Orlando Viera-Blanco: Maduro, el que más arriesga es usted…

Orlando Viera-Blanco: Maduro, el que más arriesga es usted…

thumbnailorlandovierablancoAlgunos de nuestros lectores nos preguntarán -después de cabalgar por estas líneas- qué “condimento” le ha puesto Orlando a la sopa que a la par de quemarme los labios, le “derrite” las ideas. Mi reflexión no se reduce a una demanda o un “wishful thinking…”. Es sólo un escenario, un ideal y de pronto, lo más conveniente para Tirios y Troyanos. No hablo de otro imperativo de aparente imposibilidad, que convertir a Maduro en el hombre de la transición política en Venezuela.

Regresemos a aquellos días cuando llegó Maduro al poder. No el 14/04/13. Sino aquella noche de “luna llena”, 08-12-12, cuando el expresidente Chávez, se despidió de este mundo y designó su sucesor, con aquella frase lapidaria: “si algo llegase a sucederme, voten por Nicolás…”. Todos estamos de acuerdo que aquel anuncio -en un país presidencialista, donde el culto a la personalidad a HCHF le hizo un gobernante con más poder que un emperador chino en tiempos de ocupación- convirtió a Maduro -Ipso facto e ipso Iure (según “la ley hispana” del burócrata oficial)- en el nuevo “padre de la patria”.

Esa misma noche comenzó en Venezuela una transición, al menos de lo militar a lo civil; inconstitucional (por una ausencia absoluta no decretada por el TSJ), pero con plausibilidad transaccional, para conducir el país por un sendero civilista (ciudadano), que aliviara las cargas de la lucha de clases, el militarismo, el milicianismo y el autoritarismo. Maduro tuvo (y aún lo tiene), el chance de ir a una transición política -consensuada- que nos permita un reencuentro histórico inédito.





Del lado de la oposición hoy mejor comprendemos por qué llegó Chávez al poder, cuánto hemos sido co-responsables de nuestro presente y de cómo hemos asumido la defensa de la democracia con la misma petulancia del increpado. Por ello se impone una profunda revisión del accionar político. Pero la criminalización y represión a la disidencia es inaceptable e insostenible.

Se impone entonces una tregua ciudadana. La transición de la que hablo no es esencialmente política, sino estratégica, económica y cultural. Comporta amnistía en lo político -sí- pero asistida de un plan de apertura y reactivación económica, que reconozca el sentido de oportunidad, a través del respeto a la propiedad privada, el derecho a emprender y de proveer una formación diferente (cuentadante) al individuo, no dependiente del Estado.

De lo que debe estar persuadido Maduro es que la inflación y la escasez igual forzarán a una transición, pero no-transaccional, sino por colapso o autoexclusión.

Sociedades tradicionales atrasadas respecto a su contexto continental, abortaron procesos de modernización por resguardar antiguos privilegios. España y Portugal, ganadas a la vía capitalista, fueron sometidas a intensas frustraciones históricas (reyertas republicanas), por falta de canales adecuados de participación política. En Alemania e Italia, las revoluciones marxistas fueron bloqueadas por la aparición de regímenes autoritarios corporativos mesiánicos, que terminaron en una orgía de sangre y violencia.

En Venezuela pasamos de un antiguo régimen bipartito que devino en elitesco y clientelar, a un esquema populista, vetusto y autoritario, donde se impone el retome de la modernidad y la institucionalidad democrática. Según Donald Share y Scott Mainwaring (La Democratización en España y Brasil-Transición vía Transaccion-2012), hay tres tipos de transición a la democracia: i.-La transición por colapso y expectativas frustradas, causada por una derrota militar o por una profunda crisis interna que desacredita totalmente al régimen autoritario.

Esta transición hace que las autoridades salientes pierdan capacidad de negociación y sean juzgadas y condenadas por su actuación, como el caso de Alemania e Italia en 1945; Grecia y Portugal en 1974 o Argentina en 1982-83.

ii.-La transición por autoexclusión en la cual la elite autoritaria intenta poner límites y controlar el proceso de transición, pero su alta erosión se lo impide y no puede lograr una salida negociada. Es el caso Perú (1980), Bolivia (1979-80) y Uruguay (1982-83).

iii.-La transición por transacción, que implica una considerable continuidad de las estructuras, de las élites y de las prácticas políticas. La transición es controlada, efectuada por decisión de la elite autoritaria, quien conserva (al menos por un tiempo más) participación en el poder en la nueva situación. Es el caso de España (1977Adolfo Suárez) y de Brasil (Tancredo Neves 1985).

Maduro debe comprender que su desgaste aumenta su costo/riesgo de mantenimiento y disminuye su poder de una transición transaccional. Desde el 08-D-12, Maduro aún conserva un manto de obediencia del mandato Chávez. Pero la erosión económica y la de la cohesión de sus elites, amenaza su legitimación y/o justificación.

Aún está a tiempo Maduro. Vea a Correa en Ecuador… No por buen político, sino por dolarizar y liberar la economía (sin complejos), es que aún sigue ahí… Piénselo Maduro. La historia podría reconocerle o demandarle. El que más arriesga -prolongando un modelo inviable- es Usted.

vierablanco@gmail.com

@ovierablanco