De un tiempo a esta parte, actores de la política mundial, que en otros tiempos se mantuvieron relativamente “alejados” de nuestro hemisferio, han comenzado a posicionarse con más influencia e ímpetu en éste por obra y gracia de la redistribución del poder político-económico en las relaciones globales.
Rusia y China hoy tienen mayor gravitación en el entorno más cercano. Y no solo en términos económicos. Reacomodos geopolíticos se están produciendo que podrían cambiar la composición y complejidad del panorama regional y mundial. Y todo esto se da en un marco global en el que resurgen conflictos que algunos ven con mucha preocupación.
A EEUU, algunos le reprochan, que bajo la presidencia de Obama, se haya replegado sobre sí mismo o que se desentienda de algunos asuntos en varias zonas del mundo de cara a sus competidores y retadores, lo cual pudiera deberse no tanto a una política deliberada, como a unos condicionamientos de la realidad que escapan a su control.
Joseph S. Nye, que ha dicho que lo del aislacionismo de EEUU es un mito, escribió en días pasados que el ascenso de China plantea algunas interrogantes a Occidente, incluso el de si ella sería capaz de tomar el puesto que ocupa hoy Europa en la dirección mundial, habida cuenta del traslado del “eje estratégico” a Asia por parte de EEUU. Y señala: “Europa está empezando a perder su privilegiada posición para las autoridades americanas”.
A China y sus intereses, sin duda, les ha ido bien incorporarse a la institucionalidad internacional. En nuestro patio, los negocios de la China ya alcanzan cifras importantes, sin mencionar los que tiene con EEUU. Xi Jinping declaró que las relaciones entre China y Argentina y Venezuela se elevaron al rango de “asociación estratégica integral”. China ya es el primer socio comercial de Brasil, pero la economía de éste no es muy competitiva respecto de aquella.
El intercambio comercial de China con la región, ávida como está de materias primas, está estimado en 261.600 millones USD, hoy es el segundo socio comercial de varios países (Brasil, Argentina, Cuba, Venezuela), y desde 2009 el primero de Brasil. El 20% del total de las inversiones chinas en el exterior el año pasado fueron realizadas en América Latina.
Otro actor que ha “desembarcado” en el continente es Rusia. Poniendo de lado viejas y puntuales tratativas de cooperación del poder soviético con Cuba, Perú o Chile, pareciera que hoy la actividad de los rusos tiene que ver más con lo geopolítico que con lo estrictamente económico. Su afán por recuperar viejas glorias imperiales domina su conducta y eso requiere aumentar su influencia mas allá de su región.
En la actualidad, Rusia está siendo enfrentada por EEUU y Europa a causa de las ambiciones imperiales y anexionistas de Putin en las ex repúblicas soviéticas (Crimea y Ucrania). Son importantes las sanciones puestas en práctica contra ella, las cuales han sido ampliadas. En los días que corren. los rusos han sido acusados de violar el acuerdo sobre misiles de mediano alcance de 1987, lo cual es grave.
Sin embargo, el señor Putin se abre camino más allá de su vecindad y el Grupo BRICS y sus relaciones estrechas con CUBA y Venezuela le permiten asegurar y/o consolidar una cabeza de playa en nuestro hemisferio.
Según información de prensa, Venezuela es el principal receptor de fondos chinos en Sudamérica, con 56.000 millones de dólares en los últimos 8 años. La deuda, que cancela con petróleo, podría rondar los 25.000 millones de dólares.
Venezuela ha suscrito con China, entre convenios y contratos, más de 400 instrumentos, que se sepan. Hace 15 años sumaban apenas 20 acuerdos de cooperación sin ninguna trascendencia económica importante. China es el segundo socio comercial de Venezuela.
Con Rusia, nuestro país había suscrito convenios de cooperación, hasta el año pasado, más de 20, sin mencionar las contrataciones entre empresas públicas, principalmente, las petroleras.
Mucho se ha comenta sobre esta ofensiva de potencias geográficamente muy alejadas de nuestro continente. Los que defienden la multipolaridad y/o los antiamericanos ven en este desplazamiento algo positivo.
Sin embargo, la multipolaridad en las relaciones internacionales no debería verse de manera simplista y cándida.
El mundo de hoy como el de siempre no es un lecho de rosas. Ambiciones e intereses se mueven, de un confín al otro del globo. Valores y principios están en juego, compiten. La democracia y la vigencia de los derechos humanos no son valores aceptados en todas partes. China y Rusia son ejemplos de regímenes tiránicos, antidemocráticos.
Y no es aventurado afirmar que estos dos países promueven sus modelos políticos más allá de lo estrictamente económico.
No solo esos dos países representan desafíos y amenazas desde el punto de vista económico-comercial, también en lo político constituyen un reto a la democracia en los términos en que la conocemos en el mundo Occidental.
El régimen político venezolano autoritario y cada vez más militarizado tiene en esos dos países soporte importante. Toda estrategia política de las fuerzas democráticas no puede pasar por alto tales vínculos internacionales.
EMILIO NOUEL V.
@ENouel