Venezuela estáatrapada por los conflictos de intereses que hay en el gobierno y en la oposición. Unos y otros están zanjando sus diferencias en el terreno del malestar social. El teatro de sus operaciones son las protestas. Como resultado de ese juego el futuro de los venezolanos puede terminar encarcelando. Pues la confrontación que se libra es opaca. La lucha es a oscuras, entre sombras. Por eso los actores no muestran sus rostros, tampoco sus estrategias y menos sus objetivos. En esa batalla la sociedad coloca muertos, heridos y detenidos pero no decide. En esosescenarios la voluntad del pueblo quedasuspendida. Además, por lo general salen victoriosos quienes monopolizan el poder de las armas, no quienes tienen los argumentos o el respaldo de las mayorías. De allí que en distintos países verdaderos fascistashayan terminado en la jefatura del Estado. Ejemplos sobran en la historia política. Sin embargo, algunos dirigentes de la oposiciónpresionan para acelerar la salida del presidente. Como si la violencia desatada no fuese expresión de los conflictos del PSUV, antes que el producto de la rebeldía de esta sociedad harta de atropellos.
La salida de Nicolás Madurodepende del oficialismo, no de las acciones que unos cuantos dirigentes de oposición pudieran coordinar. Esa premisa hay que transparentarla para examinar las alternativas que el activismo cívico tiene en esta coyuntura. A partir de allí los ciudadanos evaluaránsi acompañan o no alosgrupos que desde la oposición sugieren unirse con líderes ocultos del oficialismo para despacharal gobierno. Pueden también redefinir los términos de suparticipación en el conflicto. Un ejercicio que es urgente. En especial, sise considera que el diálogo con la cúpula gobernante es una opcióncancelada. Por cierto, es comprensible que millones hayan quedado estremecidos cuando escucharonque voceros deoposición insistíanen reunirse con Nicolás Maduro. Tal vez haya que recodarles que varias familias no terminan de llorar a los hijos que perdieron por la brutal represión oficial. Acaso,haya que repetirles que las decisiones del presidentetienen como telón de fondo una visión cerrada de la sociedad. De hecho,el comunismo que copiaconsidera que los seres humanos se usan, no se escuchan.
Nicolás Maduro y sus amigos no requieren que alguien les aclare sus metas; tampoco que susadversarios les adviertan sobre sus errores aparentes.En realidad, en la élite gobernante no hay confusión. Lo que existe en algunos de esos jefeses la determinación de sacar al presidente. Por eso, no está demás volver a señalar que quienes participan en esa operación silencian la guerra que librancon medidas judiciales, represión y desinformación. Para hacer su trabajo cuentan con el apoyo de varios opositores que creen en aquella tesis según la cual la salida del gobierno seríabeneficiosa para todos. Éstosolvidan que los rojos están entrenados para arrebatar el poder, no para compartirlo.
En la crisis actual o los venezolanos asumen el protagonismo oadmiten que desde el anonimatose decida el futuro de la democracia. Por supuesto, laprimera opción implica rechazar reuniones con el gobierno; perotambién retirar cualquier apoyo a aquellos que recomiendan recalentar la calle hasta salir del presidente. En cambio supone reconocer que es eldiálogo cara a cara con los sectores populares el ciclo político que corresponde.
Una pre-constituyente popular es laetapa que no puede ahorrarse, si el ánimo es romper la espiral de fracasos en la cual el país se encuentra encerrado. Por cierto, quienes la han ensayado han querido posicionar sus ideas, sin embargo poca disposición han mostrado por interpretar las expectativas de la población. Oyéndose a sí mismos han recorrido las calles; cuando de lo que se trata es de hablar menos para alcanzar la serenidad y amplitud moral que se necesita para atender y asimilar los deseos del pueblo
Alexis Alzuru
Profesor. U.C.V.