Con crisis económica es de prever que las protestas, que hoy son muchas, se mantengan o aumenten.
A menudo oímos argumentos, cuando se realizan actividades de protesta con cierres de calles, avenidas, carreteras y autopistas, de que el derecho de unos termina donde comienza el de los demás o que se coarta el derecho a la libre circulación de los ciudadanos.
No hay novedad en el uso de la calle para protestar
Lo cierto es que las protestas en la calle han sido y son una constante en Venezuela y en muchas partes del mundo. Sin ir más lejos, Evo Morales llegó al poder tras labrar su carrera política con los coqueros cerrando múltiples vías, carreteras o autopistas, en actividades de protesta. En Venezuela, el cierre de calles fue una constante en las décadas pasadas y lo son hoy en día. La calle ha sido también utilizada, con o sin permisos, en múltiples manifestaciones y marchas de todos los signos políticos ya sea en campañas electorales o no. Algunas de ellas, por cierto, como acciones de protesta.
Generalmente los ciudadanos, cuando protestan cerrando vías, lo hacen como último recurso después de haber agotado otras vías ante las autoridades. Es una forma de visibilizar su descontento y una forma de presión que en muchos casos es efectiva. Cuando ocurren estos cierres o trancas, las autoridades se hacen presentes y generalmente surgen mediaciones y negociaciones para levantar la protesta pero también para la búsqueda de soluciones a los problemas que llevaron a esos ciudadanos a ejercerla.
Los derechos a la protesta y a la libre circulación
Si bien es cierto que una tranca de vía afecta a la libre circulación de otros ciudadanos, también lo es el hecho de que el último responsable de ese cierre es el Estado que no da soluciones o no atiende a la gente que protesta. Y también es cierto que muchas veces nos quejamos cuando otros protestan pero nos olvidamos del derecho a la libre circulación de los demás cuando nosotros lo hacemos. ¿Quién no ha participado alguna vez en una marcha no permisada, o en un cacerolazo en la calle, o en una tranca en las calles de nuestras urbanizaciones o barrios? Protestar es, también, un derecho.
El gobierno usa frecuentemente, cuando se refiere a las protestas, el argumento a la libre circulación, pero en paralelo ha designado “zonas de seguridad” en todo el país, o cierra avenidas para actos políticos, o simplemente cierra carreteras nacionales porque se ha caído un puente instalado por ellos hace un año. Y es también el gobierno el responsable de que en nuestras calles, a oscuras y con la inseguridad desatada, no podamos circular libremente después de que se pone el sol.
Y también hay gente que usa el argumento de la libre circulación cuando otros protestan pero viven en zonas donde el acceso a las calles está restringido con rejas, puertas y garitas de vigilancia. Muchas veces, por cierto, salen a protestar a las avenidas principales, por el mismo motivo que lo hacen en otros sectores: buscan visibilidad de su protesta.
Protesta, calle, y libertad de expresión
Es bueno puntualizar que la libertad de expresión vive tiempos aciagos en nuestro país. El gobierno está poniendo un cerco a los medios de comunicación para coartar cada vez más el libre desempeño de la función periodística. Cuando se quiere visibilizar una protesta con acciones de calle, se hace también para llamar la atención de la prensa y amplificar así el mensaje para que las autoridades se sientan más presionadas y atiendan las quejas. Es muy probable que esta situación, debido a las presiones gubernamentales, cambie.
Pero también la protesta en la calle, según la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, es en sí una forma de expresión, donde los ciudadanos alzan su voz y exponen sus quejas y reivindicaciones. Así pues, protestar no solo es un derecho, es también una forma de expresión que hoy está en la mira cuando el gobierno arremete en contra de la libertad de expresión.
Evitar la protesta
La mejor manera de evitar los cierres de vías es evitando las protestas. ¿Cómo hacerlo sin menoscabar el derecho a la protesta? Pues evitando las causas que mueven a la gente a protestar en la calle. El Estado y el gobierno están obligados a llevar una gestión transparente y con eficiencia para que los ciudadanos no tranquen calles y carreteras por ausencia de agua y luz, o por causa de la inseguridad, o para que los damnificados que llevan viviendo dos o tres años en un supuesto “refugio” pidan vivienda, o para que unos trabajadores a los que no se les reconocen los derechos adquiridos protesten o marchen, o para que ciudadanos que consideran afectados sus derechos políticos protesten en medio de una calle.
Y cuando la protesta sea un hecho, la obligación de las autoridades es atender a quienes participan en ella, sin represión y llevando a cabo y respetando, cosa que hoy no se cumple, los acuerdos a los que se llegan para levantar las trancas.
Vienen más protestas
Vienen tiempos difíciles, marcados por una profunda crisis económica, política y social, y es previsible que las protestas, que hoy son muchas, se mantengan o aumenten. La calle, ese lugar que todos transitamos, está ahí, muchas veces sin protestas, pero intransitable. Y son esas calles los lugares naturales para que las protestas se produzcan. Allí van a encontrarse los ciudadanos que tienen derecho a circular libremente y los que tienen derecho a protestar. Pero el responsable de que esos derechos no sean conculcados es el Estado. El gobierno tiene la palabra.
ConflictoVe Fuente: TalCual, 1
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Pueden consultar también:
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Índice de artículos y documentos sobre la criminalización de la protesta en Venezuela
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Pueden consultar nuestros anteriores análisis semanales publicados en TalCual:
– http://www.conflictove.org.