El envilecimiento del bolívar de papelillo y el hombre de a pie
Así, compartiendo una cola en el supermercado para pagar, delante de mí, una mujer humilde, pagaba veinte paquetes de harina para arepas. Mientras esperábamos el turno, le pregunté si hacia empanadas o arepas para vender, su respuesta, aunque algo tímida fue negativa. Para reconocer su intuitivo conocimiento de lo económico, insistí en conocer sus razones. Quedé agradado –pese a su escaso nivel de escolarización– de su racionalidad económica, superior a muchos líderes políticos, nuestros y de ellos que buscando su apoyo político, creen engañar ofreciendo que los alimentos bajarían de precio y muchas otras excentricidades demagógicas del político de pacotilla, cosas en las cuales la gente no cree, pero con una arraigada cultura rentista, cualquier intento es natural.
La humilde Sra. me respondió, “ en la cola están mis hijos, mi nuera, mi hermana y mi marido, cada uno con igual cantidad de paquetes de harina, estos paquetes los venderé o canjeare en el barrio por café, aceite, leche, y otras cosas que no se consiguen”; de inmediato pregunte y a qué precio, me respondió, depende, puede ser a 30, 40, 50, y más, y le pregunte, no le parece eso muy caro?, me respondió de una, “acaso Ud. no sabe a como está el dólar paralelo” ?, le respondí, claro, agrego, “entonces sabrá porque compramos bastante harina”. Recordé de inmediato la estupidez del gobierno en esconder el precio del dólar paralelo, -impuesto por el ministro más obtuso del régimen, el funcionario que se queja de la pasión q la gente muestra por el dólar. La humilde mujer de la historia podría ocupar su puesto en el gobierno, y su intuición sería más eficiente que la ideología del ministro.
De hecho, en su intuitiva respuesta se esconde algo que políticos demagogos ignoran, de acá y de allá; lo sorprendente es que sin saberlo, su comportamiento es el natural del ser humano racional que siente que el dinero con el que paga esos bienes pierde aceleradamente de valor y que en el próximo viaje al mercado, o no consiga la harina o su precio sea mayor, los reales sirven para poco. La humilde Sra. en realidad estaba canjeando bienes escasos dada las reglas políticas del gobierno, por un papel que se depreciaba a cada día, cuyo valor se lo comía el tiempo a alta velocidad, el signo que la hiperinflación había llegado, con el ingrediente adicional de la escasez, la cual le imprime a la hiperinflación creada por el gobierno, un carácter ciertamente criminal, por empobrecimiento por consecuencias no intencionadas e intencionadas.
La estupidez del gobierno y la social-corrupción
De la conversación con la humilde señora, y sus respuestas, uno comprende de inmediato la estupidez del gobierno, ella conoce los vaivenes del dólar paralelo, su precio diario es la primera información que ella procesa en la mañana, y cuando hace su cola para comprar papel toilette o pollos, ella sabe que está pagando mucho más por el pollo que el precio que se paga en USA, Colombia, y hasta Cuba. La gente humilde identifica que cada vez que Ramírez balbucea sobre lo económico el dólar paralelo sube su precio. Muchos se preguntan qué relación extraña puede estar conectando la diatriba de Ramírez y el dólar paralelo.
Acoplemos el sentido común e intuición económica de la humilde señora con lo que nos está pasando en lo económico y social y expliquemos, causas y las severas consecuencias que estamos pagando por criminal inducción directa del gobierno, equivocado y/o encaminando una agenda de empobrecimiento dirigida a generar individuos serviles y dependientes de la limosna del Estado.
La sumisión servil al Estado es la sustancia socioeconómica que se deriva de un régimen –como en Cuba- donde la reproducción de su pobreza es función del disfrute por parte de sus gobernantes de los privilegios del socialismo: corrupción, rentismo absoluto, canonjías, perversiones, enriquecimiento en la sombra usufructuando y disponiendo de bienes públicos, como preseas de la revolución, privilegios por derecho, como lo hacía Stalin, todas las taras de un socialismo para sociópatas, financiado por un insostenible derroche fiscal, el que paga la factura con hiperinflación y escasez de hoy
Del monopolio de las divisas a la escasez de dólares
Ese camino a la servidumbre, parafraseando a Hayek, se ha venido configurando desde que el gobierno definió su monopolio sobre las divisas provenientes de las exportaciones de petróleo en Febrero del 2003. Ese monopolio fue el pivote de un proceso de descapitalización del sector privado nacional obligado a competir en desigualdad de condiciones con el propio gobierno y con aquellas empresas extranjeras, de Argentina y Brasil y países clientes de la revolución. En el mediano plazo esos mecanismos represivos en precios y venta de divisas en CADIVI produjeron cierres y quiebras de miles de empresas privadas, así como por expropiación y nacionalización y una enorme deuda contingente de cuyo pago está en el limbo jurídico y financiero.
En conjunto, constituyeron la base de un proceso de descapitalización del “capital humano” con el agregado de un mecanismos de formación de salarios e ingresos reales alineados al salario mínimo; en virtud que la oferta laboral que emerge de ese proceso de descapitalización es para trabajadores sin o baja calificación laboral. Ese mecanismo se replicó en el sector público donde los salarios fueron políticamente reprimidos bajo los incentivos fiscales de baja remuneración. El resultado final de ese proceso de descapitalización es la igualación hacia abajo –léase salario mínimo- de la estructura de ingresos y salarios desde las clases medias hacia sectores mas humildes en sueldos y salarios; así seremos más iguales, pero pobres.
En relación a las empresas extranjeras –y nacionales- el monopolio sobre las divisas fue utilizado para un endeudamiento contingente por represamiento de dividendos e incumplimiento de las obligaciones en divisas con importadores, deuda que el gobierno prácticamente se ha declarado en abierto default, al no querer reconocer esos pasivos o cuentas por pagar. El monto de esa deuda sobrepasa los 15 mil millones de dólares, el 30% de la deuda documentada en bonos de la Republica, lo que unido a las expropiaciones y nacionalizaciones impuso una la intensa caída de la inversión extranjera que desactivo 125 mil empleos calificados, los cuales fueron sustituidos por oferta de empleos de ninguna calificación.
La crisis fiscal y el comienzo del “fin”
La evidencia de un colosal déficit fiscal aparece hacia el tercer trimestre del 2012, pero al no existir contrapesos y balances institucionales entre la AN, la institución que aprueba la Ley Presupuesto y el Gobierno, el organismo que gasta y se endeuda, los mercados tardaron en identificar el déficit de balanza de pagos, notorio por la caída de las reservas internacionales y que apuntaba a que PDVSA no estaba cumpliendo sus obligaciones fiscales. Ello era visible crudamente en la caída de las reservas internacionales desde octubre 2012, es decir, PDVSA no vendía dólares al BCV para cubrir su contribución fiscal (regalías, impuestos y dividendos), así transcurrió todo el 2013. La opinión pública nunca fue alertada, el país se ha descapitalizado de inteligencia y sabiduría.
La oposición política por razones desconocidas, por quien esto escribe, también falla –su fracción parlamentaria y sus dirigencias- en hacer notar ese desequilibrio fiscal y de balanza de pagos, causante del actual proceso de escasez de divisas y en consecuencia afectando las importación de alimentos, medicinas, respuestas, insumos diversos, etc. responsable de la colosal escasez en los mercados, de las colas, y de la rampante fenómeno hiperinflacionario que llevo la inflación en alimentos a niveles cercanos al 100%.
Esa curiosa actuación de la oposición, al respecto, ha impedido que el venezolano de a pie no identifique en propiedad la costosa irresponsabilidad del gobierno en llevar al país al colapso económico, tal cual como se deriva de los indicadores de inflación, liquidez, reservas, renta petrolera, cuentas fiscales y balanza de pagos. La información que recibe la oposición sobre la realidad económica, luce sesgada e incompleta.
La crisis de balanza de pagos y los raspa ollas en el gobierno
El fenómeno financiero y económico que subyace a las crisis de fiscales y de balanza de pagos, a la par del derroche y el colosal déficit fiscal, proviene de la continua caída de la renta petrolera, producida no solo por la descapitalización de PDVSA que ha visto por incumplimiento financiero reducir la producción de petróleo en unos 700 mil barriles por día, incrementar el costo de operación y producción por caída de la eficiencia industrial y desvió de sus objetivos medulares de producción refinancian y exportación de petróleo.
A ese perverso proceso de descapitalización se agregan los costosos acuerdos políticos de suministro de petróleo a China, Petrocaribe y Cuba, y otros, donde el producto de las exportaciones aporta a la caja de PDVSA apenas el 35% del potencial de ingresos por exportación. Al final el barril de petróleo, marcado a 100$ promedio, apenas 48 $ es lo que dispondría PDVSA para cumplir sus obligaciones financieras y la contribución fiscal, que es la que se carga en reservas internacionales, con carácter obligatorio. Todas las actividades económicas y financieras de PDVSA generan un flujo de caja negativo, la escasez de dólares en el mercado proviene de esa curiosa realidad financiera desconocida por la opinión pública.
Situación por cierto, de colapso, y de la cual la oposición –MUD- no ha podido dar cuentas, aspecto no resuelto que ha impedido que esta pueda ejercer un rol de oposición democrática como es debido, al desconocer la extrema realidad económica que vive el país. Queda en ese sentido, la confusión generalizada que impide conocer la realidad financiera y económica de Venezuela, y desde luego una especie de perplejidad y parálisis política, de un país que ya entro en terrenos de la hiperinflación, con escasez endémica en medio de una severa contracción económica rumbo a un colapso cuya presentación es fiscal.
El empobrecimiento como resultado neto y la derrota del comunismo
En ese sentido, la hiperinflación, escasez, desempleo, son resultados del empobrecimiento del capital humano visible en los volúmenes de empleos en servicios sin calificación que han sustituido a los empleos calificados perdidos con el abandono del país innumerables empresas multinacionales, y locales, descapitalización del sector privado y de los sectores de tecnologías y progreso técnico por arreglo revolucionario; expropiaciones, nacionalizaciones, expresión básica de los socialismos, que explica la irrupción de racionalidad del individuo, como la humilde señora de la historia que cuento arriba, buscando violar esas reglas que impiden la existencia de los mercados para poder sobrevivir a un régimen que decidió el engorde obeso mórbido de los gobierno y Estado cuyo resultado neto es el empobrecimiento del individuo.