El actor Philip Seymour Hoffman se había ido de casa tres meses antes de morir y se había mudado a un apartamento a apenas tres manzanas a petición de Mimi O’Donnell, su pareja y madre de sus hijos, que no quería que los menores vieran a su padre preso de la adicción a la heroína.
Según informa el New York Post, esto explicaba la inicial ambigüedad sobre el lugar donde el cadáver del ganador del Óscar por “Capote” fue encontrado el domingo en calzoncillos y con una aguja clavada en el brazo, que no era su residencia habitual, sino un apartamento cercano en la misma calle.
“Era sabido que estaba luchando por mantenerse sobrio y O’Donnell, que había tenido que ponerse dura con él para poder ayudarle, le dijo que necesitaba un tiempo alejado de sus hijos para volver a tener una vida normal”, informa una fuente de Hollywood citada por el tabloide neoyorquino.
Philip Seymour Hoffman perdió la vida a los 46 años y la Policía que investiga la supuesta sobredosis de heroína que causó su muerte, ha hallado en el nuevo apartamento del actor 50 bolsas de esta droga, por lo que ahora buscan a quién le suministró las sustancias.
Algunas fuentes citadas por el New York Post aseguran que Hoffman y O’Donnell se habían visto en el barrio el sábado por la tarde y que incluso hablaron por teléfono por la noche, cuando O’Donnell notó que su pareja estaba bajo los efectos de la droga, según habría informado ella misma a la Policía.
La alerta sobre el estado de Hoffman saltó cuando no acudió a recoger a sus hijos (de 10, 7 y 5 años) al día siguiente a las 9 de la mañana, cuando había planeado una visita.
Hoy, Cate Blanchett, que compartió con Philip Seymour Hoffman la película “The Talented Mr. Ripley”, acudió a la casa de O’Donnell a llevar unos juguetes a sus hijos, aunque no quiso hacer ningún comentario. EFE