Fausto Maso tuiteó el pasado domingo 1 de diciembre que “asombrosamente los principales abstencionistas son los jóvenes, los que debieran estar interesados en el futuro del país”.
Es una afirmación lapidaria que no se corresponde con la gesta que los estudiantes siempre han demostrado en las luchas por la democracia.
Ejemplos varios encontramos en la historia de Venezuela: la irrupción el 21 de noviembre de 1957, “el año en que los venezolanos perdieron el miedo” (titulo de la obra de Simón Alberto Consalvi) en que se produjo la huelga estudiantil y se produjeron una serie de comunicados que se repartieron en volantes y pese a que la Seguridad Nacional, órgano de represión política del régimen de entonces tomó por asalto la Universidad Central de Venezuela, apresó a numerosos estudiantes y cerró los centros de educación superior, la gesta tuvo tal éxito que fue uno de los desencadenantes que concluyeron con la caída del gobierno del dictador Marcos Pérez Jiménez.
En los años más recientes nos encontramos con la salida a la calle de los estudiantes cuando el cierre de RCTV, fecha de que marco la cantera de líderes políticos, muchos candidatos a Alcalde y Concejales en estas elecciones municipales.
Si atribuimos seriedad, como siempre a los comentarios de Masó ¿cuáles serían las razones para que los jóvenes se abstengan de participar?
Son muchas y variadas las razones que pudieran esgrimirse con tal solo pensar en un foro, por ejemplo, en que el tuvieran participación Briceño León, Ángel Oropesa, Luis Vicente León, Gustavo Tarre y hasta el propio Maso.
Los jóvenes, al igual que el resto de la sociedad, ha caído presos del desencanto hacia los procesos eleccionarios que gran parte de la misma dirigencia política de oposición ha sembrado, específicamente con los acontecimientos del pasado 14 A sin que se le diera la oportunidad de aprender la máxima del beisbol según la cual que “quien no hace le hacen”, vale decir que el que no participa y se abstiene el otro equipo aprovecha hacer cualquier tipo de desmán rayano en delitos electorales. Es la ausencia ciudadana democrática en las mesas y en los centros electorales la que facilita la verificación del tipo conductas fraudulentas que todos conocemos.
Los jóvenes y otros sectores de la población han adquirido y desarrollado el síndrome de una “hastío” electoral, han copiado y adquirido de sus mayores la ansiosa búsqueda de una trocha y de un camino fácil pues son más de 15 años de elecciones y referendos y nada, siempre ocurre lo mismo.
Pareciera que se les ha contagiado a muchos, de manera distorsionada, el sentimiento minoritario de “la vía engañosa de la conspiración o del golpe del Estado (que) parece más corta, pero presenta riesgos políticos tremendos que la experiencia histórica demuestra con bastante claridad” (…) desconociendo que “el civismo, vía quizás más lenta pero mucho más segura, está sujeta a menos contingencia” (Luis Herrera Campins “Los caminos cívicos del sufragio electoral”).
Hay que enseñarles a nuestros jóvenes que una prédica constante que “es necesario no temer al tiempo. Al tiempo sólo lo temen los inconstantes, los apresurados y los cobardes ante la vida” (LHC).
Es posible que entre los jóvenes, y eso fuera muy triste reconocer, existe una mayoritaria tendencia, de escapar del país antes que se baje la santamaría de la burocracia migratoria, de muy variadas formas, y estar condenados a hacer la semilla de justificación y fortalecimiento de un régimen eterno que expolia su futuro y bienestar que sigue a pie juntillas el libreto cubano de ese gran teatro del absurdo al cual han acudido durante más de cincuenta años artistas, políticos, intelectuales y empresarios a recrear su sentimientos igualitarios como forma de exculpación con sus desmanes pero siempre bajo la lejana colina de la observación y de la complacencia mecánica de un gran altavoz publicitario.
Sin embargo, el sentido de la patria se alimenta, se cuece poco a poco con el ejemplo y los valores del hogar, la influencia de una conducta férreamente apegada a ellos.
Las elecciones del 8 de diciembre no son unas elecciones municipales normales pues no se están dentro del marco de una democracia efectiva y real.
Mas por el contrario, son unos comicios que en el que participan dos tendencias claramente definidas desde le punto de vista ideológico y con dos concepciones distintas del Estado.
El municipio para el oficialismo es el ámbito que deben a conquistar, al cual le deben poner la mano pues es la semilla de la revolución, el depósito de los desechos de una institución que se demolerá con la comuna.
La comuna es un espacio para la distracción, para la definición de relaciones de sumisión y enajenación de la libertad pues la cabeza superior de la que emana un pensamiento y voz única, permitida y aupada, es la del Presidente de la República.
La comuna es espacio vital de la definición y puesta en práctica de un sistema económico que desconoce la esencia de la propiedad como condicionamiento básico de la libertad cuya máxima expresión es la “cola” que se forman para que a cuenta gotas se nos de la ración de dignidad que el régimen considere y las autorizaciones y registros como mecanismo de selección discriminada del derecho a formarla.
No es exageración es historia; no es Casandra la que anunciaba la destrucción de Troya, son las “Leyes del Estado Comunal” que así lo establecen; no es una reacción atávica de una derecha apátrida sino las implicaciones y perversidades de una medidas que se vienen dictando y que anuncian lo que todo el mundo sabe y rehúsa enfrentar .
Son muchas las razones para ir a votar; abstenerse como reacción de la malacrianza democrática de guapetones de barrio que lo que quiere es acabar la fiesta como forma de imposición de autoridad o de llamar la atención, no conduce a nada.
Hemos llegado hasta donde hemos llegado pues lo hemos permitido; hemos dejado espacios abandonados o hemos renunciado aquellos que debimos haber preservado-
Leonardo Palacios M./ @Negropalacios