Más que un Congreso Ideológico lo del PSUV fue pura santería.
Ni un solo señalamiento con respecto al colapso económico ni la reunificación cambiaria, ni una palabra sobre el quiebre de PDVSA, ni el aumento de la gasolina, ni la forma como serán cancelados con petróleo a futuro los prestamos que tan alegremente fueron solicitados a China, Rusia y el FMI, ni un inciso para preguntar por aquel sistema de buses y metrobuses que con tanto ahínco anunció Maduro en noviembre pasado a su regreso del lejano oriente, cuando ya era un hecho la iliquidez del BCV, la inflación multiplicada, la escasez miserable, la odiosa recesión, la desatada inseguridad por metro cuadrado y la inevitable muerte per cápita de un país condenado a vivir arrimado de las migajas que le deja un partido sin ley, convertido en Estado y próximamente en devoción religiosa por el más allá.
“Los muertos gobiernan a los vivos”, decía el filósofo positivista Augusto Comte, tan herméticamente asimilado por estos días con esta nueva corriente evangelizadora marxista, castrista y maoísta, en que se pretende convertir el PSUV de la mano de todo un clero con poder más allá de lo humano y lo divino.
En su primer fin de semana como presidente, Maduro demostró que el Estado es el partido, capaz de activar una puesta en escena más intensa que la Iliada y la Odisea juntas, para rescatar a sus héroes de cruzadas jamás imaginadas por Homero. Un Estado surrealista que premia a los corruptos y desconoce a los “infieles” que se nieguen a ser anulados por el nuevo orden divino.
Maduro quiere basar una estabilidad en el poder gracias al culto ciego y desmedido hacia Chávez, pero no como la figura del proyecto revolucionario que por razones del destino alguna vez heredó, sino como voz en la tierra del espíritu fundador de esta especie de iglesia que sirve de fachada a un gran consorcio, cuyos beneficiarios vuelan por el mundo en aviones privados, mientras el común pasa días varados como indigentes en aeropuertos extranjeros. Viven una vida propia del jet set internacional, mientras la gente atrapada en la crisis se pelea en largas colas por comida, tienen acceso a maletines repletos de dólares mientras el pendejo recibe al año una designación miserable por buen comportamiento, sin obviar que son tratados como héroes de la patria cuando las noticias que vienen de afuera los describen como jefes impertérritos de una mafia de intocables.
El silogismo de Comte pero al revés: “Los vivos gobernando a través de los muertos”. Además con prácticas que resultan un poco extrañas para la búsqueda de una verdadera espiritualidad, no solo por la persecución, y encarcelamiento de quienes disienten, sino haciendo caso omiso a las acusaciones que por narcotráfico y venta de armamentos a grupos insurgentes como la FARC, fueron resaltados por diferentes medios luego de la detención en Aruba del mayor general Hugo Carvajal.
¿Será que ya no importan las preguntas ni la necesidad de explicaciones a tantos cables sueltos que señalan a Venezuela como Estado forajido? Resulta imposible tapar el sol con un dedo menos cuando queda un precedente difícil de borrar. Lo peor es que aún no hemos escuchado ni un solo desmentido.
¿Qué somos? Ciudadanos, militantes, o corderos devotos sin sentido alguno para percibir la realidad. Llegará el momento en que los expulsados del paraíso ya no serán llamados pitiyanquis sino pecadores, pero igual la encrucijada nos alcanzará a todos. El hecho que se ignore la hecatombe económica con fe, no quiere decir que no sucederá.
Es posible que no haya cambios ni medidas que puedan sacarnos del hueco económico en que nos encontramos, sobre todo si no hay voluntad para enfrentar las mafias y evitar que todos los recursos que ingresan al país sigan siendo manejados de forma tan irresponsable, mientras aplican controles de hambre para el resto de los venezolanos, condenados a tanta miseria, humillación y desidia.
El daño ya está hecho y no faltará quien se lo endose al padre de la trágica criatura, cuando ya todo sea historia.
@damasojimenez