino juntos”, le escribió Francisco.

El papa habla mucho, especialmente en sus sermones diarios improvisados en la capilla de su residencia Santa Marta. También se expresó abiertamente a finales de julio con los periodistas que viajaban con él en el avión que les trasladaba desde Río de Janeiro a Roma.

Pero sus palabras siguen estando muy medidas, fiel a la doctrina de la Iglesia. Bromas y fórmulas de choque aparte, a este jesuita curtido en las batallas intelectuales todavía no se le puede atribuir ninguna metedura de pata. Con su lenguaje directo pretende hacer llegar la “misericordia” de Cristo a sus interlocutores, sean estos quienes sean.

El papa es consciente de los riesgos que asume, pero prefiere “una Iglesia accidentada a una Iglesia enferma”.

Esta actitud se ve reflejada en su negativa a utilizar el papamóvil blindado y en su contacto directo con las multitudes. Francisco declaró que prefiere arriesgarse a ser atacado por un loco a la “locura” que supone “un blindaje entre el obispo y su pueblo”.

Otro ejemplo de su comportamiento se produjo en junio, cuando criticó a puerta cerrada ante religiosos latinoamericanos los problemas de la Iglesia a sabiendas de que sus palabras, especialmente las referidas a la existencia de un lobby gay en el Vaticano, serían comunicadas a un diario chileno.

Pero este aumento de las llamadas telefónicas expone al papa al problema de las usurpaciones y las informaciones falsas.

El diario argentino Clarín aseguró la semana pasada, citando a fuentes vaticana, que Francisco telefoneó al presidente sirio, Bashar al Asad, algo que el Vaticano desmintió.

En temas como el divorcio o la homosexualidad, el deseo de apertura de la Iglesia por parte de algunos sectores es tan grande que se corre el riesgo de que una información falsa bien elaborada parezca probable.

Esto se produjo la semana pasada, cuando un diario regional francés informó que un joven homosexual recibió una llamada del papa en la que se mostró muy comprensivo. El Vaticano también lo desmintió.

Estos mismos riesgos existen en las redes sociales que suponen un desafío adicional para la comunicación del Vaticano.

AFP