La gran derrotada del prólogo del diálogo, este jueves pasado, fue la dirigencia del chavismo, la que ejerce improvisando malas interpretaciones, entre soberbia, ceguera y torpezas, el poder. En una escenificación simple, el primero de una larga pelea a quince o más rounds, ninguno de los voceros del Gobierno, que son por aquello del partido-gobierno los mismos del chavismo, aportó nada nuevo. No plantearon ideas, repitieron un monólogo que hace tiempo aburre, que no oculta el fracaso, que chapotea en su torpeza, mostraron la carencia de argumentos. Y aún así algunos se las ingeniaron para hacerlo peor. De hecho, lo último que podía prever fue que Nicolás Maduro mostrara que es el mejor de todos ellos, al menos hablándole al país.
Ramos Allup y el propio Capriles barrieron el piso con Diosdado Cabello; Omar Barboza dejó en ridículo a Rafael Ramirez –y con él al Gobierno- restregándole cifras oficiales del Banco Central de Venezuela que muestran con la descarnada frialdad de los números la consecuencia terrible de los graves y persistentes errores en el manejo de la economía. Aristóbulo Istúriz se puso en ridículo él mismo negando la existencia de detenidos por protestar, todo en ese tonito suyo pausado con frases que él imagina concluyentes.
Julio Borges habló con una llamativa claridad y, la verdad sea dicha, con más consistencia que cualquiera de los representantes chavistas, el Presidente incluido, e hizo una advertencia contundente y esclarecedora: “dos mitades no hacen un solo país, dos países ‘fracturados’ no hacen una sola Venezuela”. Blanca Eekhout repitió las vaguedades habituales pero en tono de mitin de barrio pequeño.
Henri Falcón desbancó el pomposo argumento explicativo de Maduro y los chavistas sobre una inventada “guerra económica” y los puso en su sitio: “yo hablo de improvisación económica (…) Hay un desabastecimiento y una inflación que nadie puede negar”. Jorge Rodríguez –esta vez correctamente vestido y no con una de las franelitas que tanto parecen gustarle- se mostró amenazante, prácticamente negando posibilidades del diálogo, pero la parte de su exposición que pasará a la historia fue cuando afirmó que Andrés Velásquez le caía mal, que dialogaría con Velásquez aunque le cayera mal.
Nadie entendió muy bien qué diablos hacía allí el señor Pinto, aparte de que quizás sea un intento del Gobierno para afirmar su negativa a admitir que tiene bandas paramilitares dispuestas a matar, pero el señor Pinto poco hizo en beneficio de la imagen gubernamental; que haya “colectivos” buenos no significa que no existan y actúen sangrientamente grupos terroristas patrocinados por el Gobieno y los militares.
La larga sesión demostró que el Gobierno de Nicolás Maduro y chavismo dirigente están agotados, la realidad muestra día tras día que han fracasado y hasta las mentiras les salen deshilachadas, inútiles, la del jueves en la noche fue una especie de confesión pública que, por su misma incapacidad, se les escapó de las manos.
La dirigencia opositora organizada en la Mesa de la Unidad recuperó prestigio entre los ciudadanos descontentos con el Gobierno, y al mismo tiempo demostró al chavismo no fanatizado que sus dirigentes son en realidad cascarones vacíos, políticos de escasas luces. Aún peor, los discursos de esos dirigentes mostraron, durante la larguísima cadena de medios con audiencia notable, que ni tienen argumentos creíbles, ni se prepararon para dialogar, mucho menos discutir, con los dirigentes opositores. Subestimaron a la MUD y la MUD los cacheteó en cadena nacional.
Fueron notorias las ausencias del sector estudiantil y de la Iglesia venezolana. El Nuncio Apostólico simplemente leyó una carta diplomática del Papa, que no compromete a nada, más allá del apoyo moral, a la Santa Sede. Los estudiantes se habían reunido días antes con los cancilleres de Unasur, y su dirigencia ha demostrado una y otra vez que, además de las batallas callejeras ni son “mandados” ni manipulados; tienen su propia personalidad y son, comprobadamente, una amplia esperanza de renovación política y social. Sin estos dos sectores, el diálogo será incompleto.
Vale pensar –imaginar, mas bien- que el chavismo va a tener que reconsiderar la escogencia de sus dirigentes nacionales. Con los que hablaron este jueves frente a todo el país, el chavismo no irá a ninguna parte, con o sin cubanos, con o sin militares, con o sin petróleo. La ciudadanía chavista no radical debió amanecer el viernes desconcertada, frustrada. La opositora no radical, en cambio, amaneció con expectativas renovadas.
Las “guarimbas”, las manifestaciones y las trancas de calles y urbanizaciones van a seguir porque ambas partes las necesitan. La oposición como argumento y el Gobierno como pretexto. Como en la Revolución Francesa, los radicales incendian calles y cortan cabezas, los moderados sostienen al Estado y vuelven a gobernar.
Cuba ya se está derrumbando sola y la supervivencia de los Castro, octogenarios, depende del dinero venezolano temporalmente, pero de Estados Unidos y la Unión Europea para todo un largo futuro cada día más próximo. No en balde Rafael Correa en Ecuador y Evo Morales en Bolivia proclaman socialismos que se reflejan poco en sus estrategias económicas.
Las guarimbas seguirán porque los radicales siempre terminan siendo la carne de cañón de las democracias en busca de solidificación. Los guarimberos esgrimen banderas y carteles, los estudiantes salen a pelear con ideas en la cabeza y en los propósitos; los guarimberos se extinguirán poco a poco porque irán pasando de héroes a molestias, los estudiantes terminarán asumiendo el poder. Ésa es la nueva y gran esperanza, ésa es la historia de la Venezuela de la década de los 20 para acá.
El chavismo está terminando por ser un feroz purgante que ha hecho reflexionar a millones de indiferentes y a dirigentes tradicionales, pero también y muy especialmente a un liderazgo joven, en buena parte nacido y desarrollado durante la purga chavista, que se está tomando al país, a su pueblo y a su futuro con tanta claridad, voluntad y convicción como la Generación del 28, sólo que con la amplitud espectacular de las modernas tecnologías de comunicación.
La larga sesión de planteamientos del jueves pasado fue una clara demostración de que el chavismo boquea y que una Venezuela renovada, moderada, moderna y progresista, tiene bases confiables.