Sin duda este descenso puede atribuirse a los vaivenes de nuestra política petrolera. Inicialmente, Cipriano Castro y Juan Vicente Gómez cedieron concesiones de exploración y extracción a “parientes y paniaguados”, quienes inmediatamente las negociaban con las compañías extranjeras. Nueve leyes de hidrocarburos se promulgaron entre 1920 y 1943. Medina Angarita otorgó más extensiones de tierra que Gómez y López Contreras. La ley de 1943 puso un poco de orden y a través de los años fue aumentando la participación fiscal. Betancourt fue adalid de no más concesiones. En 1976 se estatizó la industria de los hidrocarburos y desde entonces todos nuestros gobiernos apostaron a la reducción de la producción. Recientemente gobierno y oposición predican la necesidad de aumentarla, pero quizá sea tarde porque hay otros actores importantes.
En 1982 se inició la política de internacionalización y de apertura a empresas privadas, criticadas por el régimen actual, pero paradójicamente continuadas, aunque en lugar de Exxon y Conoco prefiere algunas empresas de menor categoría. La Pdvsa meritocrática negoció cuatro mejoradores para poder refinar el crudo de la Faja. A la fecha no se ha construido ningún otro mejorador. Actualmente hay doce empresas mixtas en la Faja, con socios de Cuba, Rusia, Vietnam, España, India, Malasia, Estados Unidos, Japón, China, Italia y Noruega. La cuantificación de las reservas se les asignó a empresas de los países citados y, además, a Ecuador, Uruguay, Chile, Argentina, Portugal, Brasil e Irán.
Menospreciamos nuestro mercado natural de Estados Unidos y nos hemos asociado con algunas empresas que no tienen tecnología ni músculo financiero. Pdvsa es una empresa endeudada, politizada, corrupta e ineficiente, que importa gasolina y diesel. En un nuevo gobierno la política petrolera debería seguir los ejemplos de Brasil y Colombia. Pdvsa tendrá que reducirse, colocar un 20% de sus acciones en la bolsa y que el crecimiento de la producción sea vía empresas mixtas. Si se modifica la Constitución, podrían participar sin necesidad de asociarse con Pdvsa, empresas privadas venezolanas y extranjeras. No es asunto de ideologías, sino de necesidad, como le está sucediendo a México. Los mitos de soberanía y los vaivenes de las políticas nos han perjudicado.
Como en botica: Se justifica que gobernadores y alcaldes acudan a Miraflores. Que asistan algunos parlamentarios es sumisión. El diálogo no puede ser para estabilizar al régimen, sino para garantizar que cumpla la Constitución ¡No más prisioneros políticos, ni exiliados!