Venezuela, un país azotado que lucha contra la escasez

Venezuela, un país azotado que lucha contra la escasez

(Foto Reuters)
(Foto Reuters)

La crisis que golpea a Venezuela se instaló entre sus habitantes y los hace sufrir todos los días y a todas horas. Una especie de periodo especial en el país con las mayores reservas de petróleo del planeta, como el sufrido en Cuba durante la década de los 90 pero en su versión chavista, publica El Mundo de España.

No hay ni ácido fólico para embarazadas, ni pañales para bebés, ni productos alimenticios básicos, ni pasajes de avión para irse, ni ataúdes para morirse. Ni siquiera se puede disfrutar con el Mundial, pese a que Maduro amenaza con traerse a Maradona para dirigir la selección Vinotinto.

La crisis afecta a todos los ámbitos de la vida. El vía crucis de las embarazadas comienza durante la gestación: calcio, hierro y ácido fólico faltan en las farmacias. Tampoco hay antibióticos para luchar contra las infecciones urinarias. Para los bebés recién nacidos escasean jabones de glicerina, champú, toallitas húmedas y pañales.





La situación de la salud rozó el pasado viernes el esperpento, cuando pacientes del Hospital de Coche irrumpieron en plena avenida a bordo de sus cama. Un centenar de enfermos esperan operaciones traumatológicas. Un día no hay sutura, otro falla el agua y ni siquiera tienen calmantes.

La Organización Panamericana de la Salud ha certificado que Venezuela ocupa el primer lugar en desabastecimiento de medicinas contra el VIH: faltan hasta 11 antirretrovirales básicos. También escasean los reactivos para la prueba. Ni para las transaminasas ni para la bilirrubina o la urea. También la prueba del dengue, tan temido, escasea. Y para los muertos faltan ataúdes: no se encuentra latón. También falta el cemento para cerrar las tumbas.

Este breve recorrido de historias mínimas mide la dimensión de una crisis que desde hace año y medio no deja de crecer. Una crisis que asemeja a esas fichas del dominó que se van derrumbando una sobre otra, sin parar y sin que se vea dónde está el final. Y no es una metáfora: un apagón de tres horas afectó el viernes al 70% de los consumidores. Varios grandes apagones al año, que se alternan con cientos de cortes locales cada mes.

 

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El país sufre la mayor inflación del planeta, por encima del 60%. La mejor medida del Gobierno para combatirla ha sido prohibir que el Banco Central de Venezuela haga públicas las cifras.

La última conocida sobre la escasez es del 28% en enero: de cada 100 productos que se buscan, sólo se encuentran 28. Durante semanas las panaderías se quedaron sin pan en Caracas. Carne, aceite, café, harina, azúcar, pescado y leche se encuentran de vez en cuando y cuando se hallan, los precios se han multiplicado.

Según la investigación realizada por un diario local, la compra de la canasta básica necesita de tres días distintos y de siete horas de espera en interminables colas.

Y, para más sufrimiento, hasta la huida se ha convertido en un milagro: no se encuentran ‘tickets’ por la deuda del estado con la aerolíneas. Éstas se defienden reduciendo vuelos. “Ayer no había agua en el aeropuerto de Maiquetía. Hoy no hay aire acondicionado. Y si tampoco les pagan a las aerolíneas, en breve no habrá aviones”, se quejó Luis Vicente León, presidente de Datanálisis, que viene advirtiendo de la debacle.