Mientras Jorge Rodríguez continúa delirando con involuntarios pestañeos del ojo izquierdo sobre un supuesto plan magnicida preparado desde el imperio, el misil que terminó haciendo implosión en la línea de flotación del gobierno de Maduro vino de lo más profundo de sus filas.
La pluma fue en este caso más certera que la espada para contrarrestar las contradicciones más nefastas de una revolución destruida por sus alacranes internos y que amenaza con desaparecer como consecuencia de la mezquindad de sus herederos.
La carta de Giordani dejó al descubierto lo que el venezolano de a pié ya sabe porque la calle no miente: Inseguridad, inflación, desabastecimiento, escasez, desempleo, cierre de empresas, represión, persecución, corrupción, secretismo, invasión, saqueo de los recursos, pero trajo a colación que Maduro ya no es líder y no tiene el apoyo jurado de la mayoría en el PSUV.
La verdad es que jamás hubo proyecto ni hombre nuevo, sino una pléyade de hombres vivos y enchufados carentes de toda ética, que se aprovecharon de la semántica de una odisea falsa para destruir en 15 años una economía petrolera floreciente, minar de corrupción las instituciones del Estado y arrasar con el tesoro nacional con ayuda del castrochavismo.
Solo que no hay crimen perfecto. Ahora el sorprendido mandatario nacional manifiesta su descontento por las críticas del sector chavista: “son unos desconsiderados, malucos y mezquinos” dijo en referencia a quienes disfrutaron en su momento de las mieles del poder pero ahora delatan la desgracia.
Pero Maduro demuestra con esa interpretación de la carta su escasa interpretación de los acontecimientos y obvia por ejemplo que existe un descontento abrumador en millones de seguidores decepcionados, ni toma en cuenta la mecha del conflicto social remojada con una inflamable pobreza extrema de la población que ha puesto todas sus esperanzas en Chávez para salir del “hueco social” durante todos estos años, pero que desconocía la máxima “giordiana” de la necesidad de mantenerlos en el infortunio, porque el principal potencial de la revolución se encuentra en el marketing de esa misma masa indigente.
Maduro no es capaz de entender la crisis estructural que tenemos encima, o como escribió Dieterich en Aporrea, rescatar lo poco que queda con un abierto plan de rescate que implicaría desechar el inviable plan de la patria y el modelo económico de Chávez y los Castro y enfrentar la estanflación mediante una reestructuración capitalista con el capital financiero global para rescatar la economía.
La “Madurostroika” pidiendo ayuda al FMI a través de la conexión francesa para no quedar tan humillados ante el ojo cuestionador del chavismo al que deben rendir cuenta por el despilfarro del capital político que una vez heredaron.
“Qué bueno sería que alguien que salga de un cargo dijera primero: cuando fui ministro puse la torta, hice tal cosa, y después sí lanza la crítica. Así, sí lo acepto”, explicó el Jefe del Estado ante las autocríticas que prácticamente hacen mella contra una gestión que no sale de las cuerdas. Lo grave no es la torta arrogante de la que hemos sido víctimas, sino que ahora nadie es responsable de los altos niveles de corrupción que acabaron con las finanzas del país, nadie se enriqueció, ningún funcionario malversó recursos ni traficó con las influencias. Se olvidan que Venezuela es percibida como el segundo país más corrupto de Latinoamérica y el 16° en el mundo, según el Índice de Percepción de la Corrupción (IPC) realizado en 2013 por la organización no gubernamental “Transparencia Internacional”.
Los apoyos que tanto exige el presidente por estos días se notan nimios, fríos,“de la boca para dentro”. Aunque nadie quiere tener el mismo destino de los profesores del grupo Garibaldi parecen estar atentos a cualquier seña de “pisicorre”. La izquierda ha sido fuertemente humillada, los exminsistros Ana Elisa Osorio, Héctor Navarro y el exgobernador Rafael Isea usaron las redes sociales para minimizar el liderazgo del mandatario nacional, mientras los llamados originarios (comandantes del 4F) trazan su estrategia como una opción que pinta como una tercera vía, aunque Arias Cárdenas tan disimulado como siempre, hizo un acto en apoyo a Maduro con asistencia escuálida en la Plaza Bolívar, mientras Joel Acosta Chirinos por el contrario no oculta su animadversión por el rumbo de capitalismo de Estado que tomó el proceso que lidera el triunvirato de Maduro, Cabello y Ramírez y reitera que si el MBR-200 estuviera activa, estaría haciendo oposición férrea a este desastre nacional liderado por los herederos de Chávez.
La procesión va por dentro y tal parece que los chavistas no ocultan su deseo de cambio, es decir #lasalida ya no es un asunto exclusivo de la oposición radical que enmarca María Corina Machado y Leopoldo López, sino que se asoma como otra opción que surge desde una revolución disidente. El café está servido decía El Premier.
@damasojimenez