Dos grandes manifestaciones pacíficas a favor y en contra del gobierno venezolano y la entrega de un opositor prófugo mantuvieron este martes en vilo a Caracas, tras dos semanas de protestas estudiantiles y violentos desbordes nocturnos.
En una concentración antichavista en el acomodado sector este de la ciudad, irrumpió el líder Leopoldo López y se entregó a la polícía, que lo buscaba por cargos de homicidio tras los desmanes que sucedieron a una marcha estudiantil con saldo de tres muertos la semana pasada.
En Palacio de Gobierno y frente a la manifestación de trabajadores petroleros convocada por el oficialismo, el presidente Nicolás Maduro dijo que “este jefe político de la derecha venezolana ya está en manos de la fiscalia para responder por sus llamados a la sedición, al desconocimiento de la Constitución”.
Maduro también criticó con dureza a los presidentes de Chile, Sebastìan Piñera, y de Colombia, Juan Manuel Santos acusándolos de inmiscuirse en asuntos internos venezolanos. “¡Ya basta carajo. Ya basta de que se metan en los asuntos interno de nuestra patria!”, dijo.
Ambas marchas marcaron un clímax luego de dos semanas de protestas universitarias iniciadas en San Cristóbal (cerca de la frontera con Colombia) en reclamo por la inseguridad y que fueron creciendo en magnitud, extendiéndose a todo el país e incorporando reclamos por la inflación, desabastecimiento y detenciones de estudiantes.
Las manifestaciones, que tuvieron desbordes violentos, habían sido calificadas por el presidente como “un golpe de Estado en desarrollo”.
Oficialistas y opositores se habían reprochado la temeridad de convocar dos marchas que podrían toparse en un país altamente polarizado y que tiene todavía presente abril de 2002, cuando una manifestación opositora hacia el palacio presidencial derivó en un sangriento golpe de estado que derrocó brevemente al entonces presidente Hugo Chávez.
“Justicia injusta”
Miles de opositores vestidos de blanco congregados en Plaza Brión recibieron como a un héroe al líder de Voluntad Popular, Leopoldo López, cuando llegó desafiando una orden de captura.
Con una bandera venezolana en sus manos, López trepó a una estatua del prócer cubano José Martí e instó a sus seguidores a “construir una salida a este desastre”.
“Si mi encarcelamiento vale para el despertar de un pueblo, (…) valdrá la pena mi encarcelamiento infame. Me presento ante la justicia injusta, ante una justicia corrupta”, agregó el dirigente antes de dirigirse hacia un puesto de comando policial y entregarse.
López, un joven economista educado en Harvard y con dilatada carrera política, estaba oculto desde que el gobierno emitió la semana pasada una orden de captura por los desmanes del miércoles pasado.
Él y otros dirigentes impulsan bajo la consigna “La salida” la táctica de ocupar las calles para oponerse al gobierno de Maduro, electo en abril de 2013, y forzar un “cambio constitucional”.
“Estamos expresando la frustración que sentimos, el país es un caos, no hay insumos en los hospitales, basta de inseguridad, quiero una Venezuela de progreso, donde me pueda quedar”, había dicho a la AFP Satle Oviedo, 27 años, trabajadora de un hospital público.
Cerca de allí una joven llevaba una pancarta con la leyenda: “24.763 muertes violentas en 2013. Somos mas que sólo cifras”.
La marcha opositora no estaba autorizada y las autoridades habían desplegado un fuerte dispositivo antimotines que impidió a los manifestantes avanzar, como era su propósito, hacia el ministerio de Justicia, cerca del Palacio de Gobierno.
Una marea roja
A la misma hora y a sólo kilómetro y medio otros miles de manifestantes, trabajadores petroleros con los colores oficialistas, iniciaron una marcha de cinco kilómetros hacia el Palacio de Gobierno encabezados por el vicepresidente de temas económicos, Rafael Ramírez.
La manifestación fue convocada para que los petroleros entregaran a Maduro un contrato colectivo de trabajo, calificado por los gremialistas como muy positivo.
Grupos musicales que interpretaban canciones de ritmo tropical y letras revolucionarias, acompañaron a los trabajadores mientras esperaban un mensaje del jefe de estado.
Ramírez, quien lidera la petrolera estatal que genera el 96% de las divisas de venezuela, trocó sus impecables trajes oscuros por la camisa roja chavista y desde el estrado frente al palacio presidencial saludó la “marcha revolucionaria y antifascista” de los trabajadores petroleros.
La tensión por las marchas puso a Venezuela en el punto de mira de la comunidad internacional y varios gobernantes apoyaron a Maduro, mientras organizaciones internacionales como Celac y Unasur y países como México y Panamá exhortaron a resolver las diferencias mediante el diálogo.
Washington, por su parte, anunció este martea que estudia “acciones” contra Venezuela en respuesta a la decisión de Maduro de expulsar a tres funcionarios consulares a los que acusó de injerencia en asuntos internos.
Venezuela, el país con las mayores reservas de crudo del mundo, tiene a Estados Unidos como principal socio comercial pese a las permanentes desavenencias y roces políticos.
AFP