Con la muerte del gran escritor Gabriel García Márquez no murió Macondo, pueblo ficticio descrito en la novela Cien años de soledad, todo lo contrario, ese pueblo, cuna del realismo mágico, se ha expandido por toda latinoamérica. La fusión de la realidad con lo imaginario.
Tal como sucede hace 100 años en Corea del Norte. Donde Kim Jong-un, el tirano que heredó el mando de su padre, y éste a la vez de su padre, decreta que se haga realidad lo que dicta su imaginación. Y ahí están, esos líderes “demócratas” de nuestra región, de la Patria Grande, pujando por las reelecciones indefinidas, los mandatos por decreto, la aniquilación desde el poder de sus adversarios.
Ahí están imaginando su supremacía moral sobre el resto de sus conciudadanos. Decretando que lo que imaginan, lo que hablan, lo que gesticulan es la realidad. Tal como hace el gordito de Corea del Norte. Tal como los de acá, decretan qué y cuáles son las democracias, al “Kim Jong-un style”.
Esta es la interpretación del decreto de Kim Jong-un, quien obligó a que se cortaran el cabello como él, tal como las “democracias Kim Jong-un style” decretan que en Venezuela hay una democracia plena.
(LP)