Hugo Chávez salió de la cárcel el 26 de marzo de 1994, luego haber estado preso dos años, como consecuencia de su participación en el fracasado golpe militar que encabezó el 4 de febrero de 1992 en contra del presidente constitucional Carlos Andrés Pérez. En 1994, el presidente en ejercicio, Rafael Caldera, le otorgó el sobreseimiento a su causa y a muchos de sus compañeros.
Hace dos años, siendo Procuradora General de la República, Cilia Flores, la actual esposa de Nicolás Maduro, declaraba al respecto que la presión del pueblo obligó a Caldera a concederle el sobreseimiento a Chávez por el 4-F.
“El Movimiento Bolivariano Revolucionario 200 va a la calle, a la carga a tomar el poder político en Venezuela”, fueron las palabras que pronunció Chávez al salir a la calle desde la cárcel. En aquel momento, y ni siquiera proviniendo de un golpista apresado, confeso y recién liberado, el estamento político interpretaba esa declaración, como algo diferente a ejercer los derechos que la Constitución Nacional le consagraban como ciudadano.
Esta semana, “el Alto Mando Político”, una figura retórica inexistente en nuestra legislación, le anunció al país, fundamentados en unos supuestos correos electrónicos supuestamente pertenecientes a la diputada María Corina Machado (MUD, Miranda), el desarrollo de un plan “desestabilizador”, “golpista” y “magnicida” sin más prueba que una lectura incompleta de los correos. El vocero del grupo, el Alcalde de Libertador, Jorge Rodríguez fue a más y llegó a afirmar “Ambos correos están siendo sometidos a la justicia venezolana por escrituras golpistas y plan de magnicidio”.
En respuesta a las acusaciones del “Alto Mando Político”, la diputada María Corina Machado fué enfática al afirmar que lo único que desea de Maduro es su renuncia. “Ni magnicidio, ni golpe de estado, su renuncia por el bien de Venezuela” expresó.
El alcalde Rodríguez, respondió a las afirmaciones de María Corina Machado afirmando que bajo el entendido de que la renuncia es un acto voluntario, que la insistencia sobre este punto es un “llamado” al derrocamiento del Jefe de Estado.
“A los magnicidas les sale cárcel“, declaró Maduro con respecto a las acusaciones del alcalde del municipio Libertador, Jorge Rodríguez, que vincula a María Corina Machado, Diego Arria y a banqueros con un supuesto plan de magnicidio en Venezuela
En la ocasión en que se cumplió un nuevo aniversario de la salida de Chávez de Yare, el diario Ciudad CCS rescató el año pasado una entrevista realizada por Ildear Gil en febrero de 1996 a dos años de su sobreseimiento y que tituló originalmente Chávez: la guerra civil podría ser necesaria.
En ellas, el golpista sobreseído pedía abiertamente la renuncia del presidente Caldera. Chávez afirmó cosas como:
“Debemos pensar más bien qué ganaría el pueblo si se va del gobierno un hombre como Caldera, quien ya en dos años ha demostrado que no tiene o perdió la capacidad de autoridad moral para dirigir este país”
“Después de la renuncia de Caldera, el pueblo a través de un referéndum debe decidir si quiere la Constituyente o alguna otra alternativa”.
“Que si Cristo estuviera aquí, seguramente pediría la renuncia de Caldera, y cuidado si lo mandaría a crucificar“.
Sin duda alguna, y a tenor por que lo declaraba en el año 2006, de haber sido Hugo Chávez opositor en estos tiempos, sus “hijos”, Maduro y Jorge Rodríguez ya lo hubieran encarcelado, o en todo caso, hubiesen procurado su destrucción moral como intentan con los que hoy piden la renuncia de Maduro. (LP)
Lea a continuación la entrevista publicada en Ciudad CCS:
26/03/13.-Un día como hoy, en 1994, el Comandante Hugo Chávez recobró la libertad luego de haber purgado pena a consecuencia de la rebelión cívico militar que encabezó el 4 de febrero, dos años antes.
Desde Fuerte Tiuna aquella vez, apenas puso pie en la calle, advirtió al mundo que “el Movimiento Bolivariano Revolucionario 200 va a la calle, a la carga a tomar el poder político en Venezuela”.
Estas palabras, recogidas en la red Youtube por el Partido Socialista Unido de Venezuela, fueron algo más que una profecía como posteriormente lo demostró la historia. Su victoria electoral el 6 de diciembre de 1998 fue el resultado de fuertes debates, encuentros, desencuentros, viajes y reuniones, muchas de ellas a escondidas de los cuerpos de seguridad de la Cuarta República.
Inesperadamente -para él- una vecina y dos vecinos de la parroquia Sucre que elaboraban el quincenario Aristocatia, arribó a la “concha” que en Chuao le servía de Despacho. Era febrero de 1996.
Quien suscribe, lo entrevistó durante dos horas. De aquella reunión brotó el trabajo que sigue a continuación, publicado originalmente bajo el título Chávez: la guerra civil podría ser necesaria. Su contenido se expresa por sí solo.
NECESIDAD DE LA CONSTITUYENTE
Cuatro años después de la insurrección militar que intentó –de manera frustrada– derrocar al gobierno del entonces presidente Carlos Andrés Pérez, el líder de la intentona del 4 de febrero del 92, tiene mucho que decir. La posibilidad de una confrontación civil que reduzca al país a simples añicos le preocupa, según afirma, porque en caso de una explosión popular, según él, un bando del ejército oficial estará empuñando las armas y el bando del ejército rebelde le responderá.
“A veces, la historia es terca, es como una gran rueda que se asemeja a un tren. No queremos sangre y no deseamos una guerra civil que a lo mejor podría ser necesaria para salir de este atolladero. No la queremos, insisto, pero vamos por ese camino. Si ese es el destino de Venezuela, que lo diga Dios en todo caso. Los hombres solo podemos hacer lo posible para evitar que eso pueda ocurrir. Por eso la necesidad de la Asamblea Constituyente como una salida pacífica. Pero de seguir con estos desajustes sociales, con el empeño de Caldera y su gobierno de seguir el mandato del Fondo Monetario Internacional, de entregar el petróleo a las empresas extranjeras, desconocer las prestaciones sociales, incrementar el precio de la cesta básica, congelar los salarios, nadie podrá evitar una explosión que nos lleve a la guerra, porque las Fuerzas Armadas de hoy no son las de 1989. En caso de una orden de Caldera para disparar contra el pueblo, es posible que una zona del país pudiera estar controlada por el ejército del país y otra por el ejército rebelde para que Venezuela se parta en dos pedazos –dijo el comandante que despacha desde sus oficinas en Chuao”.
EL PASO DEL TIEMPO
—A cuatro años de aquellos hechos, ¿qué nos puede decir?
—Bueno, mira, el balance que uno pudiera hacer de esto tiene múltiples variantes. Lo elemental o fundamental es que el 4 de febrero le dio una estocada mortal al sistema político puntofijista. Y aunque esto pudiera ser muy subjetivo porque yo fui uno de los protagonistas, te digo que me recuerda a uno de esos caimanes arponeados en los llanos de los ríos de Apure. La columna vertebral del supuesto piso popular y del militar salió mortalmente herido. De allí salió una rebelión de gran magnitud como ninguna de este siglo. La dimensión significó la comunión de gente comprometida, proyecto ideológico, fines perseguidos. Desde entonces hemos tenido cuatro presidentes, uno por año, y ninguno ha podido cumplir con los planes nacionales.
—¿Por qué no se logra algo, si se supone que todos esos planes están fundamentados en buenas intenciones?
—Porque todas esas supuestas buenas intenciones van dirigidas a un objetivo: tratar de restablecer el equilibrio perdido del sistema que se va a la tumba. Pero en todo caso, no van a poder lograr cumplir con los planes porque estos presidentes han excluido al pueblo. Y más bien estamos viviendo el estado previo a la muerte del sistema, como dicen los expertos.
—¿Qué estaría pasando ahora en Venezuela de haber triunfado la intentona militar?
—Es difícil contestar a eso porque se corre el riesgo de caer en una peligrosa especulación histórica. Pero sí podría adelantar algunos elementos que siguen presentes y que a mi criterio mantienen vigencia y son necesarios. Desde el punto de vista político traíamos la bandera de la Asamblea Constituyente para que otro sistema político hubiese nacido con legitimidad. Esto se logra con la devolución de la soberanía al pueblo. En lo económico, un proyecto de reconstrucción nacional o economía de posguerra porque estamos peor que un país que haya perdido una confrontación bélica. Esto está destrozado. Todos los índices se parecen a esos países de Europa después de la guerra. En lo militar, cambiaríamos todo lo relativo a su estructura, la fusionaríamos con la sociedad civil y la pondríamos a pensar y actuar en función de recuperar al país. En lo social, habríamos puesto en marcha el modo de vida solidario, término que rayó Caldera, pero que necesita de un mediano plazo porque involucra valores como la educación, el cambio y otros.
LA VÍA DE LA DICTADURA
—Como quiera que sea, se trata de esquemas a los que no estamos acostumbrados. ¿Cómo pensaba aplicarlos? Acaso, ¿a través de una dictadura?
—Bueno, si aquí hacía y hace falta todavía una dictadura, y la historia y la situación lo piden, en todo caso me pronuncio por una dictadura de la ley, por una dictadura de la mayoría. No una dictadura militar clásica a lo Pinochet porque no creo que esa sea la solución. Si aquí hablamos de dictadura, será la dictadura del pueblo, de la mayoría que se impone. La dictadura de la nación, de la voz de la nación. Creo que debe venir un gobierno de transición de mucha fortaleza, sin que eso signifique que andará por la calle matando al pueblo. Deberá más bien tener un fuerte piso social, moral y militar, con la capacidad de imponer el programa elaborado y legitimado por la mayoría. Para que no se me confunda con un dictador tradicional, y para suavizar el término, digo que debe ser un gobierno con mucha fuerza moral, popular y militar.
—¿Durante cuánto tiempo?
—Nosotros tenemos un proyecto de transición que está definido para un lapso mínimo de tres años. Podrán ser cinco, porque todo es como el agua cuando está en estado sólido en vía al estado líquido o gaseoso. Eso lleva un tiempo y ciertas condiciones para terminar en otro estado. En Venezuela la cosa está tan podrida y degenerada que un Proyecto Nacional a cumplir en veinte años debe tener una base fuerte de tres años.
ELECCIONES Y ABSTENCIÓN
—¿Chávez y el MBR-200 se sintieron ganadores con el resultado de las elecciones en Jo que se refiere a la abstención que pregonaron por todo el país?
—Ni un triunfo personal de Chávez, ni un triunfo particular de nuestro movimiento. Sí somos partícipes de un triunfo del pueblo consciente. De una masa de más o menos de ocho millones de personas que pese a la campaña adelantada con millones de bolívares, se rebeló y desobedeció cívica y silenciosamente. Se trata de una nueva mayoría que se está conformando dispuesta a darle el vuelco a la historia venezolana.
—¿Pero se trató de una respuesta consciente, política o más bien de una actitud cómoda de quedarse en casa por indiferencia ante el proceso electoral?
—Yo no creo que la abstención, maquillada por quienes tienen los recursos, tenga su fuerte en la indiferencia. Ponle tú que por esto solo un porcentaje está influido por la indiferencia, pero aquí hay un pueblo indignado, rabioso, que se rebeló definitivamente como lo podemos constatar nosotros en nuestros diferentes recorridos por todo el país.
—Se mantienen los mismos mecanismos electorales que cuestiona. Sin embargo, se dice por allí que está dispuesto a participar en las elecciones del 98…
—Mira, aquí nosotros estamos dispuestos a asumir el riesgo que sea, así se trate de ir a las armas de nuevo, de ir a un referéndum para la Constituyente y hasta de llegar a una realidad cierta: la única verdad en estrategia es la flexibilidad. Los tiempos van cambiando y no obstante nos mantenemos en la misma posición de siempre. Jamás hemos dicho “de esta agua no voy a beber”. Siempre hemos dicho que es válida cualquier forma de lucha, y aunque no sabemos qué pasará más adelante, todos los caminos son posibles siempre y cuando no se pierda el objetivo que es empujar un cambio revolucionario en las estructuras. En este momento no decimos sí o no. Además, eso está muy lejos en tiempo y en cuanto a la posibilidad de que ocurra, porque es difícil que lleguemos a finales del 97 sin que aquí no haya habido alguna alteración del proceso político que llevamos.
—De acudir, ¿aceptaría el respaldo de cualquier organización partidista, independientemente de su corte político?
—Nuestro movimiento abre sus puertas de par en par, y tenemos los brazos abiertos para las tendencias del centro, izquierda o derecha moderada. En todo caso, la alianza con partidos políticos es bastante difícil porque muchos de ellos que se dicen revolucionarios y transformadores, ah! los ves con el gobierno de Caldera. No entiendo cómo el PCV, el MAS o el MEP están amarrados haciendo pactos a espaldas de la mayoría. No puedo entender eso. Si ellos cambian sus líneas, podemos hablar.
QUE SE VAYA CALDERA
—¿Qué ganaría Hugo Chávez Frías con la salida de Rafael Caldera de la presidencia de la República?
—(Sonrisa) No, no se trata de qué ganaría yo o qué ganaría el movimiento. Debemos pensar más bien qué ganaría el pueblo si se va del gobierno un hombre como Caldera, quien ya en dos años ha demostrado que no tiene o perdió la capacidad de autoridad moral para dirigir este país. En cuanto a la capacidad física tampoco la tiene, por lo que está como el Cid Campeador o Leonidas Breznef, quienes aun después de muertos seguían físicamente al lado de sus colaboradores para que los ejércitos no se desbandaran. Después de la renuncia de Caldera, el pueblo a través de un referéndum debe decidir si quiere la Constituyente o alguna otra alternativa. Por allí nos alejaríamos además de un problema muy peligroso.
ARIAS CÁRDENAS DEBE ACEPTAR LA DERROTA
—¿No demostró Arias Cárdenas que a través de los mecanismos del sistema sí se puede tomar el poder?
—Bueno, habría que preguntarse qué poder, o qué es el poder. ¿Ser gobernador de un estado es tener poder? Creo que no. El poder es otra cosa, es tener desde el punto de vista revolucionario y popular, la capacidad de asumir entre las manos las decisiones que volteen esto a favor del pueblo. Yo creo que un gobernador como Arias Cárdenas, en el Zulia, es impotente ante una realidad que lo desborda. Yo dije y digo con dolor algo que él no entendió: yo hubiese deseado que no ganara. Que se hubiese reservado para un proceso de real transformación, me hubiese gustado más. Ahora repito lo del principio: ahora comienza un calvario. Ya he recibido noticias que dicen que lo están acorralando. Le están saboteando la gestión. Ahí están los apagones por más de media hora en Maracaibo y los disparos en el estadio cuando apenas asumía el mando. Entonces, me pregunto, ¿quién tiene el poder? ¿Lo tiene él? No, lo tiene el cogollo de siempre, los partidos políticos, la Asamblea Legislativa que con un solo acuerdo puede levantar la mano el día que presente la memoria y cuenta para sacarlo y barrerlo de ahí. En todo caso, yo preferiría que lo sacaran de la gobernación, que saliera con la frente en alto, antes que acepte las condiciones de los partidos políticos de negociar, bajar el perfil y pasar a la pequeña historia nuestra como ocurrió con Andrés Velásquez. Por cierto, con la experiencia de La Causa R se vino abajo el mito, según el cual, tomando el poder por partes, Venezuela va a cambiar. Aquí, el problema es global, todo o nada.
PÉREZ JIMÉNEZ Y LAS FFAA
—Desde España, y a raíz de los 38 años del 23 de enero, el general Marcos Pérez Jiménez dijo que en la actualidad las Fuerzas Armadas no están capacitadas para defender la soberanía nacional, tal y como, según su criterio, lo estuvieron durante su régimen.
—Creo que la única época en que las Fuerzas Armadas respondieron a esa situación, fue cuando la independencia. Debemos recordar cuando en Angostura, Bolívar capturó y mantuvo presas a dos goletas norteamericanas. A pesar de las diligencias del embajador norteamericano, Bolívar no dio un paso atrás porque las goletas portaban armamento e iban a reforzar al enemigo del pueblo. Habría que ver ahora si Pérez Jiménez hubiera hecho lo mismo con buques norteamericanos. Lo mismo me pregunto hoy.
—¿Eso lo conocen las potencias extranjeras?
—¡Claro que lo saben!, tienen que saberlo, si es que…
—¿Y no es peligroso?
—Es un peligro, porque la capacidad operacional de las fuerzas está en un nivel muy bajo. Es igual para el ejército, la marina de guerra y la aviación, fuerza esta que requiere de tres pilotos por avión en caso de guerra. Aquí, por tenerlos en otras labores, la proporción es al revés. Y no solo lo saben las fuerzas extranjeras. Es que ese es su plan: barrer con todas las Fuerzas Armadas de estos países porque también somos parte del pueblo.
LA VISITA DEL PAPA
—¿Qué opina de la visita del Papa?
—Bueno, yo soy cristiano y católico. Soy bautizado y hasta fui monaguillo, y mi mamá quería que fuera cura. Recuerdo que tocaba las campanas de la iglesia. Uno tiene, por todo, que darle la bienvenida. Soy muy cristiano, más cristiano que católico porque creo en Cristo furibundo, redentor, revolucionario, luchador, en el Cristo que es pueblo. Desde ese punto de vista hay que darle la bienvenida. Sin embargo, preocupan varias cosas. Que por una parte, el gobierno de Caldera utilice al Papa para ocultar una realidad y levantar cortinas de humo ante una población que se muere de hambre.
—De tenerlo de frente, ¿qué le diría?
—Yo le diría a él, a los obispos y curas, que no se dejen utilizar. Que si Cristo estuviera aquí, seguramente pediría la renuncia de Caldera, y cuidado si lo mandaría a crucificar. Le pediría que se pusiera al lado del pueblo porque la voz del pueblo es la voz de Dios. Que se ponga al lado del pueblo y que no se deje manipular. Depende de lo que haga, le aplaudiremos o nos quedaremos en silencio.
LA APERTURA PETROLERA
—¿No es preferible aceptar la apertura petrolera antes que dejar esas reservas sin la producción que están en capacidad de dar?
—Mira, si fuese cierto que la apertura petrolera, como se está manejando, produjese esa lluvia de dólares y fabulosas inversiones, aun aceptando que eso fuese cierto, ¿quién garantiza que eso vaya a ser aplicado en función del desarrollo de la calidad de vida, trabajo y educación para el pueblo? Esto está como un cáncer, porque mientras aquí no haya un cambio en el marco ético del país, no vale lluvia de dólares que venga así sea del cielo. Todo se irá por el tonel sin fondo de la corrupción, la burocracia, la falta de planes y dilapidación de recursos. ¿Dónde está el plan de gobierno? ¿Para qué son esos recursos? De seguir esto, estaremos entregando el cuarto de la casa a un costo muy alto. Además, no hay ganancia alguna porque según los datos oficiales, en cinco años solo entrarán 600 millones de dólares. Cabe además preguntarse si PDVSA, en 20 años de nacionalización, no ha desarrollado capacidad para seguir explorando y explotando el petróleo, y algo más: procesar la materia prima en nuestro territorio que sí generaría empleos, tecnología propia y desarrollo. Debemos desmentir también que los extranjeros vienen a riesgo propio. Aquí se han aplicado todos los métodos de exploración. Ellos saben, hasta gracias al satélite dónde hay petróleo. ¿Por qué no van a explorar en el Alto Apure? No, ellos van hacia donde está el lomito. Por eso nos adherimos a la demanda de nulidad presentada ante la Corte Suprema de Justicia
(LP)