El mundo onírico de la primera ópera del compositor español Xavier Montsalvatge, “El gato con botas”, llega a la Royal Opera House de Londres de la mano de un joven elenco.EFE
A partir del libreto que el también español Néstor Luján compuso en 1947, el director portugués Pedro Ribeiro ha profundizado en este relato clásico, dirigido habitualmente al público infantil, para añadirle nuevas capas de sentido que cautiven al público adulto de Covent Garden, una de las casas de ópera más relevantes de Europa.
En la fábula clásica de Charles Perrault, el gato con botas es un personaje ladino que facilita el ascenso social del infortunado hijo de un molinero, mientras que en la versión de Ribeiro es el propio joven quien toma las riendas de su vida para alcanzar sus objetivos.
“En el relato original, el protagonista logra lo que quiere porque finge que es otra persona. No me gustaba esa moral, así que he tratado de cambiar la historia”, explicó a Efe el director, que ha colaborado con el diseñador australiano Simon Bejer para recrear un ambiente “mágico” y “onírico” sobre el escenario del Linbury Studio, parte de la Royal Opera House.
En el montaje, que se estrena el miércoles, la mezzo-soprano irlandesa Rachel Kelly y la soprano armenia Anush Hovhannisyan, ambas integrantes del programa para jóvenes artistas Jette Parker, comparten las tablas con una serie de marionetas y “objetos” escénicos que compiten en protagonismo con los actores.
“Nos hemos inspirado en juguetes clásicos españoles y portugueses, pero hemos añadido nuevas combinaciones de colores y hemos tratado de crear un vestuario singular. Hemos partido de la tradición y esperamos haber llegado a un lugar interesante e innovador”, relató Bejer.
El director y el diseñador escénico comparten la visión de que la interacción entre personajes humanos y objetos inanimados transforma la experiencia del espectador en el teatro.
“En una ópera, los sentimientos deben estirarse. Cuando alguien se enamora, esa emoción puede mantenerse durante los cuatro minutos de un aria. El objeto escénico, el títere, que está vivo y a la vez es inanimado, puede mantener a veces esa tensión mejor que un actor”, sostuvo Ribeiro.
Los cantantes manipulan durante la obra algunas de las marionetas que se mueven y sobrevuelan el escenario, si bien un equipo de titiriteros portugueses lleva el peso de ese aspecto del montaje.
Tras ensayar durante semanas sobre un escenario vacío, “llegaron los titiriteros y todo cambió por completo, surgió una nueva energía. Los actores tenían que reaccionar a los objetos moviéndose, volviéndose locos. Fue fantástico, quizás lo más bello hasta ahora”, describió el director.
La peculiar historia y escenografía de esta versión de “El gato con botas” avanzan a lo largo de un solo acto con cinco escenas animado por la música de Montsalvatge, una “mezcla de temas populares con Mozart y Puccini, un ejercicio lleno de estilo que puede ser una bella forma de introducirse en la ópera”, sostuvo el portugués.
El director de la obra, con formación en la música y el teatro, ve la ópera como una forma de mezclar ambas disciplinas para crear una “forma de arte perfecta”.
“Es algo casi abstracto, un modo de desconectar del mundo. Cuando vas a la ópera entras al teatro dejando atrás la realidad. Sabes que hay alguien manipulando las marionetas, pero aún así lo crees, quieres enamorarte de los personajes, creer que están vivos”, afirmó el portugués. EFE