Cualquier día es bueno para comenzar un proyecto, para concretar un sueño. Sin embargo, a principio de cada año repetimos el ritual de ponernos metas para los venideros doce meses. Una parte la cumplimos, la otra quedará pendiente y la incluiremos en la agenda del próximo enero. Hay quienes cargan la mano en los asuntos personales, como tener más tiempo para la familia, hacer deportes, realizar aquella visita postergada al dentista… pero también el listado puede inclinarse hacia aspiraciones profesionales al estilo de cambiar de trabajo, terminar una investigación, graduarse en una nueva materia.
Le he preguntado a algunos amigos y conocidos sus deseos para este 2014 y las respuestas son un calidoscopio de intenciones. Desde “ponerse fuerte en el gimnasio del barrio”, “vender el bicitaxi para comprar una moto”, “echar la placa del techo”… hasta “terminar la carrera universitaria”, “reunificar a toda la familia en Miami”, “filmar un videoclip” o “abrir una cafetería por cuenta propia”. Las visas para emigrar siguen estando entre los deseos más compartidos, especialmente por la gente joven. Hasta el punto que muchos proyectos profesionales tienen como principal fin acumular recursos y con posterioridad marcharse del país. A casi seis años de comenzadas, las llamadas reformas raulistas no han logrado mejorar significativamente la economía doméstica ni nacional.
En lo personal, después de un 2013 que ha cambiado la vida, mi secuencia de proyectos es tan variopinta como imposible de cumplir en toda su extensión. Seguiré impartiendo cursos para enseñar a gente a usar las nuevas tecnologías. Este año también verá la luz mi sueño de un medio digital independiente, que me ha tenido las últimas semanas corriendo de aquí para allá. Como todo nacimiento llevará ruptura, dolor, alegrías y desvelos. En las próximas semanas publicaré el cronograma del “parto”. Manténganse atentos.
En mi habitación hay una montaña de libros que me gustaría leerme por primera o por enésima vez. ¡Qué ilusa soy al creer que tendré tiempo libre como para eso! Quiero volver a las páginas del maestro Kapu?ci?ski, reencontrarme con Truman Capote y hallar algunos textos de Javier Cercas que faltan en mi biblioteca. Seguiré devorando revistas de apps, gadgets, softwares… porque cada año soy un poco más geek, lo confieso.
Los amigos y lectores tienen un lugar importante en mis propósitos anuales. Ojalá pueda mimarlos algo más, dedicarles tiempo para la buena conversación con un cafecito por delante. A los que están lejos, sólo espero que “los dioses de las tecnologías” se compadezcan y me den más acceso a Internet para poder responderles sus correos electrónicos. Pero ya saben ustedes, el Olimpo es caprichoso y Zeus no quiere soltar el rayo de la conectividad.
Mi casa, mi pequeña familia, mis plantas y los animales que me hacen la vida complicada y feliz, también están entre las prioridades. No me puedo quejar, la verdad, porque no piden mucho y me lo dan todo. Espero repasar junto a mi hijo sus primeras lecciones de filosofía y llevar a Reinaldo a ese “sucio pedazo de mar” que hicimos nuestro hace ya veinte años. Me enfocaré en ellos. Porque en los momentos de mayor presión, ha sido la gente que amo quien me ha ayudado a seguir sonriendo.
Como centro de todos los planes está mi país. Sin él no tendría ni casa, ni familia, ni amigos, ni temas para escribir, ni planes que hacer… ni una yagruma en maceta que cuidar. Aunque sé que el hogar puede estar en cualquier parte, el mío he decidido –a cuenta y riesgo- que esté ubicado en esta Isla. Me quedo, a pesar de que tantos conocidos parten y que el gran potencial nacional sigue frenado por un poder caduco e intolerante. Me quedo también para ayudar desde el periodismo y la información a tener una Cuba libre, democrática, próspera e inclusiva.
Como ven se me ha ido la mano en la lista de propósitos para 2014. Ya habrá que tachar alguno en el camino. ¿Cuál? No sé. Por ahora quisiera creer que todos son posibles.