Rendirle culto a la mediocridad individual genera sociedades mediocres. Vilipendiar a los talentosos y a los emprendedores, demora el desarrollo de una nación. El capital profesional no se construye solamente con títulos, licenciaturas y postgrados, sino que necesita surgir de una población que venere al conocimiento. Resulta imprescindible también que la inteligencia no sea algo para esconder, casi con vergüenza o pudor. Todos somos potenciales científicos y descubridores, necesitados de un entorno donde nuestras capacidades encuentren respeto. Un país de científicos debe mostrar sus laboratorios y sus vacunas; pero también garantizar que la gente común pueda patentar sus logros y obtener recompensas –materiales y espirituales- por su ingenio.
En Cuba podrá haber muchos graduados universitarios, pero mientras estos no encuentren verdadero reconocimiento social, salarial y legal por su labor, muy difícilmente nos podremos llamar una nación de ciencia. Entristece que se le levanten más estatuas y se le dediquen más plazas a personas que han empuñado el machete o las armas, en lugar de a quienes salvaron vidas con sus microscopios y sus jeringas. El miligramo prodigioso* del saber necesita un entorno donde multiplicarse. Ese terreno fértil lleva la semilla de la educación, el regadío de imaginar una vida mejor a través del descubrimiento científico y el imprescindible abono de la libertad.
* «Una hormiga censurada por la sutileza de sus cargas y por sus frecuentes distracciones, encontró una mañana, al desviarse nuevamente del camino, un prodigioso miligramo. »Sin detenerse a meditar en las consecuencias del hallazgo, cogió el miligramo y se lo puso en la espalda. Comprobó con alegría una carga justa para ella. El peso ideal de aquel objeto daba a su cuerpo extraña energía: como el peso de las alas en el cuerpo de los pájaros.» (Tomado de «El prodigioso miligramo», en Arreola, Juan José, Narrativa Completa, México, Alfaguara, 1997)
* Gracias a Universal Thinking Forum (http://www.universalthinkingforum.com) por provocarme esta reflexión… y muchas más.