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Obama canceló las escalas en Malasia y en Filipinas de su viaje que iniciará el sábado, mientras que dejó abierta la posibilidad de cancelar también sus visitas a Indonesia y Brunei, donde tomará parte en cumbres internacionales.
El viaje debió ser acortado por la primera paralización de los servicios del gobierno en 17 años, una situación a la cual no se le vislumbra por ahora solución, toda vez que los demócratas de Obama y la oposición republicana no dan muestras de avanzar hacia la aprobación de un presupuesto que permita la reactivación del gobierno.
Por segundo día, cientos de miles de empleados federales seguirán de licencia sin sueldo y los turistas se encontrarán los museos y los monumentos de la capital cerrados, mientras crece la frustración de los estadounidenses frente a unos legisladores que no lograron evitar esta situación.
Obama acusó a los conservadores en la Cámara de Representantes -dominada por los republicanos- de llevar adelante una “cruzada ideológica” por vincular el financiamiento del gobierno a un intento por acabar con su reforma de la salud, aprobada en 2010 y centro de la disputa por fondos en el Congreso.
Su principal enemigo, el presidente de la Cámara, el republicano John Boehner, acusó a Obama de aplicar una política de “tierra arrasada” al rehusarse a negociar.
“Esta parálisis ocasionada por los republicanos no tenía necesidad de ocurrir. Quiero que todos los estadounidenses sepan por qué ocurrió”, dijo Obama en una enérgica alocución el martes, para marcar el inicio de una parte clave de la ley de salud.
“Han paralizado al gobierno en nombre de una cruzada ideológica para negar cuidados de salud asequibles a millones de estadounidenses”, afirmó el mandatario.
“Los demócratas en Washington han cerrado la puerta a la posibilidad de reabrir el gobierno al rehusarse a entablar negociaciones bipartidistas”, respondió por su lado Boehner en un artículo en el diario USA Today.
Parálisis producto del pulso político
El pulso político provocó el primer cierre de los servicios públicos en 17 años la medianoche del lunes a martes, y este miércoles el impasse continuaba, luego de que el líder del Senado, el demócrata Harry Reid, rechazara la exigencia de la Cámara de Representantes de nombrar negociadores para buscar un acuerdo entre las dos cámaras del Congreso.
Una encuesta de la Universidad Quinnipiac mostró que 72% de los estadounidenses rechazan la parálisis del gobierno como una táctica para acabar con la reforma de salud. Sólo 22% se mostraron a favor.
Las licencias sin sueldo de los empleados públicos afectó también a la Casa Blanca, que se quedó con el mínimo necesario de funcionarios para funcionar.
Turistas perplejos no pudieron ingresar a museos y monumentos en Washington, mientras que en Nueva York la Estatua de la Libertad también cerró sus puertas.
Y aunque las fuerzas armadas y la patrulla fronteriza seguían operando con normalidad, el Pentágono cesará temporalmente a casi la mitad de sus 800.000 empleados civiles.
Elegir entre parques e investigación sobre el cáncer
Los republicanos de la Cámara de Representantes trataron infructuosamente de aprobar el martes medidas parciales, como la reapertura de parques, museos y monumentos nacionales, el departamento dedicado a los veteranos de guerra y las operaciones para financiar el funcionamiento de la capital federal, que no tiene presupuesto autónomo.
“Esas propuestas muestran la falta total de seriedad de los republicanos”, replicó el portavoz de la Casa Blanca, Jay Carney.
“No nos forzarán a tener que elegir entre los parques y la investigación sobre el cáncer, o el FBI”, dijo el líder del Senado Harry Reid.
Obama advirtió que el cierre del gobierno tendrá consecuencias desastrosas para la ya frágil recuperación económica estadounidense, un punto que el mandatario buscaba remarcar con una reunión el miércoles en la Casa Blanca con empresarios y líderes de Wall Street.
AFP