Ante tan grave anomia social y política las elecciones del 8D no son unos simples comicios municipales, sino que sus resultados deben revelar el rechazo al destructivo gobierno de Maduro de todos los estratos sociales, incluidos los chavistas. “La oposición debe temer a la abstención, la abulia, la tontería, más que al propio Maduro, que cava su tumba política con sus discursos y su gobierno” advierte el agudo Fausto Masó (EN 19-10-13): “Las ganas de quedarse en casa las refuerzan el mito de que los votos los engullen las máquinas de votar. No conocemos ni un testigo de mesa que afirme que el conteo manual de las papeletas le haya arrojado un resultado distinto del que anunciaba la máquina”. ¡Claro que hay trampa en una competencia desigual!, añade Masó. El Consejo Nacional Electoral (CNE) nunca envía mensajes recordando el secreto del voto, permitiendo así que se deslice la idea de que el gobierno sabe por quién votará cada ciudadano, falacia que influye en cada empleado público o beneficiario de las Misiones.
Trampas como el voto “asistido”; militares y motorizados armados amenazando a testigos opositores; votos múltiples de un mismo elector; Registro Electoral Permanente (REP) contaminado y, sobre todo, los centros con una sola mesa de votación porque no son auditados. Por eso la roja Tibisay no permitió la auditoría del 14A con cuadernos de votación e inclusión de los centros con una sola mesa porque, de haberlo hecho, habrían aparecido los votos que le “regalaron” a Maduro. El 8D “usarán 5.454 centros de una sola mesa de votación”. Ahí es donde no deben faltar testigos avezados que estén ¡mosca!
Los venezolanos tenemos el 8D dos caminos: 1): Permitir “ganar” a Maduro por paliza con nuestra abstención -con lo que también legitimaríamos ante el mundo el 14A y Maduro llegaría al 2019 con esa “fortaleza”. O 2): Votar masivamente, cuidar nuestro voto y obtener un claro triunfo que muestre la derrota y debilidad política del Ilegítimo y, además, contar con una legión de alcaldes y concejales opositores incorporados a lucha por la reconquista de la democracia y la paz social. Ese resultado es posible porque las encuestas muestran el alto deterioro de la imagen de Maduro y que más del 70% culpa al gobierno de la inseguridad, inflación, escasez y, en síntesis, del caos del país. “Todo será mucho más fácil después de una victoria clara el 8D”, ratifica Masó. También el insigne Carlos Machado Allison nos recuerda que la trampa es más fácil hacerla cuando la diferencia es de 1%, que si es del 30%. “Abstenerse el 8D, por pasivo, furibundo o frustrado, no ayudará a mejorar este país que se cae a pedazos, pero si puede contribuir a la pulverización de lo que queda. (… ) Un triunfo de la oposición no solo será un mensaje de optimismo hacia el futuro, también un castigo al peor gobierno de nuestra historia” (EU 08-10-13).
En estas circunstancias de escasez, inflación, cierre de empresas, caída de la producción, devaluación, desempleo, inseguridad, apagones; vías, hospitales y escuelas en ruinas; cubanos al mando, etc., la victoria electoral de Maduro solo se produciría con una monumental abstención. ¿Contribuiremos los demócratas con nuestra abstención al triunfo de Maduro, o iremos todos masivamente a votar? Yo lo tengo claro: iré a votar el 8D.