Si Chávez tuvo algunas virtudes ocultas lo cierto es que Maduro no las heredó. Está empeñado en sostener un estilo camorrero que afecta negativamente la dignidad del cargo. Una joven mujer, encargada de negocios de Estados Unidos, expulsada del país de forma grosera por Maduro, le dio al Presidente (¿?) y al canciller de Venezuela (¿?) una lección de diplomacia. Sobria, directa, sin evadir preguntas, se despidió del país en una rueda de prensa con la educación que debería exhibir todo funcionario.
Maduro se atreve a acusar de acciones de sabotaje al servicio eléctrico de la Embajada de Estados Unidos y a la “derecha fascista” nacional. ¿Por qué no hace una auditoría del uso del dinero aprobado para la rehabilitación del sistema eléctrico del país? Comprueben los sobreprecios.
Las demoras y los proyectos a los que les asignaron presupuesto y no se ejecutaron. El gran saboteador de la generación eléctrica es el régimen. El imperio y “la derecha fascista” son también, según Maduro, los responsables del acaparamiento de bienes de la cesta alimentaria. ¿Cuánto de esos productos se compraron y se siguen comprando ya vencidos con enormes sobreprecios y se pudren en los puertos del país? ¿Quiénes se benefician de estos delitos? ¿El imperio y la “derecha fascista”? Revisen las cuentas de los nuevos multimillonarios, afectos y dentro del régimen, que no generan riquezas pero acumulan dinero en cuentas protegidas en paraísos fiscales.
Aunque su legitimidad como Presidente fuese aceptada (supuesto negado), Maduro carece de las mínimas aptitudes para ejercer el cargo. Sus temores enfermizos se ponen al descubierto al afirmar que “alguien” aprovecharía una intervención en Siria para atentar contra su vida.
Maduro debe sentarse a reflexionar en algún momento sobre las razones que tendría Estados Unidos para apoyar actos terroristas que terminarían con su presidencia. En otras épocas se podría pensar que quisieran ponerle la mano a la industria petrolera. Pero ya no necesitan el petróleo venezolano. Al contrario, Venezuela requiere gasolina del Norte sin la cual nuestro sistema vial se paralizaría. No nos llamemos a engaño, Estados Unidos no tiene el menor interés en una empresa como Pdvsa en las condiciones que está. Quizás los chinos se ocupen en terminarla de exprimir para luego abandonarla. Además, Venezuela no representa ningún peligro para la seguridad de Estados Unidos, cuyo Gobierno tiene graves problemas como Siria, Afganistán, Irak, Irán, IsraelPalestina y en lo interno un cierre parcial del Gobierno Federal. También llama la atención que Maduro acuse a Estados Unidos de violar nuestra soberanía mientras acepta una intervención grosera de Cuba en nuestros asuntos internos. (Presencia en la FAN, servicios de inteligencia, petróleo gratis e instrucciones directas a Maduro sobre políticas nacionales).
Aparte de hacer el ridículo, dentro y fuera del país, Maduro no se ocupa de nuestros problemas. A estas alturas del juego ya todo el mundo sabe lo que hay que hacer para salir de la crisis. Pero Maduro le tiene miedo al cambio y prefiere tapar con desplantes la ineficiencia y la corrupción de sus funcionarios. Por eso, ni él ni sus cómplices tienen otro futuro que no sea el de errar por el mundo buscando refugio, huyendo de la justicia nacional e internacional y mirando por encima del hombro en busca del “comando” que los va a secuestrar y regresarlos al país. Entonces se darán cuenta de que no valió la pena.