“Sufrimos el mismo caos del ama de casa que va a comprar comida”

“Sufrimos el mismo caos del ama de casa que va a comprar comida”

Desde playa Cangrejo, en el municipio Urbaneja, hasta Punta La Cruz en la jurisdicción de Guanta, decenas de negocios de comida se mantienen operativos a pesar de problemas como inflación, escasez, inseguridad y falta de políticas oficiales dirigidas a atraer el turismo. eltiempo.com.ve / Katy Jurado

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La mayoría se inició en esta actividad hace más de 20 años. En la actualidad operan como pequeñas empresas privadas agrupadas en gremios, lo que les ha permitido fortalecerse a través de la cooperación y la solidaridad.





Como si conformaran un condominio, estos negocios familiares comenzaron a organizarse pese a los tropiezos. Pero el hecho de lidiar todos los días con las mismas carencias los ha obligado a remar en una sola dirección.

En el caso de los que trabajan en la playa Punta La Cruz, en Guanta, las operaciones están organizadas de manera que los afiliados son responsables de servicios como sanitarios, limpieza y seguridad, bajo criterios unificados.

Otro aspecto que redunda en la calidad de la atención del público es el registro de comerciantes. Explican que esto evita que “vendedores paracaidistas” les hagan competencia desleal, con precios más bajos que los acordados por la asociación. Argumentan que esas personas generalmente pretenden operar sin control sanitario ni otros requisitos de ley, además de que no contribuyen al mantenimiento de la playa.

Negocios familiares

Marcos Cova es propietario de El Rincón Marino, uno de los 12 expendios ubicados en Punta La Cruz. Vive en playa Telésforo con su familia. “La jornada comienza a las 7:30 am, de viernes a domingo, y termina a las 4:00 pm. En temporada alta abrimos todos los días hasta 6:00 pm”. Trabajan 13 miembros de una misma familia.

“Tenemos inconvenientes para conseguir los insumos. Los proveedores de pescado no bajan los precios porque tienen la opción de vender en Los Roques o en Isla La Tortuga, donde les pagan en dólares. En diciembre de 2013, un kilo de pargo costaba 120 bolívares, en enero subió a Bs 200 y en febrero a Bs 250”, dijo.

El plato más tradicional que se oferta incluye pescado, arepas, tostones y ensalada. El costo varía de acuerdo con el tamaño de la especie marina.

“Compramos harina de maíz, aceite, detergentes y papel higiénico, entre otros insumos, a revendedores, con sobreprecio porque no tenemos tiempo para hacer colas”.

Asegura que aunque algunos piensen que los precios son altos, a los turistas les gusta almorzar en estos kioscos. “La mayoría proviene de otras regiones y dicen sentirse bien atendidos. El sitio es seguro y el mar es tranquilo. Todo lo que una familia necesita”.

En la misma playa guanteña, Keyner Salazar administra desde hace 12 años un local. Con su esposa y hermanos se traslada en lancha desde Bahía Costa Mar (Guanta) hasta su negocio. 10 personas trabajan con él.

“Los precios aumentan todos los días, pero no podemos subir los platos con esa misma frecuencia. Compramos especies de mayor venta como la sierra, el pargo y la catalana, para que sea más rápido el retorno de la inversión”.

“Sufrimos las mismas calamidades y el caos que un ama de casa para comprar comida. Eso lo entiende el público (…) Tratamos de ofrecer un servicio de calidad. Por ejemplo, estamos gestionando un punto de venta para que los clientes puedan pagar con tarjetas de crédito o débito”.

Acceder a créditos

El presidente de la asociación civil de los vendedores de comida de esta playa, Gonzalo García, explicó que tramitan licencias de turismo que otorga el Ejecutivo nacional, para que los operadores puedan acceder a la cartera de créditos de la banca privada.

García estima que esos créditos pueden invertirse en equipamiento e infraestructura. Calcula que al año, los operadores deben pagar cada uno cerca de 170 mil bolívares en mantenimiento del lugar.

“En febrero solicitamos a la Cámara Municipal de Guanta la entrega de los terrenos de nuestros locales en concesión o comodato. Es requisito para obtener la licencia”.

Considera que uno de los éxitos de este balneario, en cuanto a la captación de visitantes, se debe al mercadeo que cuatro operadores turísticos hacen en Caracas y que traen bañistas de la capital todas las semanas. “Recibimos hasta 1.500 personas, un fin de semana, en temporada baja, lo que significa que en tres años se ha triplicado la afluencia”.

Ayuda gubernamental

En Lechería, Lourdes Silva de Cuberos vende comida desde hace 20 años en playa Los Canales, donde operan varios restaurantes a pocos metros de la playa. En estos negocios el plato de pescado vale entre Bs 150 y 250. “Desde 2011 la Gobernación de Anzoátegui y la Alcaldía de Urbaneja ejecutaron la construcción de 22 kioscos para mejorar el servicio”.

Estima que los resultados han sido positivos, pues han logrado ponerse de acuerdo pata fijar precios y respetar las normas de convivencia.

“Pero desde que cerraron el acceso de los vehículos a la playa y los visitantes tienen que dejar los carros en el terreno de enfrente, fuimos perdiendo clientes. Coranztur nos ha apoyado con cursos de capacitación. La gente ya no se queja de la higiene, porque ve cómo preparamos y conservamos los alimentos. Lo ideal sería operar todos los días y para ello, hay que aumentar el turismo nacional e internacional”.

En playa Cangrejo quedan sólo cinco restaurantes abiertos. Todos son atendidos por sus dueños y sus familiares. Se quejan porque las instalaciones están muy deterioradas y carecen de servicios esenciales como baños públicos. Sin embargo, esperan que se culmine el bulevar y la reparación del sistema de cloacas.