Gonzalo Himiob Santomé: Carta a ti, que aún no naces

Gonzalo Himiob Santomé: Carta a ti, que aún no naces

Te ruego me perdones si en mis palabras encuentras algún dejo de melancolía o de desesperanza. Ha sido una semana dura, lo confieso, no es poco el cansancio que acumulo en mi alma y en mi cuerpo. Tú aún no llegas, quizás en este momento no eres más que un sueño posible en los corazones de quienes, cuando por fin vengas, te amarán como nosotros amamos ahora a nuestros hijos. Puede que hoy seas sólo un mínimo atisbo en el vientre de tu madre, o ya un infante a punto de abandonar su dulce claustro. Eso no es relevante. Lo importante es que aún no pones pie en nuestro presente y eres, en consecuencia, promesa y futuro.

¿Para qué entonces escribirte? No faltará, estoy seguro, quien crea que tal y como están las cosas hablarle a los que aún no están con nosotros es absurdo, e incluso algunos pensarán que la cruda realidad que nos ha tocado vivir, desde hace mucho pero especialmente en estas últimas semanas, ya ha comenzado a afectar mis facultades mentales. Pero no, yo no lo veo así, y sí te digo que aunque hay que estar un poco “loco” para ver lo que uno ha visto y no “tirar la toalla”, no he perdido aún la razón. Al menos no ando hablando con pajaritos, y eso es ya mucho decir.

Te escribo a ti, que no has nacido aún, porque en estos días me he dado cuenta de que el principal enemigo de la humanidad, es el olvido, que nos condena a repetir los mismos errores una y otra vez. Quiero que el día de mañana, cuando ya estés aquí y puedas volver la vista atrás para comprender de dónde venimos y por qué las cosas son como a ti te tocará que sean, sepas desde este presente, que ya será en consecuencia nuestro pasado, qué es lo que no debes permitir que vuelva a ocurrir nunca más.

Hoy tenemos un gobierno al que sólo le importa mantenerse en el poder, a costa de lo que sea, incluso de las vidas y de la libertad de las personas que está obligado a proteger. Cuando te toque estudiar en los libros de historia qué era lo que pasaba en nuestros días, probablemente encontrarás la versión del que resulte victorioso al final del día, pues los seres humanos tenemos la tendencia a registrar las cosas y los acontecimientos como nos gustaría que fuesen o como preferiríamos que hubieran sido, que no como son o como fueron en realidad; pero es importante que sepas que la verdad es una sola y no se disfraza.

Te escribo estas líneas cuando sólo en las últimas semanas, y por haberse atrevido a protestar contra el poder en Venezuela, ya son cerca de dos mil las personas que han sido encarceladas injustamente. De éstas, por cierto, casi todas son estudiantes, jóvenes cuyas edades oscilan entre los 14 y los 25 años, jóvenes que hoy, en mi presente, tienen la misma edad que tú tendrás, en el futuro, cuando estés ya empezando a interesarte por estos temas. Haz el ejercicio, allá donde estés, muchos años después de estos días aciagos, de imaginarte a tus amigos o a ti mismo presos por haber salido a manifestar contra quien les oprime; deja de leerme un momento e imagínate esposado, violado y golpeado por el simple “pecado” de haber levantado tu bandera y tu voz contra los males que te aquejan. Imagínate que sales a exigirle al gobierno que cumpla con su deber de luchar contra la delincuencia, o el de garantizarte paz, alimento y sustento, y no llegas a tu casa. Visualiza la angustia y el dolor de tus padres, que no saben de ti porque quien te encarcela se niega a cumplir con su deber de informarles si te tiene detenido o no, o porque un tiro certero a la cabeza, de un policía, de un militar, o de un civil criminal que actúa con la absoluta complicidad del poder, te quitó la vida, y ellos aún no lo saben. Todo eso, te lo digo desde acá, está pasando ahora que yo te escribo, y si eres lo suficientemente acucioso podrás corroborarlo no con lo que yo te diga o te deje de decir, sino porque todo lo que pasa en estos tiempos (e imagino que con más razón, en los que serán los tuyos) queda debidamente registrado. La verdad es muy terca, y siempre busca la manera de mostrarse ante quien sabe buscarla.

Hoy que te escribo, desde tu pasado, ya son al menos 18 los jóvenes asesinados en poco más de un mes por cuerpos de seguridad, o por civiles fanáticos que actúan de su mano y con su plena complacencia, sólo por pensar distinto y por manifestarse contra el poder. Hoy que te escribo, desde tu pasado, te puedo confirmar que hasta ahora son por lo menos 60 los casos comprobados de torturas o de tratos crueles e inhumanos que han sufrido jóvenes mientras han estado detenidos o cuando fueron arrestados por protestar. Hoy que te escribo, desde tu pasado, puedo decirte con conocimiento directo de causa que hasta ahora casi mil personas han sido sometidas, en poco menos de un mes y medio, a procesos penales por el simple hecho de haber participado en manifestaciones contra el gobierno. Algunos de ellos, incluso, no pueden ser acusados de otra cosa distinta a haber estado cerca de tales protestas, sin siquiera participar en ellas. Son los que “cayeron” –así le decimos ahora- sólo por haber estado en el lugar equivocado en el momento equivocado.

Te puedo decir, de primera mano también, que cuando estos jóvenes son llevados a los tribunales las únicas “pruebas” que se presentan contra ellos no son más que actas vacías de todo contenido y sin sustento alguno. Incluso en algunas de ellas, con total desfachatez, se hace constar a veces la ilegalidad y brutalidad de sus detenciones o que a estos muchachos se les toma declaración, ya detenidos, sin que estemos presentes sus abogados. Pero nada de eso importa, de primera mano te cuento también, desde mi “hoy” que es tu pasado, que a los jueces que tenemos hoy día les importa más cuidar sus salarios que su honor o su dignidad.

Hace unos días la Sala “Inconstitucional” del TSJ decidió usurpar, sin que la ley o la Constitución se lo permitan, las funciones de un “tribunal penal”, de única y sumarísima instancia, en el que cualquier persona puede ser condenada sin juicio, o mejor dicho, montando un parapeto de proceso aberrante que jamás se había visto antes en toda nuestra historia. De nada vale, por cierto, que retes a los “magistrados” (así, entre comillas) a que te digan en qué normas se basan, no te lo dicen y poco les importa lo que diga la ley. Así estamos hoy. Léeme e investiga. Esto no es ficción, es realidad.

Lucha con ahínco, es mi último consejo, contra todo lo que se parezca en tu momento a todo esto que te he narrado. No dejes que se repita esta historia.

Por cierto, habla con tus padres de esto, si es que alguna vez me lees. Quizás, y es lo más probable dado el alcance ignominioso de lo que hoy padecemos, te lleves la sorpresa de enterarte de que alguno de ellos fue de estos jóvenes que fueron maltratados o injustamente encarcelados por la barbarie que hoy todo lo arropa.

Ojalá puedas agradecerles que a ti no te tocará vivir lo mismo que estamos viviendo, hoy, nosotros.

@HimiobSantome

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