A pocas horas de que Juan XXIII y Juan Pablo II sean canonizados, en la tierra natal del papa Francisco surgen inevitables comparaciones, cuando la popularidad del argentino no hace más que crecer y podría opacar la imagen del polaco en América Latina.
En Argentina, a la que visitó en dos ocasiones (1982 y 1987), Juan Pablo II es recordado por su exitosa mediación para evitar una guerra con Chile en 1978 cuando ambos países eran gobernados por dictaduras.
El primer desembarco en Buenos Aires del papa polaco fue en junio de 1982 para dar consuelo a una nación que venía de ser derrotada por Gran Bretaña en la guerra de Malvinas, donde murieron 649 argentinos.
Pero la llegada de Francisco al Vaticano en marzo de 2013 despertó un fervor en su país donde hoy en día nueve de cada diez argentinos tienen una imagen positiva de él, reveló un sondeo de la consultora Voices.
La comparación “es inevitable y la imagen de Francisco es superadora”, dijo a la AFP Julio Fernández Baraibar, miembro del Instituto de Revisionismo Histórico Argentino e Iberoamericano.
Con un estilo campechano, Francisco combina ortodoxia en la doctrina, aunque con guiños de apertura, al tiempo que se muestra accesible a los fieles.
Incluso ha realizado llamadas telefónicas privadas a compatriotas, como esta semana, cuando una mujer casada con un divorciado aseguró a los medios que el propio Jorge Bergoglio -Papa Francisco- la llamó para responder a un email que ella le había enviado, y la habría autorizado a comulgar.
La versión de esta fiel provocó una aclaratoria del Vaticano que pidió que no se difundan estos acercamientos del Papa y llamó a la prensa a “evitar deducir de las conversaciones privadas consecuencias relativas a la iglesia”.
– Peso político internacional –
La popularidad y el peso político que ganó Juan Pablo II (1978/2005) por la caída del bloque soviético, son características que podría superar el primer papa latinoamericano, señalaron analistas a la AFP.
La elección de Francisco “tiene una importancia central e histórica porque corre el eje del poder mundial hacia América Latina, donde están la mayoría de los católicos”, apuntó Fernández Baraibar, especialista en historia contemporánea argentina.
“Juan Pablo II y Benedicto XVI, como europeos, no pensaban con esta cosmovisión”, opinó el analista.
El filósofo José María Poirier, director de la revista católica Criterio, considera que “Francisco tiene una clara vocación política y recupera la presencia internacional del Vaticano que había tenido con Juan Pablo II”.
Según Poirier, el papado de “Benedicto XVI representó una etapa de repliegue de la Iglesia”.
“Juan Pablo II llenó las plazas con la intención de hacer regresar a los fieles a las iglesias, pero Francisco constata que la sociedad está en otro lado y quiere que la iglesia vaya donde está la gente”, dijo a la AFP sobre el argentino que en Estados Unidos ya es más popular que Juan Pablo II y que esta semana fue incluido en la revista Time entre las 100 personalidades más influyentes del mundo.
– Vocación ecuménica y críticas –
La vocación ecuménica de Francisco es otra virtud destacada en Argentina, un país de inmigrantes con 75% de católicos pero donde conviven amistosamente las numerosas colectividades judías y musulmanas.
“Francisco está afirmando todo lo que hicieron sus antecesores desde la relación judeo-católica, al seguir por la senda que empezó Juan XXIII y siguió de manera descollante Juan Pablo II”, dijo el rabino Antonio Skorka, que viajó al Vaticano para la canonización.
Pero pese a la ‘Franciscomanía’ que despertó en el mundo, en su país natal siguen habiendo escépticos, en particular entre militantes de derechos humanos y de la comunidad homosexual.
Esta minoría no olvida que, como arzobispo de Buenos Aires, Jorge Bergoglio se opuso fuertemente a la ley de matrimonio entre personas del mismo sexo, sancionada en 2010.
María Isabel ‘Chicha’ Chorobik de Mariani, fundadora en 1977 de Abuelas de Plaza de Mayo, en donde militó hasta 1989, afirma “no tener esperanzas en quien nunca ayudó a encontrar a nuestros nietos”, hijos de desaparecidos, robados durante la dictadura argentina (1976-83).
“No hubo ningún cambio en el Vaticano. No puedo esperar nada de Francisco”, dijo a la AFP esta mujer de 90 años que sigue buscando a su nieta Clara Anahí, robada en 1976 con tres meses de edad.
Mariani está convencida que “en el Vaticano hay datos sobre el paradero de nuestros niños”, dijo la mujer que quiso ser monja y cuyo padre era polaco “y muy parecido físicamente a Karol Wojtyla”, según contó.
Durante el papado de Juan Pablo II “fui 14 veces al Vaticano. Tenía mucha esperanza en el papa polaco. Nunca nos recibió, fue una gran decepción”, concluyó.
AFP