Fotos Reuters y AFP
Las agencias federales recibieron la orden de reducir sus servicios y hasta un millón de trabajadores fueron obligados a tomar permisos sin goce de sueldo. El estancamiento político generó nuevas preguntas sobre la capacidad de un Congreso profundamente dividido para cumplir con sus funciones más básicas.
Los republicanos en la Cámara de Representantes han tratado de condicionar la renovación del financiamiento al Gobierno a medidas que ponen en peligro la firma de Obama a su emblemática Ley de Salud, conocida como “Obamacare”, mientras que el Senado controlado por los demócratas reiteradamente rechaza las iniciativas de la cámara.
En Washington, los museos fueron cerrados para los turistas y la policía levantó barreras alrededor de sitios históricos como el Monumento Lincoln.
“Creo que esto es escandaloso. Uno sabe que estos tipos fueron elegidos a sus cargos para ayudar a la gente, no para causarles daño”, dijo el empleado federal Ronald Jackson, que tuvo que viajar 80 kilómetros para llegar al Departamento del Tesoro solo para encontrarse con las oficinas vacías. “Si a uno no le pagan, tampoco a ellos deberían pagarles”.
Si el Congreso logra alcanzar pronto un acuerdo sobre el nuevo financiamiento del Gobierno, que Obama insiste que no debe ser vinculado a las reformas, la paralización podría durar días y no semanas, con un impacto relativamente escaso en la mayor economía del mundo.
Sin embargo, no emergían de inmediato señales de un compromiso, ya que el Senado controlado por los demócratas rechazó formalmente una propuesta de la Cámara de Representantes para destrabar el estancamiento.
“Este cierre fue absolutamente evitable. No debería haber sucedido”, escribió Obama en una carta a los empleados del Gobierno.
Si el cierre del Gobierno por falta de financiamiento representa otra muestra de un Congreso cada vez más ineficiente o una señal de alarmante descomposición del proceso político, será determinado por la reacción entre los votantes y por Wall Street.
La reacción inicial del mercado fue muda. Las acciones estadounidenses abrieron el martes en alza y el índice S&P 500 subió un 0,13 por ciento, mientras que el Nasdaq Composite ganó un 0,19 por ciento al iniciarse las operaciones.
Una semana de cierre de actividades del Gobierno podría desacelerar el crecimiento económico en cerca de 0,3 puntos porcentuales, según Goldman Sachs.
El desencuentro político en el Capitolio también generó nuevas preocupaciones sobre si el Congreso podrá cumplir con un plazo de mediados de octubre para aumentar el límite de la deuda de 16,7 billones de dólares.
“Si no se alcanza, podría dar lugar a un default (incumplimiento) técnico de la deuda, lo que llevaría a un desplome de los mercados financieros”, escribió el analista de ING Tom Levinson.
Un fracaso en elevar el límite de endeudamiento obligaría al país a incumplir sus obligaciones, asestando un golpe a la economía estadounidense y una oleada negativa a los mercados de todo el planeta.
Tras haber pasado el plazo de la medianoche (0400 GMT) para evitar la paralización parcial del Gobierno, los republicanos y demócratas en la Cámara de Representantes seguían desarrollando un juego amargo de culpas, cada parte responsabilizando a la otra y cada una buscando eludir responsabilidades por la paralización del Gobierno.
Las consecuencias políticas en juego son particularmente altas para los republicanos, que desde ahora tratan de recuperar el control del Senado el próximo año. Los sondeos muestran que los miembros de ese partido probablemente carguen con la culpa del cierre del Gobierno, tal como sucedió durante la paralización en 1995 y 1996.
“Alguien va a ganar y alguien va a perder”, dijo el encuestador Peter Brown de Quinnipiac University. “En un comienzo, Obama y los demócratas tienen una leve ventaja”, agregó.
El presidente Obama acusó a los republicanos de estar demasiado comprometidos con los conservadores del Tea Party en la Cámara de Representantes y dijo que la paralización podría amenazar la recuperación económica.
Polarización política
La paralización -la culminación de tres años de gobierno dividido y una creciente polarización política- fue liderada por los conservadores del Tea Party unidos en su oposición a Obama, su rechazo a la ley de reforma del sistema de salud aprobada por el presidente y sus promesas de campaña de controlar el gasto.
Obama rechazó negociar las exigencias republicanas y advirtió de que una paralización podría “bloquear el engranaje de nuestra economía”.
Algunas oficinas de Gobierno y parques nacionales fueron cerrados, pero el gasto para las funciones esenciales relativas a la seguridad nacional y pública continuarán, incluido el pago a los soldados del Ejército de Estados Unidos.
“No es sorprendente que haya una paralización, lo sorprendente es que esto no haya ocurrido antes”, dijo el estratega republicano John Feehery, un ex asesor del Capitolio.
“Tenemos un Gobierno dividido con visiones tan diametralmente opuestas; necesitamos una crisis para obtener cualquier tipo de resultados”, agregó.
En las horas previas a la paralización, el Senado controlado por los demócratas reiteradamente eliminó medidas aprobadas por la Cámara de Representantes que vinculaban el financiamiento temporal para las operaciones del Gobierno a postergar o reducir la reforma al sistema de salud conocida como Obamacare.
El Senado insistió en que se debe financiar al Gobierno hasta el 15 de noviembre sin condiciones especiales.
“La clave de esto no es qué ocurre en Washington. La clave es qué ocurre en el mundo real”, dijo el estratega demócrata Chris Kofinis. “Cuando el ciudadano de la calle se comience a rebelar, y los mercados financieros comiencen a caer, entonces veremos qué hacen estas personas”, agregó.
Un sondeo Reuters/Ipsos mostró que cerca de un cuarto de los estadounidenses culparían a los republicanos por una paralización, un 14 por ciento culparía a Obama y un 5 por ciento responsabilizaría a los demócratas en el Congreso, mientras que un 44 por ciento dijo que todos eran responsables.
Rechazo popular
Los estadounidenses rechazan la estrategia de los republicanos en el Congreso de condicionar su apoyo al presupuesto a concesiones del presidente Barack Obama en su reforma del sistema de salud, según un sondeo publicado este martes, primer día de parálisis federal, reseña AFP.
Un estudio de opinión de la universidad Quinnipiac muestra que 77% de los encuestados se opone a la necesidad de cerrar parcialmente actividades del Estado, como consecuencia de la posición republicana para bloquear la aplicación de la reforma sanitaria, de la cual un aspecto crucial entra en vigor este martes. Solamente 22% la apoya la estrategia republicana.
El nivel de confianza de los republicanos del Congreso cayó a 17%, según el mismo sondeo, mientras que el apoyo a los demócratas alcanza 32%. Obama tampoco sale muy airoso, con 49% que tiene una opinión negativa de su manejo de la crisis presupuestaria, contra 44% que lo aprueban.
El gobierno de Estados Unidos quedó paralizado el martes por primera vez en 17 años tras el fracaso de las negociaciones entre republicanos y demócratas sobre el presupuesto, dejando en paro técnico a cerca de 800.000 funcionarios.
Pese a las intensas negociaciones en la noche del lunes al martes e idas y vueltas entre el Senado con mayoría demócrata y la Cámara de Representantes, dominada por los republicanos, ningún proyecto de ley de finanzas pudo ser adoptado a tiempo para el inicio del ejercicio presupuestario 2014, que empezaba el martes a las 00h00 de Washington (04h00 GMT).
AFP