Higgins fue recibido a mediodía por la monarca, con quien compartió carroza y escolta de la guardia real hasta las puertas del palacio.
Las calles de Windsor estaban engalanadas con banderas británicas e irlandesas y se dispararon cuatro salvas de honor antes de que el marido de la reina, el príncipe Felipe de Edimburgo, y Higgins pasaran revista a las tropas.
Windsor será escenario por la noche de uno de los momentos más significativos de la visita, cuando la soberana ofrezca una cena a Higgins a la que asistirá Martin McGuinness, un antiguo dirigente del IRA, el grupo que durante años combatió armas en mano contra las fuerzas británicas.
Este católico de 63 años, durante un tiempo considerado el “enemigo número uno de la Corona” por la prensa británica, se había negado a ocupar su escaño en el Parlamento de Westminster, precisamente para no tener que prestar juramento de lealtad a la reina.
De hecho, era uno de los máximos responsables del IRA cuando la organización guerrillera mató en 1979 a Luis Mountbatten, tío materno del príncipe Felipe y último virrey de la India británica.
Pero fue también uno de los principales artífices del proceso que llevó al movimiento clandestino a dejar las armas y uno de los principales negociadores del acuerdo de paz del Viernes Santo en 1998. Esto lo llevó a convertirse en vice primer ministro en Irlanda del Norte, en un gobierno de unión con sus antiguos enemigos protestantes del Partido Unionista Demócrata.
La reina coincidió con McGuinness por primera vez durante una visita a un teatro de Belfast en junio de 2012. En aquella ocasión, se dieron la mano ante la cámaras.
El domingo, McGuinness rindió homenaje al “papel determinante” que la reina “desempeñó y sigue desempeñando en el proceso de reconciliación”.
La visita de Higgins a la tumba del soldado desconocido, en la abadía londinense de Westminster, será otro punto culminante de la estadía, teniendo en cuenta la historia del ejército británico en Irlanda.
— Un momento interesante de la historia —
“Estamos en un momento muy interesante de la historia, tenemos, después de la visita de Su Majestad a Irlanda, muy buenas relaciones entre los dos pueblos”, dijo Higgins antes de partir a Londres el lunes por la noche.
Hace tres años, la reina Isabel II visitó la República de Irlanda, otro acontecimiento histórico que dio el penúltimo toque a la normalización de la relación entre los dos países, a falta de la recepción con honores que se le dispensará esta semana al jefe de Estado irlandés.
Higgins, de 72 años, poeta y exministro de Cultura, fue recibido en el aeropuerto de Heathrow por un representante de la reina.
Este martes por la tarde, Higgins se dirigirá a ambas cámaras del Parlamento.
La visita se produce 16 años después de los acuerdos de paz del Viernes Santo de 1998, en la provincia británica de Irlanda del Norte, donde dos comunidades afines a Dublín y Londres -católicos y protestantes, o republicanos y unionistas- se enfrentaron durante 30 años, con un saldo de 3.500 muertos.
A la historia trágica de Irlanda del Norte hay que añadir la de la independencia de la República de Irlanda, en 1922, tras un conflicto con Londres.
“Hay muchos recuerdos muy pesados”, admitió Higgins, estimando que se trataba ahora de hacer borrón y cuenta nueva. “Creo que Su Majestad, al venir a Irlanda y mencionar los problemas de nuestros dos países, tuvo la actitud acertada”, declaró.
Aunque el jefe de Estado irlandés había asistido a actos en Londres, Manchester, Liverpool y Escocia el año pasado, no eran visitas de Estado.
Noventa y dos años después de la secesión, Gran Bretaña es el primer mercado para las exportaciones de Irlanda, e Irlanda el quinto mercado de las exportaciones británicas. En febrero, los dos países se unieron por primera vez en una misión comercial, al salón aéreo de Singapur. AFP