Con la entrada en funciones el martes de Michelle Bachelet en Chile, América Latina y el Caribe pueden jactarse de la proeza de contar con seis mujeres gobernantes, una realidad engañosa, ya que las mujeres siguen teniendo poca representación en las instancias de poder.
Cristina Fernández en Argentina, Dilma Rousseff en Brasil, Laura Chinchilla en Costa Rica y el citado caso de Chile, sin olvidar Jamaica (Portia Simpson) y Trinidad y Tobago (Kamla Persad-Bissessar), vienen a desmentir la mala reputación del continente en lo referente a los derechos de las mujeres.
Europa cuenta actualmente con la misma cantidad de mujeres en el poder, seis jefas de estado o de gobierno en Alemania, Lituania, Dinamarca, Eslovenia, Kosovo y San Marino. En África hay cuatro mujeres gobernantes en Liberia, Malawi, República Centroafricana y Senegal. En Asia son tres, en Bangladesh, Corea del Sur y Tailandia.
Sin embargo, organismos de la ONU como la Cepal señalan otra realidad latinoamericana en la cual las mujeres salen mucho peor paradas. En el continente las mujeres parlamentarias, jueces o ministras ocupan a penas un 26% de los puestos; a nivel de los gobiernos locales la situación es todavía más precaria con un 11,7% de mujeres alcaldes.
La secretaria ejecutiva de la Cepal, Alicia Bárcena, ha llamado a “construir un modelo de desarrollo que esté basado en la igualdad entre hombres y mujeres y en la erradicación de toda forma de discriminación” en el marco de los Objetivos del Milenio de la ONU.
El tema pendiente del siglo XXI
Actualmente 13 países latinoamericanos tienen leyes de cuotas para las mujeres, pero pese a algunos avances en Cuba y Nicaragua principalmente, se perciben pocos resultados.
La tradiciones y costumbres son difíciles de cambiar, por ejemplo en Bolivia, la representante del Fondo de la ONU para la Población, Celia Taborga, explica que “se trata de un tema complejo que concierne la estructura de la sociedad, profundamente patriarcal, que (…) hace invisibles los derechos de las mujeres”.
Por otro lado, en muchos países la igualdad de género queda en un segundo plano, poniendo de manifiesto la falta de voluntad política.
En Perú, “el Estado tiene una dura barrera en el ministerio de Economía, que no considera que los temas vinculados a la desigualdad sean prioritarios”, afirma Diana Miloslavish, del Centro de la mujer peruana Flora Tristán.
Según el Observatorio de la Igualdad de Géneros de la Cepal, las mayores diferencias se registran en el terreno económico, donde ningún país obtiene buenos resultados.
Cinco mujeres de cada diez están excluidas del mercado de trabajo en América Latina y el desempleo se ceba con las mujeres, 7,8% contra el 5,9% para los hombres. Estas cifras no contribuyen a la autonomía económica de las mujeres, señalada como una de las condiciones para el pleno ejercicio de sus derechos.
Un estudio reciente de la consultora McKinsey reveló que sólo 8% de los miembros de los consejos de administración de las 348 mayores empresas latinoamericanas son mujeres. Las dirigentes no superan un 5%. En la materia, el país que presenta mejores resultados es Colombia (17% y 9%).
El panorama, sin dejar de ser preocupante, no está a años luz de lo que sucede en Europa, donde sólo 10% de las mujeres se sientan en los consejos de administración y 17% dirigen grandes empresas. En Asia las cifras son de 8% y 6% respectivamente.
Los datos dan la razón a la exsecretaria de Estado norteamericana Hillary Clinton, quien declaró recientemente ante la ONU que “el progreso (de la condición femenina) es el gran tema pendiente del siglo XXI”.
AFP