A pocas horas del inicio formal del “diálogo”, el régimen cabello-madurista, por boca de la señora Tibisay, le metió un misil al encuentro con la convocatoria de elecciones en San Cristóbal y en San Diego.
En opinión de todos los abogados constitucionalistas que han hablado sobre el caso, el TSJ se habría inhibido de publicar la sentencia del juicio “sumario” que deja “vacantes” las alcaldías de estas dos ciudades porque simple y llanamente era un exabrupto jurídico tan atroz que no encontraban forma de sustentarlo.
Y aunque resulta lógico pensarlo así, porque a todas luces fue una defenestración política contra Ceballos y Escarano, la razón principal de ocultarla era esperar un momento propicio para publicarla. Pues bien, la hora ha llegado, poco antes del arranque oficial del consabido “diálogo”, para dar base legal a la “convocatoria”, ya que de no estar publicada la señora Tibisay no podía haber hecho el llamado a elecciones.
El motivo del perverso juego no es otro que debilitar más el frágil consenso político con el que la MUD acude a dialogar e incluso de tratar de que no se vaya a la cita porque el régimen se sabe entrampado. Se trata de estimular con semejante abuso de poder, que justificarán como supuestas decisiones “autónomas” de los poderes públicos, el desencanto en una amplia base social y política opositora que verá, no sin razón, con mayor indignación y asco que la MUD concurra a sentarse con el régimen.
El camino del diálogo es culebrero. Pone a la MUD a caminar por el filo de la navaja y al gobierno también, pues no pensemos que el tiroteo radical contra esa comparecencia está solo del lado opositor. A la MUD le toca denunciar esta vil maniobra que se extiende como una sombra tenebrosa sobre la única posibilidad de paz que se asoma en el horizonte y presentar una salida honrosa y firme ante tal bajeza e insensatez totalitaria. Aceptarla en silencio nos hace cómplices.