Balones, rompecabezas, soldaditos, meccanos, patines, muñecas y los juguetes que llevan toda la vida seduciendo a los niños libran una batalla contra las tabletas por mantener su espacio.
Alfons Luna/ AFP
El juguete más vendido en Gran Bretaña en 2013 fue el “furby”, un muñeco de peluche interactivo. Le siguieron dos tabletas, luego las figuritas de Lego y, finalmente, otro robot, este en forma de perrito, según datos de la consultora NPD.
La lista fue difundida con ocasión de la Feria del juguete (Toy Fair) de Londres, una de las más viejas del mundo (cumple 61 ediciones), que se celebra desde el martes en el Kensington Olympia.
La mayoría de los expositores son fabricantes de lo que se consideran juguetes tradicionales -sin enchufes, a propulsión manual, analógicos, palpables… y rompibles. Admiten la seria competencia de las tabletas pero creen en el futuro de sus productos aunque admiten que habrá que modernizarse.
En algunos casos, cuentan como aliados a los padres, reticentes todavía a los misterios y peligros del mundo digital.
Los meccanos, esos juegos de construcción creados en Liverpool en 1908 por Frank Hornby, “son todavía muy populares, particularmente entre padres, abuelos y quienes compran los regalos”, explicó a la AFP Kevin Jones, director de marketing de Spin Master, la empresa propietaria.
“Estamos tratando de hacerlos más atractivos para los niños pequeños de lo que eran en el pasado”, prosiguió.
“Tenemos que admitir que actualmente hay un lugar para las tabletas y la tecnología. Cuando los niños crecen y entran en el mundo adulto, tienen que saber usar la tecnología”, reconoció Jamie Dickinson, de Playmobil, fabricante de unos muñequitos inconfundibles.
Al mismo tiempo, “también tienen que aprender muchas otras cosas que sólo los juguetes tradicionales pueden aportarles”, concluyó.
Roland Earl, director general de la Asociación británica del juguete (British Toy and Hobby Association), minimizó la amenaza de las tabletas y confió en que haya espacio para aficiones diversas, como siempre fue el caso.
“Todos los sectores deben tener miedo a las tabletas. Las cámaras deben temer a las tabletas, las agendas… Lo que diría es que ha de haber un equilibrio. No es bueno para los niños jugar sólo a una cosa. Si les gusta el fútbol, pueden jugar al fútbol, pero también leer”, explicó.
En favor de las tabletas, “está el efecto novedad”, pero “creo que eso cambiará”. “Los juguetes han tenido valor a lo largo de la historia del hombre y continuarán teniéndolo”, sentenció.
Podría pensarse que la idea de jugar con una tableta casa mal con la vitalidad de los niños, pero es lo que ven hacer a los mayores.
“Los niños empiezan” a usarlas “cada vez más jóvenes, incluso a los dos años. Quieren hacer como sus padres y usar también una tableta”, explicó Emmanuel Le Cottier, director de Lexibook, una empresa que fabrica versiones infantiles de estos dispositivos.
Para evitar disgustos, explicó Le Cottier, las versiones infantiles tienen estrictos controles de contenido y de horas de uso.
Un control innecesario, según se desprende de lo que explicó la niña Emilie Brun, de 9 años.
“Prefiero la tableta” a los juguetes tradicionales. “Bueno”, matizó, “me gustan las dos cosas, porque al cabo de un momento con la tableta me harto. Está bien cuando me aburro pero también me gusta jugar a profesores con mi hermana”, explicó la niña.