Crece una Venezuela sobre dos ruedas

Crece una Venezuela sobre dos ruedas

Ir caminando por una calle poco transitada y escuchar el ruido característico de una motocicleta que viene por detrás de ti, produce un verdadero estrés emocional. Quizás sea un mototaxista; un cartero; o un simple motociclista, pero nuestras “alarmas antiatracos” se prenden automáticamente.

Pablo Hernández, El Toque/RNW

Las motos pueden ser una solución viable a los problemas del tráficos: son más pequeñas, más rápidas, consumen menos gasolina y contaminan menos. En Venezuela, además, son, a la par, una fuente de negocio y muerte. En el 70% de los accidentes de tránsito en Venezuela está involucrada una moto.

Los convenios con China en materia económica ha permitido que se instalaran en el país varias ensambladoras de motocicletas, abaratando su precio. Esto, sumado a los altos costos de los vehículos regulares y las ventajas de este pequeño medio de transporte, ha supuesto que en los últimos años Venezuela vea un auge en el número de motociclistas recorriendo sus calles.

Mototaxismo
De este crecimiento surgen fenómenos como el mototaxismo. Nacido recientemente en el país criollo y presente fundamentalmente en la capital del país, donde existe el mayor número de cooperativas de mototaxis registradas, y es que la mayoría de los caraqueños han pagado por lo menos una vez para ir en motocicleta.

De igual manera, ha generado una fuente empleo importante pues la labor genera buenos ingresos: un promedio de 600 bolívares diarios (95 dólares al cambio oficial). Y es que, ante miles de vehículos regulares y un metro lleno de personas, sin duda, la mejor opción para llegar más rápido, es una moto.

El servicio, sin embargo, requiere de una mejor supervisión por parte del estado, en cuanto a precios, normativas de seguridad, regulaciones e inspecciones.

¿Más barato?
No obstante, no a todos los ciudadanos les agradan las motos, y no les faltan razones. Según las estadísticas más de la mitad de los crímenes registrados en el país, se llevan a cabo en motos. Vemos, por ejemplo, que un 85% de los asesinatos por encargo (sicariatos) son ejecutados sobre dos ruedas.

Así las motocicletas contribuyen a la inseguridad y la violencia que ataña a la nación. Una gran cantidad de robos en Caracas se llevan a cabo en sus avenidas, los delincuentes aprovechan sus motos y se cuelan entre las interminables colas, donde es sumamente “fácil” robar a un conductor estancado y sin escapatoria, con el respaldo que de llegar a suceder algo no planeado poder huir rápidamente del sitio.

La reciente ley de Transporte Terrestre Sobre el Uso y Circulación de Motocicletas que entró en vigencia el año pasado, no ha causado significativos cambios en el comportamiento de los motorizados, muchos apuntan a que es necesario que los organismos pertinentes se tomen la difícil tarea de hacer cumplir dicha ley.

Aunque esta dinámica que llamamos “guerra en las calles” no es más que el reflejo de los habitantes del país petrolero en un afán por no entender que los espacios públicos, en este caso las calles, son justamente “públicos” y no de un grupo de personas, sean peatones, motorizados o conductores. Es justo atacando este punto que se generaría una mejoría significativa en el largo camino que debe aprender el venezolano para poder llegar a ser un ciudadano respetable.

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