Julio Acosta planificó su viaje familiar hace ocho meses. La idea era ir con su esposa y sus dos hijos a las playas de Cancún. Las maletas ya estaban listas, era la primera vez que saldrían del país, pero justo dos semanas antes recibió una llamada: la línea que los llevaría a México suspendió todos sus vuelos y les devolvería el dinero de los pasajes.
Al otro lado del teléfono estaba quien le había vendido el paquete, Magdalena Da Silva, cuyo puesto de trabajo es uno de los 15 mil que están en riesgo por la crisis que atraviesan las agencias de viaje.
Las líneas áreas internacionales han tomado medidas para seguir funcionando en el país pese a las dificultades que se les han presentado por la deuda que les tiene el Gobierno. Han reducido la frecuencia de los vuelos, disminuido considerablemente la capacidad en sus aviones, suspendido destinos y les han cerrado los inventarios a las agencias de viaje.