El 1 de mayo de 1994 el auto de Senna chocó contra un muro de protección a 320 kilómetros por hora, luego de enfrentar una de las curvas más peligrosas del Mundial de Fórmula Uno.
Fanáticos del automovilismo se reunieron este jueves para rendir homenaje póstumo al piloto brasileño Ayrton Senna, quien murió hace veinte años cuando disputaba el Circuito de Imola del Gran Premio de San Marino en el Campeonato Mundial de la Fórmula Uno de 1994.
La tumba simple, pero siempre visitada y decorada con flores y artículos alusivos al automovilismo, dentro del lujoso cementerio paulista de Morumbí, recibió a decenas de aficionados que se congregaron para recordar las proezas del brasileño en las pistas y circuitos callejeros de la Fórmula Uno.
Una bandera brasileña, con la réplica del casco encima, cubrió la tumba de Senna, que según el Instituto Datafolha es el principal ídolo del deporte en Sao Paulo, con el 47% del respaldo de los entrevistados y superando incluso al ex futbolista Pelé (23%).
Las discusiones sobre el automovilismo, habituales en los bares de la capital paulista, esta vez se trasladaron para el cementerio de Morumbí, pero entre quienes debatían hubo un consenso: “Ayrton fue el mejor”.
El 1 de mayo de 1994, cuando transcurría la séptima vuelta del Gran Premio de San Marino, en el circuito de Imola, el auto de Senna chocó contra un muro de protección a 320 kilómetros por hora, tras pasar por “Il Tamburello”, por entonces una de las curvas más pronunciadas y peligrosas del Mundial de Fórmula Uno.
Senna fue trasladado al hospital Maggiore, de Bolonia, con un fuerte traumatismo craneal, donde falleció horas después.
El piloto fue campeón mundial de Fórmula Uno en 1988, 1990 y 1991 con la escudería McLaren-Honda, y logró 41 victorias en grandes premios y 65 primeros lugares en la parrilla de salida.
EFE