Por segunda vez en este año el pueblo venezolano es convocado a las urnas electorales. En esta oportunidad para elegir alcaldes y concejales. No es un evento de poca importancia, aunque algunos se entusiasman más cuando se trata de elecciones presidenciales. Mientras más cercano está el gobernante mayor compromiso.
Para los vecinos es mucho más común encontrarse con un concejal o con el alcalde de su municipio, que hablar con el gobernador; y ni se diga con el presidente de la república. Desde luego, se trata de sistemas democráticos donde poco importe quien sea el presidente o el gobernador, siempre y cuando actúe con apego a la Constitución y a las leyes, y sobre todo con respeto a los derechos de quienes piensan diferente.
Las votaciones de hoy, como ha sido costumbre en los últimos años, están marcadas por un exagerado ventajismo de una de las opciones más que todo con el fin de desmotivar o desmovilizar al electorado. Pero contra eso, la verdadera fuerza de los ciudadanos es el deseo de tener democracia, lo que pone una nota de aliento. Puede decirse que hoy los venezolanos asistiremos a un auténtico acto de resistencia democrática en el que nadie puede quedarse en casa.
Tirios y troyanos debemos expresar nuestras preferencias. Veremos hasta qué punto está conforme el venezolano con la situación que vive. Probablemente no todos puedan ver los boletines que emita el Consejo Nacional Electoral, porque quizá se presente uno de esos apagones que constantemente ocurren por fallas, descuidos o ineptitud de los encargados de mantener el servicio de electricidad activo, pero al final todo se sabrá y las posibilidades de un cambio de rumbo siempre están en la esperanza del voto.
No es el momento del desánimo. La sociedad no puede seguir inerme. El llamado es a la participación decidida y con entusiasmo. Que existe desconfianza, nadie lo duda. Pero la desconfianza no tiene porqué paralizarnos. Al contrario, contra la desconfianza hay que actuar firmemente. Sí vale la pena votar, aunque sea como ejercicio democrático para seguir sembrando la semilla de ese árbol que anhelamos crezca con raíces profundas y vigorosas. Prohibido rendirse. Los valientes demócratas viven y mueren con la frente en alto. Los cobardes se esconden detrás de un aparataje, y sintiéndose fuertes tratan de infundir temor.
Hoy, el alto gobierno ha decretado el día de la lealtad. Tomémosle la palabra y seamos leales a nuestros principios, a nuestras familias, a nuestro país, a nuestro municipio. Tenemos que ser leales a la verdad, rechazando la mentira. Pregúntate: ¿qué deseas para tu municipio? Observa detalladamente lo que ocurre a tu alrededor y vota por quien tu pienses cumplirá con sus promesas. Recuerda que el momento electoral es solo un día, luego vienen los lamentos o las satisfacciones.
Ha sido una costumbre tratar de impresionar los últimos días de las campañas electorales, inclusive el mismo día, con ofertas engañosas o dádivas económicas para comprar conciencia. Contra eso también te debes expresar. Recuerda que el alcalde que elijas hoy será el gerente de tu ciudad. Si quieres ver el municipio de tus sueños vota por el que consideres la mejor opción. Recuerda, no es al gobernador al que estarás eligiendo, ni mucho menos al presidente. Hoy elegirás a un vecino para llevarlo a la cámara municipal o a la alcaldía. La lealtad es con tu futuro, no con imágenes del pasado.
La Fuerza Armada debe cumplir su rol. Ya basta de permitir abusos y cohonestar triquiñuelas. No puede permitirse que motorizados intenten sembrar pánico amedrentando a los electores de determinada tendencia.
Deben respetar las normas y reconocer que las votaciones son actos cívicos y no militares. Deben garantizar la seguridad. Ojalá el día de hoy sirva para que nuestras fuerzas armadas laven el uniforme que se les ha venido manchando en los últimos procesos electorales con los desafueros cometidos a las puertas de los centros electorales por grupos claramente identificados con sectores gubernamentales.
Elecciones y esperanzas.