Vinculado a Acción Democrática desde los 13 años de edad, en su libro Vivido y contado Testimonio de un demócrata irreverente, que será presentado este jueves 31 de octubre, Pedro Mogna relata acontecimientos de la resistencia contra el régimen de Pérez Jiménez, sus vivencias como dirigente político y servidor público durante el esplendor y decadencia de la llamada 4ta República, hasta llegar a los últimos casi 15 años de lo que él denomina “neodictadura chavo-madurista”.
Con una prosa elegante, como corresponde a un político de su generación, Mogna lleva de la mano al lector por unos relatos fascinantes, prolijos en detalles, que incluyen brevísimos diálogos y atmósferas en los que desfilan personajes emblemáticos del mundo de las artes, la literatura, la filosofía y la política universales, con quienes él estableció muchas veces relaciones muy cercanas, otras simplemente aparecen como telón de fondo, dejadas al desgaire, para dar al texto una fresca sensación mundana.
Visto en conjunto, todo el libro deja ver las virtudes esenciales del juego democrático que Venezuela ha olvidado —si no satanizado— ante el oscurantismo de la última década. Incluso, si se comparara el país político actual con la época de la dictadura de Pérez Jiménez, uno podría darse cuenta de que, dentro del perezjimenismo, era posible encontrar solidaridad para los presos políticos.
Más adelante, durante el periodo democrático, el lector puede ver cómo dentro de la confrontación ideológica es posible la convivencia política, como es lógico en cualquier sociedad libre. AD no solo pudo sobrevivir, división tras división, sino que muchos de estos hombres y mujeres que habían tomado caminos diferentes seguían siendo amigos, aunque se enfrentaran en el terreno político. “Supuse durante muchos años que no había empatía entre nosotros, hasta que me fue mostrada una larga nota que oportunamente había dirigido por mi nombramiento —en la ONU— y su alegato impecable”, expresa Mogna en su libro en torno a un colega que interfería en la decisión. Como también reconoce el “magistral” discurso de Rafael Caldera ante el senado, en 1986, durante la conmemoración de la Constitución del 61. O recuerda sin ninguna pretensión su distante amistad con Soto, y sus encuentros durante los cuales el artista cinético le preguntaba con sorna: “¿Y cómo está el derechista?”.
Sin embargo, no es un mundo Disney lo que nos presenta el autor. A lo largo del libro, y a medida que avanza con mucha más fuerza, Mogna deja ver un universo de intrigas y guerras sucias, aun al interior de los propios partidos, por el control del poder. Y si alguien puede hablar de eso es él, porque ocupó cargos públicos importantes no solo durante los gobiernos adecos sino incluso durante uno de los gobiernos de Caldera. Así que el libro también relata, al tiempo que despeja dudas al respecto, famosos y no tan famosos casos de corrupción, a los que atribuye en parte la decadencia de la 4ta República, junto a la incapacidad y poca disposición de la dirigencia para someterlos a juicio y llevarlos hasta sus últimas consecuencias.
El libro de Mogna se convierte en un texto de lectura obligatoria para politógos y comunicólogos, pues en él subyace un manual de estrategias, básicamente desprendidas de su propia experiencia como publicista político, en la que destaca su liderazgo en la campaña de Luis Piñerúa Ordaz. Historia patria.
Por otro lado, el libro deja ver también cómo estos partidos formaban sus “cuadros políticos” en el extranjero. El mismo Pedro Mogna fue enviado por Acción Democrática, por decisión de Gonzalo Barrios a estudiar a Ginebra, bajo su tutoría. Mientras tanto, le pidió a Mogna que fuese su secretario privado. Y esta estrecha relación entre Mogna y Barrios se evidencian rasgos de personalidad de los que nadie hasta hoy ha hablado.
Relata, por ejemplo, en esa suerte de perfil inédito de Gonzalo Barrios, que el dirigente adeco, que había perdido las elecciones contra Rafael Caldera por 32 mil votos, ante un informe que le presentaron Luis Piñerúa y Hernández Grisanti argumentando que los 32 mil votos en realidad eran a su favor, espetó: “No autorizo la publicación ni uso de este análisis porque además de habernos dejado arrebatar el triunfo tampoco me voy a declarar pendejo”. Material de análisis para los tiempos de hoy.
En todo caso, la visita a museos y encuentros con intelectuales internacionales y venezolanos en el extranjero formaban parte obligatoria de su formación.
El libro de Mogna es un viaje al pasado reciente venezolano, escrito a ratos en clave de humor, sin escatimar en revelaciones en torno a asuntos como el caso de William Niehous o las secuelas que el terrible incidente de las Torres Gemelas trajo a Venezuela, en tanto ayudó, con el alza del petróleo, “a atornillar a Chávez en el poder”. Además, el texto abunda en facsímiles de documentos originales para que el lector pueda constatar la veracidad de lo que allí se relata, aunque estas anécdotas estén tamizadas por la mirada subjetiva de su autor.
El autor
Pedro Mogna (Barcelona, Anzoátegui, 1944) es considerado uno de los políticos más honestos de la historia contemporánea venezolana. Si alguna vez se vio envuelto en algún caso, él se encarga bastante bien de espantar esas sombras. Prefería renunciar a cualquier cargo de consolación en el que no se le permitiera trabajar, e incluso alguna vez rechazó ofertas de trabajo en gobiernos copeyanos si eso significaba abandonar su figura de opositor. Renunció, por ejemplo, a un cargo en el Banco Industrial cuando descubrió que no le iban a asignar ninguna tarea.
Sus múltiples viajes le permitieron estar en París durante el Mayo Francés, o en Nueva York en los acontecimientos del World Trade Center. Ocupó cargos de embajador y cónsul general en esa ciudad norteamericana y en Hamburgo, y su experiencia como “animal político” y capacidad intelectual lo llevaron a desempeñarse también en el medio publicitario en la famosa firma ARS.
Ocupó cargos de diputado al Congreso, Ministro de Estado Jefe Oficina Central de Información, Viceministro Secretaría de la Presidencia, entre otros.
Paradójicamente, luego de una larga estadía en el extranjero, siempre a contracorriente, Pedro Mogna decidió regresar a Venezuela recientemente mientras otros, unos obligados por las circunstancias y otros en busca de mejores condiciones de vida, se exilian.