Científicos del Parque Nacional Galápagos (PNG), de la Fundación Charles Darwin y del Zoológico de San Diego (EEUU) se han propuesto salvar de la extinción al más raro de los pinzones estudiados hace casi 180 años por el científico inglés en ese archipiélago ecuatoriano.
Se trata del raro pinzón de manglar (Camarhynchus heliobates), confinado actualmente a una pequeña región de 30 hectáreas en Playa Tortuga Negra y Caleta Negra, en la Isla Isabela, la más grande y occidental de las Galápagos.
Los científicos calculan que no hay más de entre 60 y 80 individuos de pinzones de manglar, los que están amenazados por especies invasoras introducidas como ratas, gatos y, especialmente, la mosca parásita Philornis Downsi, que ataca a los polluelos.
Por ello, un grupo de científicos, instaló el pasado 25 de enero un campamento en Playa Tortuga Negra, en el norte de Isabela, para emprender el proyecto de recuperación del pinzón de manglar, especie ubicada en una lista de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) como críticamente amenazada.
La ministra ecuatoriana de Ambiente, Lorena Tapia, destacó la unidad entre las entidades científicas para acometer un proyecto de tanta importancia en materia de conservación.
“Debido a la magnitud geográfica de los problemas que enfrentamos, se requiere aunar esfuerzos para la conservación de una especie que se ve seriamente afectada” como el pinzón de manglar, afirmó Tapia.
De su lado, el director del PNG, Arturo Izuerieta, explicó que el grupo científico cuenta con equipos especiales para llevar adelante el proyecto.
Se recogen los nidos construidos en las copas de árboles, de hasta 17 metros de alto, para llevarlos a incubadoras donde se pueda completar el ciclo para la eclosión.
Ello porque los especialistas han registrado una tasa de mortalidad del 95 por ciento, especialmente por la incidencia de la mosca Philornis downsi que, en su estado de larva, se alimenta con sangre de los polluelos en los nidos.
“Los huevos y pichones son trasladados en un contenedor hermético hasta un sitio acondicionado (…) para la incubación y crianza en cautiverio de los individuos, que serán evaluados para comprobar o descartar que están infectados con la larva”, agregó Izurieta.
Precisó que en una primera fase serán recogidos los huevos de una decena de nidos que se encuentren en estado avanzado de incubación natural.
En el campamento, los científicos de la Fundación Charles Darwin y del Zoológico de San Diego cuidan el peso y humedad de los huevos y alimentan permanentemente a los polluelos, cuyo hábitat provisional ha sido adecuado para que escuchen grabaciones de sonidos de pinzones adultos, con el objetivo que se habitúen a sus colonias.
El PNG informó de que dos polluelos extraídos en la primera expedición al sitio “se encuentran estables, mientras que el primer polluelo incubado salió del cascarón el 10 de febrero. El sitio cuenta ya con ocho pichones nacidos”.
Agregó que en una segunda fase y una vez que los pichones alcancen un “estado de volantones” (capaces de volar), se los repatriará a un área de adaptación en Playa Tortuga Negra, para que se familiaricen con el área hasta evaluar el momento adecuado para su liberación.
Este proceso será controlado hasta que los pichones se alimenten de forma independiente, aunque los individuos podrán volver al aviario de cautiverio. Las aves serán vigiladas permanentemente a través de sistemas de telemetría.
La neozelandesa Francesca Cunninghame, científica de la Fundación Charles Darwin a cargo del proyecto, explicó que el programa se empezó a planificar hace unos tres años y destacó el trabajo en equipo para “la recuperación de la población silvestre del pinzón de manglar”.
Este tipo de ave es la más rara de las trece variedades de pinzón investigadas por Darwin en las Galápagos en 1837, estudio que luego le valdría para elaborar su teoría sobre la selección natural y evolución de las especies.
Con unos 132.000 kilómetros cuadrados de reserva marina, Galápagos, situado a unos mil kilómetros al oeste de las costas de Ecuador, es uno de los archipiélagos oceánicos más grandes y con mayor biodiversidad del mundo y debe su nombre a las tortugas gigantes que habitan sus islas. EFE