Tomás Socías: El dilema de los panteones importados

Tomás Socías: El dilema de los panteones importados

Ya comenzamos a ver en las panaderías, supermercados y otros establecimientos, abundancia de panteones, pues se trata de un producto tradicional en la mesa del venezolano, por la cercanía de las fiestas navideñas. Aunque e paletón no es venezolano, su presencia en las mesas es muy fuerte, por nuestra herencia europea y de verdad se
ha vuelto indispensable para nuestras fiestas.

Lo malo de esta abundancia es que se trata de producto importado, principalmente comprado por el Gobierno o por otros compradores, en detrimento de la producción nacional. En Venezuela tenemos una industria panificadora de primerísima calidad y el paletón no es la excepción. Por años, la industria del Pan en Venezuela viene haciendo los mejores productos y eso se demuestra en la variedad de rubros que se fabrican y de muy buena calidad.

En el caso de los panteones la situación se puede tornar caótica, porque traer el producto de afuera, habiendo tanta capacidad de producirlo en el país perjudica al sector. Que positivo sería que el Ejecutivo escuchara las recomendaciones de los que saben. En el caso del panteón , los productores nacionales están capacitados para abastecer la demanda nacional en las fiestas decembrinas y eso se puede demostrar.





No dudamos que el Ejecutivo quiera beneficiar a los consumidores trayendo este producto de tanta demanda y a precios de exportación “baratos”, porque se traer con dólar preferencial. Esta acción perjudica al productor nacional porque le cuesta más fabricar el panteón aquí, tomando en cuenta las dificultades que hay para conseguir las divisas, traer la materia prima y los insumos. Si el Gobierno se dignara escuchar, repetimos, esta situación podría revertirse y resultar positiva para la economía nacional y un sector tan necesario como el panadero.

Pero, esta situación o solamente se está presentado en el caso que acabamos de describir, sino en infinidad de ejemplos, donde la acción del Gobierno de comprar los rubros afuera perjudican la producción nacional, con las consecuencias nefastas que esto significan.

Actualmente, estamos esperando los resultados de la nueva etapa de subastas del Sicad, una vez que el Ejecutivo decidió mejorar este sistema y permitir que haya más acceso a las divisas.

De hecho, el ministro Rafael Ramírez ha asegurado que si persisten las necesidades de divisas en los sectores podría ampliarles la oferta de dólares. La evaluación que hace el Ejecutivo nos hace pensar que hay voluntad de resolver los escollos que se han presentado para otorgar los dólares.

En la última subasta se presentaron al ruedo 100 millones de dólares y sabemos que pudieron participar personas naturales, lo cual nos parece muy positivo. También es positivo que las empresas dedicadas especialmente a la importación de productos navideños tengan prioridad en esta etapa del sistema de acceso a las divisas. Aunque, debemos decir que 100 millones de dólares no es suficiente para todas las necesidades del país.

Pensamos que la revisión interna de Cadivi es una necesidad, mientras el Ejecutivo planifica un nuevo esquema cambiario más óptimo.

En general, opinamos que las subastas de dólares deben incrementarse sustancialmente y deben ser implementadas cada semana, no de manera esporádica o cuando la situación es tan grave que el Ejecutivo tiene que salir corriendo a poner las divisas a la venta.

Siempre hemos dicho que la época decembrina es muy sensible para los venezolanos, donde las tradiciones valen mucho y el consumidor hace lo posible por no cambiarlas, porque son eso: tradiciones que dicen lo que somos y de donde venimos. De allí que veamos los esfuerzos que se hace en cada hogar, de la condición que sea, por poder comer una hallaca, tener pan de jamón, comprar un arbolito o unos adornos.

No se trata de frivolidades, sino de pequeñas alegrías que la gente quiere tener y a la que tiene derecho. La molestia por no tener acceso a esas pequeñas señales de que la Navidad será normal, puede ser muy negativa para el ejecutivo que vive tanto de la imagen y de la percepción de la gente.