– Hacer un desayuno demasiado escaso y cenar en abundancia. Los nutricionista recomienda exactamente lo contrario: el desayuno debe aportar buena parte de las calorías del día, mientras que la cena ha de ser ligera. Informe21
– Ponernos a régimen solamente en determinadas épocas: después del verano, de Navidad…. La clave está en aprender a comer bien y, una vez alcanzado el peso deseado, mantenerlo durante todo el año.
– Pesarnos cada día si estamos a dieta. Con una vez a la semana, basta. Eso sí, siempre en la misma báscula, en el mismo momento del día y, a ser posible, sin nada de ropa.
– No realizar ningún deporte. Aunque sea media hora al día debemos dedicarla a hacer ejercicio, ya sea en un gimnasio o siguiendo en casa una sencilla tabla gimnástica.
– No beber suficiente agua. De forma general, se debe tomar como mínimo de litro y medio a dos litros, aunque esto dependerá de cada caso.
– Confiar en los laxantes y en los diuréticos para adelgazar. Abusar de estos productos puede llevarnos a no asimilar los nutrientes necesarios para el organismo.
– Dejarnos ‘conquistar’ por dietas rápidas y engañosas. Favorecen la aparición de estrías y producen importantes pérdidas de vitaminas, además del conocido efecto ‘yoyó’.
– Tomar píldoras que disminuyen el apetito sin prescripción médica. La administración de estos medicamentos siempre debe hacerse bajo control médico. En algunos casos pueden no ser necesarios y en otros, estar contraindicados.
– Saltarnos alguna comida. Con esto lo único que se consigue es acumular grasas para resistir las horas sin alimentos.
Preparar unos platos de régimen aburridos e insípidos. Para que la comida de una dieta nos resulte apetitosa lo mejor es echarle imaginación a la hora de servirla.