La protesta de 900 conspiradores del 4-F frente a Miraflores muestra cómo el actual régimen – ahora llamado Socialismo del s XXI- desprecia, desestima y menosprecia hasta a los originarios del régimen postchavista. Régimen que hoy actúa como una autocracia militarista de enorme ineptitud como gobierno, creador de grandes desigualdades en diferentes sectores de la sociedad venezolana. Desigualdades hasta en los militares golpistas que constituyen el grupo más significativo y originario de ese proyecto, tanto es así que se comprenden como una masa automática de adherentes.
Nicolás Maduro y la Cúpula Militar Claudicante-Sumisa que lo tutela, no pueden comprender la protesta ni el reclamo de los golpistas originarios a la promesa-compromiso del Gobierno, ya que su incompetencia como políticos y gobierno los bloquea y les impide enterarse de la grave fatiga social que padece el país. Más grave aún, la crisis de Venezuela como Estado providencia la cual pone en evidencia su incapacidad como régimen protector social de los venezolanos.
La protesta de los 900 elementos de tropa es una reacción justa por parte de los alzados ante el incumplimiento de una promesa gubernamental en la persona del fallecido presidente Hugo Chávez cabeza del levantamiento militar del 4-F, que ahora aparece como una “desigualdad”. Desigualdad provocada y responsabilidad de quien actúa como el Poder Ejecutivo sobre los originarios del golpe de Estado. Seguramente al régimen postchavista se le olvido o desconoce a esas tropas, que fueron masa fundamental y crítica para la operación militar del golpe de Estado de 1992.
Tropas que fueron engañadas y conducidas por un grupo de oficiales sediciosos, a usar las bocas de fuego en contra del poder político legítimo; grupo de oficiales sin sentido de la historia, ambiciosos de poder político, que violando la Constitución y el poder legítimamente constituido, trataron de imponer por la vía de un golpe de Estado criminal, un retroceso a la ecuación política venezolana hacia el militarismo del siglo XIX.
El trato desigual al cual hoy son sometidos esos soldados originarios por Nicolás Maduro, se corresponde a los quiebres y cuestas que en el trato político provoca este régimen autocrático militarista a sus adherentes. Incluyéndose a los originarios, lo que evidentemente muestra una realidad política opaca, insincera y arbitraria hacia los 900 tropas que se sienten engañados, pospuestos y luego humillados con lo cual le sobran razones para protestar.
La protesta de los 900 tropas en Miraflores es parte de la fatiga social venezolana que igualmente ha mostrado a los vecinos, las amas de casa, los médicos, los obreros de Guayana quienes no están dispuestos a tolerar más el mal gobierno. Gobierno errático y militarista que ni siquiera tiene el arrojo necesario para atender a esos 900 golpistas.
Los 900 tropas han expresado un gran malestar identitario frente al régimen, han amenazado con pasar a la desafiliación de eso que llaman PSUV o régimen militarista, para aterrizar en desunión y hasta delincuencia grupal causada por la ineptitud, torpeza e indiferencia de un régimen político inhábil. Régimen político inhábil que con sus acciones de desprecio han orillado a esos 900 soldados originarios quienes armados de valor cívico hacen uso de su legítima facultad de protestar como cualquier venezolano. Pero el gobierno postchavista atolondrado, cercado e incapaz cree que este asunto de orden público, como lo es la protesta, tiene que enfrentarlo como un procedimiento militar, inhumano, arbitrario y absurdo.
Nicolás Maduro y su acción desmedida contra los 900 elementos de tropa muestra el divorcio del régimen con la realidad, pero también la peligrosa deformación del régimen ya que como un régimen acorralado por el malestar económico, la inflación, la escasez y la inseguridad no le queda otro camino que recurrir al militar. A militares con un instrumental de guerra que se proponen contener la protesta social la cual es sólo un asunto de orden público. En este sin sentido, esta acción absurda abre una peligrosa página de deformación del postchavismo como lo es “el combate militar a la protesta social”.
Nicolás Maduro y su régimen totalmente militarizado transita caminos peligrosos cuando interpreta a la sociedad como enemigo y emplea el elemento armado para contenerlo con lo cual “maximiza el riesgo político”. El elemento militar a la orden de Nicolás Maduro produce maltrato y en esta ocasión, maltrató la protesta de 900 tropas, produciendo un descredito mayor en el régimen esta vez con impacto en el entorno interno militar, exponenciando el desprecio y critica de la opinión publica nacional y creando una ocasión más para que la opinión internacional verificara la enorme debilidad de un régimen que, sentado sobre sus bayonetas, no entiende de civilidad, ni de ley, ni mucho menos del arte de gobernar.
Nicolás Maduro está cada vez más cerca de instrumentar el ejército contra el pueblo, y esta vez fue contra 900 tropas del 4-F quedando en evidencia su carencia de ética, su violación a la Constitución, su falta de recursos como poder político y su cercanía y convivencia con una cúpula militar sometida que hoy sirve de piso y sostén al postchavismo.
Postchavismo que arriesga tanto tantas veces que acelera el camino hacia la explosión social, explosión social mostrada en “EL NUEVO MAPA POLÍTICO” que Nicolás Maduro no sabe leer y no tiene quien se lo explique ya que con sus acciones y desenvolvimiento contrario a lo previsto en la Constitución, además de la militarización de la política y la sociedad se acerca ineludiblemente a un delicado hecho político social conocido como explosión social.