Pablo Aure: Sin retorno

Pablo Aure: Sin retorno

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El gobierno está jugando con las “candelitas” que se vienen prendiendo en toda Venezuela. Nicolás Maduro ha dicho que candelita que se prende, candelita que se apaga. Pues bien, ya saben lo que le pasa al que juega con candela: tarde o temprano se quema.

Las protestas en todo el país, parafraseando a Tibisay Lucena, tienen una tendencia irreversible. Aquí, señores, no hay marcha atrás. Ya no puede decirse que son los sifrinos, ni las “manitos blancas”, los que tocan pitos y hacen bailoterapia. Ahora son los estudiantes de todos los sectores unidos con vecinos de los barrios y de las urbanizaciones.





Es todo un pueblo que decidió levantar la voz. Los más afectados de la población, que son los más pobres, probablemente no han hecho sentir su descontento con la debida fuerza. ¿Quién no sabe que los colectivos del terror -bandas motorizadas y armadas mercenarias del gobierno- los tienen atemorizados? Sobran testimonios de vecinos de las barriadas populares que nos aseguran esa dramática situación de coacción y terror que viven. Pero eso está debilitándose con el correr de los días. Porque el hambre, la escasez y la inseguridad arrecian en esas zonas.

En los barrios venezolanos se deposita una bomba de tiempo que lentamente está a punto de estallar. Hay sectores en los barrios de gente valiente y trabajadora que no está dispuesta a seguir tolerando esa hegemonía de grupos o colectivos alzados que a trocha y mocha los padrotean por el solo hecho de estar enchufados. Mosca con lo que escribo. En Venezuela hay delincuencia afecta al gobierno y también gente opositora honesta y valiente que no se cala guapetones por muy armados que estén.

Ya me cuentan que hay enfrentamientos fuertes entre los mercenarios de Maduro y Ameliach y esos grupos autodefensivos que no se dejarán “cariberar”. Pareciera que no hay vuelta atrás y ese pudiera ser un desenlace. No crean que no escribo estas líneas con preocupación por eso. Debo decirles que lo siento profundamente, pero lamentable e inevitablemente a ello conduce esta perversa acción gubernamental. Aunque les parezca mentira, estamos todavía a tiempo de evitar más masacres en nuestros barrios.

Nadie se cansa

Llevamos casi un mes de protestas continuas y nadie se cansa. Al contrario, parece que la calle alimenta cada vez más el espíritu libertario de nuestra gente y da más fuerzas para seguir luchando.

Esta semana comienza con mucha incertidumbre, con llamados a clases. Me late que habrá sorpresas. El pueblo no se rinde. No pierde las esperanzas, como tiene que ser. Los muchachos nos han dado una gran lección: como dicen, van pa’encima.

Las barricadas de las angustias

Obviamente algunos vecinos se muestran inconformes con las barricadas puestas espontáneamente en las urbanizaciones casi como una acción de desahogo de la mayoría de quienes desesperadamente no ven salida a los graves problemas que los aqueja.
Ellos reclaman poder transitar normalmente, y piden otras formas de protesta. Pienso que las barricadas responden a ese atormentado estado de desesperación en que vive la gente y por lo tanto no deben ser satanizadas.

Creo, sin embargo, que esas acciones deberían organizarse mejor. Al fin y al cabo persiguen abrir paso a una Venezuela distinta, y para lograrlo tienen que estar conscientes que hoy deben sacrificarse. No pueden venir ahora los oficialistas a decir que las protestas de calle con paralización de actividades es condenable, cuando el propio gigante eterno de ellos, en 1996 cuando gobernaba Rafael Caldera, llamaba también a las guarimbas.

Allanamiento del terror

Estuve tentado a no escribir sobre mi causa, pues es algo personal, aunque derivado de estas mismas luchas contra el régimen dictatorial. Pero pensándolo bien, creí necesario hacerlo para mis lectores que quizá esperen saber algo de mi situación.- En efecto, el jueves pasado mi casa fue allanada por efectivos del Grupo Anti Extorsión y Secuestro de la Guardia Nacional, cumpliendo una orden de un Tribunal militar. Donde vivo con mi familia, buscaban armas de guerra. Evidentemente no encontraron absolutamente nada que tenga que ver con elementos bélicos, solo libros. Y, me imagino, sintieron lo que es el calor familiar.

Un pelotón de efectivos miliares a las 4:30 de la madrugada llegó a mi hogar, amenazando tumbar la puerta si mi esposa no les abría. No sé si ellos, o algunos de ellos, conoce la palabra vergüenza, pero si la conocen, deberían estar sintiéndola, ya que se prestaron a la malvada jugarreta intimidatoria del gobernador Francisco Ameliach. Cayeron en la trampa de las redes sociales que maneja la gobernación de Carabobo, en las que se me acusaban de que yo tenía armas de guerra.

Lástima tener militares que obedecen a los tiranos, en lugar de proteger al pueblo. Insisto: están a tiempo de reflexionar y evitar seguir cometiendo tropelías. Si en Venezuela tuviéramos unos poderes autónomos, ya ese Juez militar que acordó el allanamiento de mi hogar, violando el principio del juez natural, y la Fiscal que lo solicitó, estuvieran sancionados. Pero como sabemos, por ahora, no actuaré en contra de ellos, pues son delitos que no prescriben, y en algún momento también los veré en el banquillo de los acusados por haberse metido con lo más sagrado que puede tener un ser humano, que es la familia.

La sombra de un tuit macabro

El sábado pasado amanecieron las paredes de la avenida Cedeño empapeladas con afiches con mi cara y con la descripción de “Pablo Aure Asesino” días antes lo habían comenzado a hacer en la autopista y algunas calles y avenidas pero con pintura.
Evidentemente el autor intelectual de esas pintas es el mismísimo responsable de la violencia en Carabobo que no gobierna y se dedica a esos subalternos menesteres. Es esa persona que un día antes de la mortal herida que recibió Genesis Carmona durante una marcha escribió un tuit llamando al contrataque fulminante.

Esas líneas macabras que escribió y divulgó por las redes el gobernador de Carabobo el día 17 de febrero, lo perseguirán como su sombra por toda la vida. Llevará la pesada carga de la muerte de alguien que decidió protestar por una mejor Venezuela. @pabloaure