Ahora bien, consideremosel factor “bandera política” en el caso oficialista. Los estudios revelan que el apoyo popular al Gobierno de Maduro se debilita de manera lenta, pero constante. Si en las próximas semanas ambas fracciones lograran activar el voto de sus seguidores, no debería causar sorpresas un resultado ajustado en el voto nacional el 8-D, y una derrota oficialista podría convertirse en una posibilidad real.
Aquí es donde la ofensiva iniciada hace semana y media por el Gobierno nacional, en la cual dio inicio a una serie de intervenciones de comercios, con el fin de obligarlos a disminuir el precio de sus productos a niveles “justos”, pasa a jugar un papel de importancia para el sector oficialista. Estas acciones generaron una serie de eventos que han ocupado desde entonces una buena parte de la atención de los medios de comunicación y de las conversaciones diarias de todos los venezolanos, lo que le ha permitido al Gobierno retomar el control de la agenda en el plano político y, por supuesto, en el electoral.
Las acciones emprendidas por el Gobierno van dirigidas directamente a impactar a los estratos socioeconómicos D y E. Pero más allá de tratarse de un intento por lograr este impacto de manera directa, es decir, a través de ofrecerle a esta población la posibilidad real de adquirir productos a bajo precio, éste va orientado a rescatar aquellas “sensaciones” que Hugo Chávez lograba sembrar de manera magistral en estos sectores populares. La imagen del hombre fuerte que a manotazos decidía cosas y que era capaz de doblegar a quien se le interpusiera en sus propósitos, constituía uno de los activos más importantes del ex presidente para mantener en las masas la esperanza de que vendrían cosas mejores. Los seguidores de la imagen de Chávez no han encontrado este ingrediente en la figura que heredó el liderazgo del oficialismo, lo cual ha contribuido de manera significativa al debilitamiento del apoyo al actual gobierno. El desprendimiento progresivo de “ciegas lealtades” del ala oficialista debía ser detenido, y una demostración de fuerza “a lo Chávez” era necesaria. El efecto parece haberse logrado. Como ejemplo, podemos citar el caso de la joven maestra que en la cadena nacional del pasado lunes 18 desde la ciudad de Maracay, pidió la palabra para decirle a Maduro que estaba sorprendida porque no se esperaba de él esos “cojones”.
¿Cómo repercute esto en las elecciones del 8-D? Los estudios lo irán mostrando; sin embargo, podemos suponer que la disminución en la popularidad de la actual gestión se frenará de momento y quizás hasta logre recuperarse en alguna medida. Además, estos movimientos podrían activar el voto oficialista en sectores que por el proceso de “desencanto”, estaban cayendo en un letargo peligroso para la suma del total nacional. A nivel de resultados locales, no deberíamos esperar grandes cambios. Los aspirantes que tienen sólidas ventajas difícilmente las perderán. Sin embargo, estas acciones pueden tener un impacto decisivo en los municipios donde la lucha está cerrada, particularmente en aquellos con abundante población de bajos recursos.
Ahora bien, lo qué pasará con las personas que se oponen a la actual gestión, es otra variable a considerar, y en este caso sólo habría que esperar por la reacción de aquellos opositores que, por distintas razones, no están motivados a sufragar. ¿Acaso estos hechos contribuirán a activarlos? De no ser así, el oficialismo tendrá todo en sus manos para una victoria en el voto global, de gran importancia simbólica para el momento político que vive el país.
Félix L. Seijas Rodríguez