Una invasión de amarillo, azul y rojo, los colores nacionales de Colombia, invadió hoy desde tempranas horas de la madrugada los alrededores del estadio Mineirao, escenario del primer partido por el Grupo C del Mundial de Brasil 2014 entre las selecciones del país suramericano y Grecia.
La Lagoa da Pampulha, unos de los atractivos turísticos de Belo Horizonte y próxima al estadio Mineirao, comenzó a recibir desde la noche del viernes a muchos colombianos, que en caravanas desde Río de Janeiro y Sao Paulo o en grupos masivos desde la terminal de autobuses y el aeropuerto de Confinss se desplazaban hasta allí.
La publicista Lucila González, de la ciudad de Manizales, viajó en una excursión que llegó en la madrugada al aeropuerto del municipio de Confins, que opera para Minas Gerais, y de inmediato se trasladó con su grupo para los alrededores del Mineirao.
“Teníamos reserva en un hotel, para ir a descansar, pero la alegría combinada de ansiedad es tanta que decidimos mejor venirnos para acá y esperar la hora del partido en este ambiente. Es mejor hacerlo aquí con todos estos colombianos que irse a dormir un poquito”, relató a Efe la mujer de 30 años.
Los sombreros aguadeños, los ponchos, carrieles, ruanas y otros atuendos tradicionales de Colombia se imponían en las calles que circundan el máximo escenario deportivo de la capital del suroriental estado de Minas Gerais, una de las doce sedes del Mundial.
El empresario Julio Alberto Zapata, de la ciudad de Medellín, se arriesgó a viajar con un amigo sin todavía tener asegurada la entrada y consiguió su objetivo desembolsando 175 dólares por cada uno de los ingresos para las tribunas populares.
“Estaba dispuesto a pagar más, pero tuvimos suerte de comprar revendidas las boletas a una persona que manejaba una excursión y que le cancelaron algunas personas el viaje. Un Mundial es un Mundial y esperar cuatro años más, y en Rusia, era más complicado”, contó Zapata.
En la Avenida Antonio Abrahao Caram, la principal de las que da acceso al imponente Mineirao, tímidos grupos de hinchas griegos, con sus colores azul y blanco, se perdían en el mar tricolor colombiano, que era matizado con el amarillo y verde de los brasileños que acudían al estadio, la mayoría para apoyar a Colombia.
“El fútbol colombiano tiene la alegría del brasileño y esta generación parece que puede aproximarse a esa generación de los años noventa que todos recordamos con Higuita, Rincón, Valderrama y Asprilla. Todos los brasileños admiramos el fútbol de Colombia”, resaltó el ingeniero de alimentos local Marcus Lima.
A pesar de la inmensa mayoría colombiana en el estadio, fortín habitual del campeón brasileño Cruzeiro, el clima entre seguidores del seleccionado suramericano y del equipo griego era amigable y escenas en las que departían unos y otros eran comunes antes de abrirse las puertas del escenario.
“Yo soy descendiente de griegos y vine a acompañar al país de mis abuelos desde Río de Janeiro, pero independiente de eso el fútbol es universal y desde que nos montamos en el autobús ya veníamos con los colombianos en un ambiente de fiesta, como debe ser”, contó el profesor de biología Linus Anastoupulos.
El clima mundialista y futbolero para el partido entre Colombia y Grecia, previsto para las 13.00 hora local (16.00 GMT) en los alrededores del estadio, contrastaba con cierta tensión a próximos kilómetros de ahí, donde se espera una manifestación popular más contra la realización y los gastos excesivos del Mundial. EFE