Actualmente en Venezuela bien podría aplicarse la sabiduría del cuento de Gabriel García Márquez “En este pueblo no hay ladrones”, para responder a una política del gobierno nacional basada en que los consumidores venezolanos se convierten en potenciales hampones cuando compran más allá del límite oficial de “alimentos permitidos”.
Ese “límite” impuesto a los mercados y supermercados del Estado y privados es una cifra arbitraria y reveladora de la notoria escasez de productos de primera necesidad y de la ineficacia de aquel que nos gobierna porque, sencillamente, antes de la llegada de Hugo Chávez y Nicolás Maduro al poder no existía escasez de alimentos ni mucho menos controles. Los militares estaban en sus cuarteles, no en los supermercados, y nadie tenía que mostrar obligatoriamente la cédula de identidad para comprar productos.
Nada fácil es despertarse y acostarse todos los días pensando en alimentos, en cómo poder encontrarlos y adquirirlos sin que el gobierno nacional piense que esa sencilla y muy válida aspiración, de comprarlos y llevarlos al hogar, constituye un acto delictivo.
En la Venezuela actual, de este siglo XXI, el gobierno nacional socialista de Maduro y los gobiernos regionales alineados con el oficialismo (especialmente de Arias Cárdenas, en el Zulia), parten de la hipótesis de que si el hombre común venezolano compra más de dos paquetes de harina pan, 3 kilos de azúcar, 3 litros de leche o cualquiera de los productos regulados, entonces – de hecho – está metido en asuntos turbios, en el comercio ilegal.
De allí que si un ciudadano venezolano de a pie tiene en sus bolsas de supermercado bienes más allá del “límite permitido” (generalmente 1 o 2 productos), entonces es una especie de ladrón alimentario que le está robando recursos al Estado para venderlo ilegalmente, es decir en jerga zuliana, bachaqueando, término que viene de bachaquear palabra inventada y sin ninguna relación con los bachacos, honestos e incansables trabajadores.
Cada día, sin embargo, se repite la misma escena de una película convertida en drama cotidiano de la ama de casa – o el hombre – que sale de madrugada a un determinado supermercado donde la noche anterior un vecino le informó que supuestamente allí están los productos regulados, equivalentes a las mercancías básicas como el aceite, la margarina, la leche, el pollo, la harina pan, los huevos… ¡las más indispensables y, verbigracia, las más escasas!
Y luego de hallar todos o en su mayor parte los productos (porque siempre escasean), prosigue la película de la interminable cola de horas y horas aderezadas con vejámenes de militares encargados de evitar que la gente compre más allá del “límite permitido” y detectar a los “delincuentes” (compradores de 3 o más productos).
A los supuestos consumidores – ladrones se les somete ipso facto a una condena sin juicio y son llevados al paredón del gobierno donde se les bloquea el derecho a comprar alimentos en los supermercados privados y del gobierno, violando uno de los más básicos principios humanos como es el derecho a la alimentación. Un procedimiento vergonzoso, triste y revelador de la ineficacia del gobierno nacional.
Este controversial film se pasa todos los días y puede verse gratuitamente en los principales supermercados en función continuada. Para el gobierno nacional tiene el nombre de El Bachaqueo o Los Ladrones, mientras que para el ciudadano común se denomina La Escasez, El Racionamiento o El Desespero.
Sin embargo, el gobierno nacional pretende que todo el mundo asista a ver el film Patria, Patria para que sigan apoyándolo con los votos, aunque resulta muy difícil que a un pueblo considerado de antemano pillo, hampón, pueda votar el 8 de diciembre por los candidatos paracaidistas del gobierno nacional.
La gente común y necesitada obligada a hacer largas colas le está diciendo todos los días a Maduro, Arias y compañía: “En este pueblo no hay ladrones”, porque lo que verdaderamente hay en el país es gente ansiosa de llevar comida suficiente para el hogar y de que una vez por todas se termine este drama social.
@exequiades