Bachelet, de 62 años, será investida en una solemne ceremonia en la sede del Congreso en el puerto de Valparaíso (120 km al oeste de Santiago) al mediodía, en presencia de numerosos mandatarios de América Latina.
La presidenta argentina, Cristina Kirchner, la brasileña Dilma Rousseff, el boliviano Evo Morales, el peruano Ollanta Humala y los de Uruguay, José Mujica, de Paraguay, Horacio Cartes, de México, Enrique Peña Nieto, y de Ecuador, Rafael Correa, entre otros, acompañarán a Bachelet en su asunción.
Estados Unidos estará representado por su vicepresidente, Joe Biden, mientras que por España lo hará el príncipe de Asturias, Felipe de Borbón.
El presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, quien inicialmente debía llegar a Santiago el lunes, suspendió su visita a Chile, y será representado por el canciller Elías Jaua, según confirmó a la AFP una fuente de la embajada venezolana en Santiago.
Maduro enfrenta en su país una ola de protestas a favor y en contra de su gobierno, que dejaban hasta ahora una veintena de muertos.
– Promesas de cambio –
Después de que Bachelet entregara el mando a Sebastián Piñera hace cuatro años, ahora el derechista le devolverá la banda presidencial a la socialista, quien no pudo optar a la reelección inmediata pese a dejar el cargo con una popularidad de más del 80%.
Tras permanecer al frente de la Oficina ONU-Mujer y radicarse en Nueva York por cerca de tres años, Bachelet regresó a Chile hace un año para encabezar su campaña electoral, que ganó en diciembre a la derechista Evelyn Matthei, con un 62% de los votos.
Con una extensa campaña política, que incluyó su triunfo en las primarias internas de la centro izquierda, Bachelet se impuso tras prometer una profunda reforma de la educación, otra tributaria y una nueva Constitución para acabar con la heredada de la dictadura de Augusto Pinochet (1973-1990).
En educación, Bachelet prometió instaurar la gratuidad a nivel universitario en seis años y acabar con el lucro en colegios privados que reciben subvención del Estado, donde estudian la mayoría de los escolares chilenos, y que se han convertido en una ingente fuente de recursos para sus dueños.
La gratuidad universal y el fin al lucro son dos de los mayores reclamos que estudiantes chilenos han exigido en las multitudinarias protestas callejeras que se iniciaron en 2011.
Por ahora, los estudiantes miran con desconfianza las promesas de Bachelet y han anunciado que seguirán sus protestas.
Para financiar la reforma educativa, Bachelet planteó una ambiciosa reforma tributaria que busca recaudar unos 8.200 millones de dólares, equivalentes a 3% del PIB.
La líder socialista propuso también una nueva Constitución, que acabe con la impuesta en 1980 por la dictadura, contenedora aún según ella de importantes “cerrojos” antidemocráticos.
Los principales son un sistema electoral que equipara de manera forzada la representación de las minorías, y las leyes orgánicas constitucionales que necesitan quórums elevadísimos para ser cambiadas.
Las reformas políticas incluyen además un cambio en el régimen y la duración del período presidencial, que actualmente se extiende por cuatro años sin posibilidad de reelección inmediata, y restituir el voto de los chilenos que viven fuera del país.
“Yo no digo que la Constitución resuelva todo, pero da un marco”, dijo Bachelet antes de resultar electa.
– Un congreso favorable –
Pediatra, separada y madre de tres hijos, Bachelet (62 años) se convirtió en 2006 en la primera mujer en ocupar la Presidencia de Chile y ahora es también la primera en resultar reelecta.
Para sus primeros 100 días de Gobierno, Bachelet se impuso concretar 50 medidas que tracen el camino para lograr sus reformas y que den una señal clara de su voluntad a la ciudadanía.
En el Congreso, cuenta con las mayorías necesarias para aprobar la reforma tributaria, pero necesitará forjar alianzas con la oposición e independientes para aprobar la reforma educativa y de la Constitución.
Analistas creen que podría obtener con facilidad los votos para materializar sus cambios en educación, pero ven más complejo que alcance consensos en materia constitucional, ya que se requieren altísimos quórums.
A nivel interno, Bachelet deberá enfrentar las divergencias que ya se observan en la amplia coalición política que la apoya, que incluye a democristianos, socialistas y comunistas.
Por primera vez en los últimos 40 años, el Partido comunista formará parte del gobierno, tras la designación por parte de Bachelet de una comunista en su gabinete como ministra de la Mujer.
La crisis política que vive Venezuela ha hecho ya confrontar posiciones entre la Democracia Cristiana, que promovió un acuerdo político de censura al gobierno de Nicolás Maduro, y el Partido comunista, que lo apoya. AFP