Las operaciones de recuperación de las víctimas llegaban a su término este sábado, cuatro días después de la catástrofe minera de Soma, que aviva la cólera contra el gobierno del primer ministro turco Recep Tayyip Erdogan, a tres meses de la elección presidencial.
Un día después de una violenta intervención policial contra miles de manifestantes que exigían, a pocos kilómetros del lugar de la tragedia, la dimisión del gobierno, el balance del mayor accidente industrial de la historia de Turquía superaba ya los 300 muertos.
“El balance es de 301 muertos. (…) Aún quedan dos mineros atrapados en el fondo”, declaró a la prensa el ministro de Energía Taner Yildiz.
El accidente minero de Soma (oeste) provocó desde el martes una intensa emoción en todo el país y desencadenó una nueva revuelta contra el gobierno islamista-conservador del primer ministro Recep Tayyip Erdogan, acusado de haber descuidado la seguridad de los mineros y de ser indiferente a su sufrimiento.
La policía turca dispersó violentamente el viernes por la tarde con cañones de agua y gases lacrimógenos a unas 10.000 personas que manifestaban en Soma para denunciar las condiciones de trabajo de los mineros.
Erdogan –que dirige Turquía desde 2003 y podría anunciar su candidatura a la elección presidencial de agosto– atribuyó el accidente a la fatalidad, y rechazó las acusaciones de negligencia.
“Los accidentes forman parte de la propia naturaleza de las minas”, había afirmado.
Pero a 15 días del primer aniversario de la ola de protestas que hizo vacilar a su gobierno en 2013, esta línea de defensa fue considerada despectiva por la oposición turca y alimenta críticas y tensiones, en un contexto de escándalos.
Las fotografías de las protestas tampoco calmaron los ánimos.
Además, según las imágenes que circulan en las redes sociales, el jefe de gobierno, famoso por sus salidas de tono, habría personalmente abofeteado a un manifestante, una información desmentida el viernes por el portavoz de su partido para la Justicia y el Desarrollo (AKP), Huseyin Celik.
La foto de uno de los asesores del primer ministro pegando una patada a otro manifestante mientras dos policías fuertemente armados lo retenían en el suelo, también impactó a una Turquía en duelo.
Las críticas al gobierno, acentuadas en diciembre por la publicación de un escándalo de corrupción que salpica al Ejecutivo y al propio primer ministro, no afectaron sin embargo al gobernante AKP), que salió victorioso de las elecciones municipales del 30 de marzo.
Tras esta victoria, nadie duda de que el hombre más carismático del país se presentará a la próxima elección presidencial de los días 10 y 24 de agosto.
Por otra parte, en su edición del sábado el diario Milliyet afirma que un informe preliminar sobre las causas de la catástrofe señala la falta de detectores de monóxido de carbono en la mina.
El presidente de la compañía minera, Alp Gürkan, muy criticado por la prensa tras la catástrofe, se había vanagloriado en 2012 de haber logrado reducir de 130 a 24 dólares la tonelada los costes de producción en su mina. AFP