Como todos los días desde hace 12 años, Massiel se presentó en el conocido Parque del Este, en la ciudad de Caracas. Como es su rutina desde hace un año y ocho meses, Massiel se levantó tempranito para dejar todo arreglado en su vivienda ubicada en la popular zona Cota 905 y, antes de salir a su trabajo, amamantar a su pequeño hijo Santiago. Y es que el pequeño -hasta ahora- sólo se alimentaba de leche materna…quizás porque resulta muy caro destetar a los hijos a temprana edad, o porque en los anaqueles no se consigue leche con facilidad y cuando se encuentra…es carísima.
Massiel tiene 21 años, es decir, tenía sólo 6 cuando llegó “la revolución” así que sólo ha conocido a dos presidentes: Chávez y Maduro.
Como tantos venezolanos, su familia se enamoró del “comandante”. Sus tías, primas y madre han sido, son del “proceso” que brindó esperanzas, vendió sueños de progreso, justicia y reparto equitativo de la “riqueza petrolera” a los venezolanos. La familia Pacheco Miranda, compró -al igual que otros- la consigna “con Chávez manda el pueblo” o lo que es lo mismo, ellos mandarían con él, porque ellos son el pueblo.
Massiel aupó siempre a Chávez y, cómo no hacerlo si creció al son de sus cadenas, escuchando el verbo encendido del comandante contra quienes le adversaban; integrador y tierno con los menos favorecidos, los pobres, como les llamó siempre, ofreciéndoles justicia social, inclusión y oportunidades para quienes no las habían tenido por culpa de lo que llamó, la cuarta república, tiempos de gobiernos civiles que jamás vivió ni conoció la protagonista de esta historia tomada de la vida misma.
Volviendo al principio, Massiel se trasladó a principios de Abril al este de la ciudad, entró al parque saludando, como siempre, a todo aquel que encontraba a su paso. Junto a un compañero de la cooperativa a la que pertenece, emprendedores y dueños de su pequeña empresa: un carrito de ventas de empanadas, jugos y refrescos, comenzaron a disponerlo todo. De pronto, tropezaron con un bolso y pensaron que alguien lo habría dejado olvidado allí.
Pasaron las horas y nadie lo reclamaba, decidió Massiel abrirlo para ver lo que contenía y se sorprendió al encontrar unos artefactos que le resultaron sospechosos por el aspecto. Y es que ella nada sabe de niples, explosivos ni nada que se le parezca, ella de lo que si sabe es de harina, aceite, queso, carne esmechada y frutas. Esa es su especialidad.
La joven madre salió a buscar una autoridad…en el parque siempre hay algunos individuos de verde oliva…ella no sabe bien cual es el rango de ninguno ni a cual componente pertenecen, pero ha crecido en la creencia que ellos son la ley. Les entregó el bolso y volvió a su lugar de trabajo. De pronto, un contingente de Guardias Nacionales y Policías del Pueblo, en número elevado la rodeo como si fuera la sucesora de Bin Laden, una peligrosísima terrorista dispuesta a volar el parque y áreas aledañas. Massiel no entendía que pasaba… ¿Cómo sospechar siquiera que por ser correcta, por entregar un bolso que no le pertenecía a quien se supone es la autoridad se vería señalada como delincuente?
A las horas, El Ministro del Interior, Justicia y Paz, a través de los canales del gobierno la exponía al escarnio público, violándole el debido proceso, la presunción de inocencia, exponiendo su honor, reputación y vida privada. Rodríguez Torres la condenaba y sentenciaba a 25 años de cárcel, sin juicio.
El alta jerarca militar y ministro del régimen, necesitaba mostrar un terrorista…tenía días hablando de eso, acusando a la oposición de implementar “un golpe suave, promovido y ejecutado por la derecha venezolana”. Massiel, una trabajadora de la economía informal que habita la vivienda número 109 en Villa Zoila, es esa militante de la derecha venezolana que quiere dar al traste con Maduro y quienes le acompañan.
Massiel fue presentada en audiencia. La juez no permite que sea juzgada en libertad ya que “debido a la gravedad y entidad del delito que se le acusa (terrorismo, ocultamiento y tráfico de artefactos explosivos, entre otros) representa una eminente peligrosidad para la sociedad”.
El pasado domingo, familiares, amigos, vecinos y compañeros de trabajo de Massiel Nathaly Pacheco Miranda, llevaron a cabo actividades de apoyo a la vendedora informal en Parque del Este y en la Cota 905, exigiendo su libertad. La saben inocente, honesta y trabajadora.
Pero “la justicia roja” se lleva a todo el mundo por delante, a quienes disienten de sus ejecutorias y, a quienes les han acompañado durante estos 15 años. Es que cuando el sistema necesita un culpable lo busca donde sea. Así es el comunismo, por la permanencia del régimen en el poder…vale todo.
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@nituperez