El museo centenario de las momias de Egipto y los tesoros del rey Tutankamón trata de sacar los mayores beneficios posibles ante la adversidad de la agitación política. Pero el Museo Egipcio de El Cairo está recibiendo una paliza desde diferentes frentes, desde disturbios frente a sus puertas hasta una recaudación de fondos tan escasa que ni siquiera es capaz de cubrir el uso de presillas para papel.
El museo, un tesoro de antigüedades faraónicas, es desde hace mucho tiempo uno de los puntos fuertes del turismo en Egipto. Pero la constante inestabilidad desde el levantamiento de 2011 que derrocó al presidente Hosni Mubarak ha hecho que el turismo desaparezca, eliminando así una fuente importante de ingresos. Lo que es más, los rumores políticos y los intentos por acabar con la corrupción han tenido un efecto colateral con la prohibición del envío de antigüedades en giras a museos en el extranjero, con lo que se interrumpe la que fue en su momento una importante fuente de ingresos para el Estado.
Las repetidas de protestas en la Plaza Tahrir de El Cairo, donde está el museo, también han ahuyentado a los visitantes. A mediados de año hubo marchas multitudinarias que llevaron al golpe militar del 3 de julio que expulsó del poder al presidente islamista Mohamed Morsi. En las últimas semanas, los manifestantes han regresado a Tahrir, esta vez manifestando su enojo con el gobierno, respaldado por el Ejército, que tomó su lugar.
“La Plaza Tahrir es considerada la cuna de la revolución egipcia y el museo es como un termómetro. Se ve afectado por la situación política en la plaza”, dijo Sayed Amer, director de la institución, en una entrevista reciente con The Associated Press.
El ministro de antigüedades, Mohamed Ibrahim, trató de mostrar buena cara ante la situación, diciendo que por lo menos el museo sigue abierto.
“En ocasiones la plaza está cerrada pero mantenemos el museo abierto”, indicó.
En visitas recientes la AP pudo ver a un puñado de visitantes extranjeros pero a ninguno en sus más preciadas exhibiciones de momias y tesoros del rey Tutankamón.
El museo trata de rescatar algo de los días difíciles. Ha iniciado una extensa renovación del edificio palaciego color salmón y de 111 años. Se renovará la decoración y se modernizarán la iluminación y los sistemas de seguridad en un plan en cooperación con Alemania, a un costo superior a los 4,3 millones de dólares.
También hay planes para demoler la vecina ex sede del Partido Nacional Democrático de Mubarak, que fue incendiado durante la revuelta, a fin de crear un espacio al aire libre para que el museo realice exhibiciones junto al Nilo.
Los tesoros del rey Tutankamón serán trasladados a un nuevo Gran Museo Egipcio que se construye cerca de las pirámides de Giza y que se espera esté terminado para 2015. El plan refleja en parte la riqueza en artefactos faraónicos de que goza Egipto: El Museo Egipcio en la Plaza Tahrir está tan saturado de objetos y más de la mitad de su colección está en el sótano —en condiciones nada ideales_, lo que significa que hay material más que suficiente para atraer a los visitantes a ambos museos.
Y en medio de la restricción de presupuesto, el personal busca otras fuentes de ingresos.
Yasmin El-Shazly, director del Departamento de Documentación, que controla los 200.000 objetos del museo, implementó un mecanismo de recaudación de fondos para obtener donaciones para el museo de manera independiente del gobierno. AP