Los contaminantes atmosféricos emitidos por los motores diésel pueden perturbar la capacidad libatoria de las abejas al transformar las moléculas perfumadas liberadas por las flores, advierte un estudio publicado este jueves.
“Los resultados indican que los óxidos de nitrógeno, sobre todo el dióxido de nitrógeno, serían capaces de perturbar el proceso olfativo que permite a las abejas localizar las flores”, resume Guy Poppy, biólogo en la Universidad británica de Southampton con un apellido que parecía predestinado: amapola en inglés.
Para su estudio, los científicos han utilizado una mezcla de síntesis que reproduce las principales características del perfume de la flor de la colza: ocho elementos químicos que provocan la reacción más fuerte en las abejas.
Luego sometieron la mezcla a los gases generados por un motor diésel en un tarro sellado. Al cabo de sólo un minuto, dos elementos, el alfa-farneseno (72,5% de la mezcla original) y el alfa-terpineno (0,8%) se habían vuelto totalmente indetectable y así siguieron durante las dos horas del experimento. La firma química de dos de los seis elementos restantes también quedó considerablemente reducida.
Colocados en el mismo tarro lleno de aire ambiental, los ocho elementos del perfume de síntesis se mantenían perfectamente detectables.
Los científicos repitieron la experiencia sólo con óxido de nitrógeno o bien dióxido de nitrógeno, dos gases muy presentes en las emisiones de diésel, con los mismos resultados.
Cuando presentaron la mezcla de colza sintético degradado por el diésel o los óxidos de nitrógeno a abejas especialmente entrenadas para identificar su olor, no consiguieron reconocerlo.
“El diésel no se contenta con añadir un elemento a la mezcla, modifica radicalmente la química de todos los elementos volátiles del medio ambiente en el que se mueve la abeja”, afirma Tracey Newman, codirector del estudio.
Este fenómeno “también podría resultar nefasto para numerosas especies de insectos”, advierten los científicos.
En el caso de los insectos polinizadores, entre ellos las abejas, “esos efectos tendrían impactos económicos y ecológicos de envergadura, en particular s¡ se combinan con otros factores de estrés”, insiste el estudio, publicado en la revista británica Nature Scientific Reports.
“La polinización es realmente crucial para la Humanidad. Un 70% de los cultivos mundiales destinados a la alimentación la necesitan, lo que equivale a un 35% de la producción alimentaria mundial”, señala Newman.
A nivel global, el valor económico de la polinizaciónl, teniendo en cuenta todos los animales, se estima en 153.000 millones de euros anuales.